01.2

60 7 3
                                    


-No quiero sonar como una maleducada, señor. Pero no siento ganas de hacerlo en lo absoluto, sin contar que necesito ocupar todo mi tiempo libre en el proyecto para la feria científica-lo observé, al mismo tiempo que intentaba sonar firme. Aquello último no era una mentira en lo absoluto, necesitaba enfocarme en la feria de ciencias; no estaba dispuesta a perder. Había logrado calificar, y eso ya era tremendamente extraordinario; solo gente con verdadero talento calificaba.

La gente creía que no me había esforzado para calificar, pero la verdad era que si lo había hecho.

-Serian solo dos días a la semana, Sophie. Creo que realmente podrías tener el tiempo necesario para terminar tu proyecto a la perfección-el profesor Harper no parecía querer dar su brazo a torcer, aunque claro que yo tampoco quería dar el mío-Y si solo aceptaras, sería más fácil para todos-

Suspire inaudiblemente y ladeé la cabeza, para observar mejor al hombre tras el escritorio; realmente podía ser muy molesto si así se lo proponía. Justo en esos momentos solo tenía dos opciones: aceptar y poder irme a almorzar tranquila, o seguir discutiendo; aunque no ir a almorzar tampoco lograba escandalizarme internamente.

Ahogue un quejido e intente acomodar los libros en mis manos para que no se cayeran. Me tome un tiempo antes de suspirar nuevamente y asentir en dirección al señor Harper; sabía a la perfección que iba a arrepentirme de mi propia decisión rápidamente.

-¿A quién tengo que ayudar?-pregunté, temiendo la respuesta.

Él se extendió hacia atrás en su silla, satisfecho, y me sonrió-Chase Summers-

Tuve ganas de llorar inmediatamente, porque conocía al chico.

Y vamos que lo conocía; habíamos sido amigos en algún momento de nuestros dieciséis años de vida, aunque nuestra amistad se acabó en cuanto me convertí en una chica estudiosa (o más bien cuando él se convirtió en un chulo).

Chase era conocido mayormente por su actuación; nadie esperaba que él se convirtiese en Romeo, el conde Drácula, o en Rum Tum Tugger, en los musicales de la escuela. Pero, luego de siete años y muchísimos papeles, él se había hecho un nombre en el instituto; y, ¿qué chica no quería salir con el caliente actor?.

Y el Chase de mi memoria había sido borrado lentamente, no éramos los mismos niños que se tomaban de las manos para ir al kinder garden.

Entrecerré los ojos y observé al profesor, con frustración. Tanto él como yo sabíamos que cualquier otra persona hubiese estado gustosa de ayudarle con cualquier cosa que Chase necesitase; claro que yo no lo estaba.

Chase sí que lograba causarme algo, pero no eran mariposas en lo absoluto. Claro que no, lo único que causaba en mi eran nauseas.

-Hoy en la biblioteca a las cuatro-comentó el profesor, antes de volver su atención hacia los papeles en su escritorio. Suspiré y salí del salón de clases con prisa.

Ellie estaba apoyada en los casilleros, esperándome. Se acomodó los lentes de pasta con el dedo índice y luego se acercó a mí, expectante.

-¿Que pasó, Soph?-me preguntó, acomodándose un mechón rubio detrás de la oreja. En otro momento me hubiese divertido muchísimo con el hecho de que ella tenía pasta dental en el cuello de la camisa, dejaría que otra persona la alertase de aquello-¿Has hecho algo?-pensó sus palabras unos segundos y, antes de que pudiese decirle algo, agregó:-Olvídalo, nunca te metes en problemas, ¿estaba felicitándote por tu empeño en las clases?-

Probablemente, eso podría haber pasado. Y me encantaría que eso fuese lo que había pasado, ¿por qué el señor Harper debía hacerme eso a mí?

La gravedad del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora