VII. Mommy Gets to Know

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[N/A]: Este capítulo tendrá un narrador omnisciente, no habrá opiniones directas de Mia.

La pantalla de la computadora portátil de Mia se encendió, llamando la atención de su madre, quien había entrado a la habitación en busca de ropa para enviar a la tintorería. Se acercó a ésta e hizo clic sobre el mensaje recibido. Lo leyó detalladamente hasta el final y, al haber terminado, cerró estrepitosamente el aparato, sin preocuparse si podía o no dañarlo.

Lanzó toda la ropa al suelo y comenzó a revolver en los cajones de Mia, tirando todo al suelo y dejándolo ahí, sin intenciones de volver cada cosa a su lugar. Pateó la cama con furia, arrancándole las sábanas luego y echando el colchón a un lado. Nada. En tanto desastre causado en pocos segundos, seguía sin encontrar el dinero que su hija usaría para comprar la entrada para el concierto de la ruidosa banda que tanto le gustaba.

La mujer abrió la computadora y buscó los mensajes que Mia compartía con la tal "Nella". La ira corría por sus venas, drenándole la sangre hacia su rostro, que se ponía a cada segundo más rojizo. Volvió a cerrar la computadora y siguió buscando el dinero, arrasando ahora con la mesa de noche junto a la cama, lanzando los cajones a diferentes puntos dentro de la habitación, hasta por fin haber encontrado la lata que contenía variados billetes prolijamente doblados. Lo tomó entre sus manos y luego buscó la computadora, dejando toda la habitación hecha un desastre, cerro la puerta.

Mia llegó de la escuela al rededor de la una de la tarde, escribiendo vivazmente en su móvil cosas que le enviaba a su amiga. Al poner un pie en la cocina, su madre comenzó a gritarle ferozmente, con la dignidad dañada ya que su hija había desobedecido sus órdenes de no ir al concierto. Mia quedó muda, intentando buscar una excusa mentalmente pero no tuvo tiempo, su madre le arrebató el móvil y le dio una abofetada en la mejilla izquierda, le jaló el cabello con muchísima fuerza y la mandó a su habitación.

La castaña lloró desconsoladamente hasta caer dormida sobre aquel colchón sin sábanas, rodeada por el desastre que el tornado de su madre provocó. Ese día, se sintió más rota de lo normal. Ese día, se sintió como en el infierno. Ya no tenía esperanzas de nada, todo en su mente y corazón se opacó. El único escape que tenía era la música de aquella banda que la había salvado miles de veces, pero no podía conectarse con ellos de ninguna manera existente. Se había desesperado, la respiración se le entrecortaba tras el llanto y los nervios, se ahogaba en sus propias penas a solas, sin la compañía de nadie más que su alma.

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