*Narra Esperanza*
El Lunes llegó y desde aquella vez que se me apagó el celular en el restaurante no pude volver a comunicarme con Tomás, supuse que estaba muy ocupado con el caso, no debe ser nada fácil
Bajé a desayunar y me encontré con mi papá en la cocina
Papá: - Buenos dias hija
Yo: - Buenos días Papá - bosteze
Papá: - ¿A que hora te dormiste ayer?
Yo: - Muy tarde papá, no paré de intentar comunicarme con él
Papá: - ¿Y pudiste?
Yo: - No... - agache mi cabeza
Papá: - Bueno, no te preocupes - me abrazó con su brazo por la espalda - Seguramente está muy ocupado, no es un trabajo fácil el que le tocó
Yo: - Si, seguro
Papá: - ¿Qué queres desayunar?
Yo: Comeré solo estas galletitas, sino llegaré tarde al hospital para hacerme esos estudios. Esperar el colectivo es totalmente un infierno
Papá: - Esta vez no tomarás el colectivo
Yo: - No te gastes en llevarme, papá
Papá: - Vení conmigo
Papá se levantó de su silla y empezó a caminar, yo lo seguí y me percaté que estabamos en el garage
Papá: - Es para vos - señalo un ¿auto?
Yo: - No puede ser - me agarre la cara por la terrible sorpresa
Papá: - Es todo tuyo, espero que te guste el color
Yo: - Es rojo papá, mi color favorito ¿Como lo supiste?
Papá: - Sos mi hija, te conozco mas que nadie
Yo: - Gracias papá - lo abracé - ¿Como hiciste para conseguirlo?
Papá: - El día que tuviste el accidente vi como quedó el auto y días después se me ocurrió la brillante idea de comprarte uno, me lo entregaron ayer por la tarde mientras vos estabas en el cine con Olivia y Milo