Estancia.

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Solo son dos corazones latiendo al unísono en una estancia llena de imágenes creadas por el subconsciente del enamoramiento, no podían mirarse a los ojos, mucho menos hablar con palabras, la chimenea ardía dando el calor necesario para que los dos estuvieran separados por dos sofás con vistas a la pintura encima de la chimenea, la pintura era grande, con un marco dorado, llegaba hasta el techo y en su óleo se podía apreciar la ternura del mar llegando a las playas y a lo lejos una roca dueña del centro del cuadro, la feroz tormenta que se acercaba a la orilla cubría con fiereza el cielo avispado. Los dos se preguntaban porque sucedía eso y al mismo tiempo imaginaban que ellos estaban en la misma situación que esa miserable roca abandonada por la naturaleza, ellos no sabían que enfrente de cada cual estaba la razón de su sentir, el pesar de su imaginación y crueldad del amor. La llama cada vez se extinguía mas, los maderos ya no existían,sus sombras en el suelo se estaban diluyendo con la oscuridad de la noche y daban paso a las sombras que daba a relucir la luz de la luna, el frio invadía el lugar, la mujer con el latido más acelerado empezó a mover sus ojos a todos los lugares como queriendo no centrar su vista en el hombre que tenía a un lado suyo, el, por su parte, con el corazón de latido más lento y con las mejillas hundidas,pestañeaba sin cesar para evitar que la repentina oscuridad lo atontara con su letargo, ambos quedaron a merced de la luna que traspasaba con su manto plateado el gran ventanal que cubría toda la pared, el frio se coló por quien sabe que ventana y que a su vez por quien sabe que agujero, ambos llegaron a la conclusión de que no podían estar así, tiritando de frio, la mujer sugirió con la cabeza y la mano en el cuello intentando evitar que las palabras salieran que prendiera una vez más el fuego pero el hombre que había parado de pestañear se inclinó hacia delante, llevo sus manos a la cara, limpio el sudor, revolvió su cabello y sin hacer otro movimiento más que un leve giro en su cabeza, la miro, vio como ella miraba el piso, vio como tenía la frente sudada gracias al reflejo de las gotas con la plateada luz, se empujó con las manos en la reposadera del sofá, se mantuvo en pie tontamente, pestañaba estupefacto, miraba a su alrededor sorprendido y la mujer, percatada del movimiento del hombre, levanto los ojos, los abrió sin ton ni son, lo vio a la cara con aire de impresión, aquel hombre profirió con su boca sonidos que eran inentendiblespara un humano cuerdo, el hombre, al darse cuenta de esto prefirió no seguir intentándolo,camino hacia la mujer con paso torpe, llego hasta ella y con su mano tomo el pañuelo que colgaba de su esmoquin, lo uso para secar la frente de la mujer,esta aun con la impresión en su rostro estaba inmóvil. A las afueras de la habitación,por la ventana se escuchó un tronido que hizo que ambos cambiaran su vista al ventanal, el hombre con miedo en el cuerpo y tragando saliva le ofreció la mano a la mujer, esta vio el ademan y rápidamente voltio la vista a los ojos del hombre, lo pensó un poco y con un aire de valentía acepto la mano, con su ayuda se puso en pie y juntos con paso no muy decidido y torpe se acercaron al ventanal, querían averiguar que era ese sonido, los dos tenían miedo ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que se levantaron del sofá? ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que salieron de aquel transe en el que estaban? Lo que vieron les helo la sangre, les erizó la piel, les calentó el alma, ante sus ojos tenían una visión hermosa y desastrosa sin dudar, una playa amarilla, un mar tierno, un cielo avispado y a lo lejos... a lo lejos se encontraba una roca siendo presa del mar y una tormenta que se acercaba. Los ojos del hombre se llenaron de júbilo, los de lamujer de lágrimas.

Playa GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora