Capítulo 4

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No tengo ganas de ir al instituto, pero voy. ¿Qué otra opción me queda? Lo que no me esperaba es que este año tuviese que ir en un autobús escolar, ya que el instituto está a un kilómetro de mi casa. Pero siempre me había llevado mi madre en su moto, ¿por qué tengo que ir en un autobús? Mi madre dice que es porque tiene que trabajar más y no tiene suficiente tiempo para llevarme. Aparte, Claudia también va en autobús e imagino que no vea justo que sea yo quien vaya en moto.

Al subir al autobús, me encuentro que la monitora es una mujer que vive en la calle paralela a la mía, y su hija, Elena, está en el asiento del medio del gallinero. Muchas veces he estado con Elena en un parque que hay cerca de mi casa, pero sinceramente, no la conozco a fondo. Ella está en mi mismo curso pero no sé en qué grupo está... ¿B o D? No me acuerdo bien. La monitora del autobús me indica que me siente en la penúltima fila del autobús, es decir, delante del gallinero. No es la primera vez que me subo en este autobús porque ya fuimos de excursión. Y exactamente me acuerdo que íbamos a Sierra Nevada y una chica de mi antigua clase le vomitó encima de uno. Fue realmente asqueroso.

- Hola, Elena - saludo con una amplia sonrisa.

- ¡Hey, Noe! - me responde y ya no hablamos más.

Y veo a quién menos me esperaba en el autobús. Ese chico que me confundió con una tal Judith. Me fijo en sus ojos. Sus ojos color caramelo me encantan, sinceramente, me vuelven loca. Se sienta al lado de Elena y empiezan a charlar. Parece ser que ya se conocían de antes, no paro de observar su sonrisa. No, Noe, para. Él es un borde. Recuerdo perfectamente como me trató ayer y hoy ni me ha mirado a la cara. Y por supuesto, no voy a ser yo quién esté detrás de alguien.

El autobús se va llenando poco a poco hasta que llegamos al instituto. Es tarde, por lo que no me voy a parar a buscar a Julia y a las demás, y me dirijo a mi clase. Mi estúpida clase. Me siento en el mismo lugar de ayer y delante está Judith que está hablando con otra chica.

- Sí, soy nueva, vengo de Almería. - le dice Judith a la otra chica.

- Que bien, yo soy Camila. Cami para los amigos.

- Hola chicas. - decido intervenir, tal vez podría tener otra amiga.

Pero Cami me lanza una mirada asesina, como si le hubiese interrumpido en un momento muy importante. Al contrario, Judith me saluda con una sonrisa pero decido irme a mi sitio porque no quiero molestar en ningún sitio, y quedarme allí hasta que venga mi profesora favorita. Sí, es una ironía.

Estoy tres horas en la clase, aburrida, y finalmente llega el recreo, y decido irme con Judith. Y se viene Cami. Hoy no quiero irme con Julia, quiero irme con Judith y Cami para hacer nuevas amistades. Total, me viene bien porque voy a compartir nueve meses con ellas. Pero Cami sólo le pregunta cosas a Judith, parece que yo no existo para ella. En cambio, Judith, a veces nos pregunta cosas a las dos y sólo hablo cuando ella pregunta algo. Sinceramente, no quiero empezar una conversación porque no quiero decir ninguna tontería ni nada que le moleste a ninguna ni que me haga quedar como una retrasada. Por eso, "hablamos" de cosas simples. Edad, años, donde vivimos o vivíamos, cosas del colegio... Cami y Judith son un año mayor que yo. Yo no, yo soy del 2000. Judith vive cerca del instituto. En cambio Cami y yo vivimos lejos, sólo que en sentidos opuestos.

Termina el recreo, y toca religión. Yo me quité de religión por lo que a mí me toca alternativa, y me tengo que ir con la profesora a una clase con ordenadores con seis compañeros más de nuestra clase, una de ellos es Judith. Pero antes de ir con ellos, la profesora de religión, la misma que la del año pasado, me llama.

-Noelia, ¿por qué te has quitado de religión? - me pregunta, un poco seria, con cara de decepción o no sé - Tú eres una buena alumna y no pensé que harías esto. - ahora me quiere hacer sentir culpable.

Si ella supiera todo lo que pienso de la religión, si ella supiera que no quiero aguantar esas clases estudiando relatos, aprendiéndome las oraciones para rezar, leyendo la biblia, y todas esas cosas que no tienen ningún sentido estudiar si no crees en Dios.

-Porque no me gusta la asignatura y suspendía los exámenes - es lo único que me atrevo a decir. Porque yo soy tolerante, y respeto las creencias de los demás, pero ella debería respetar las mías por lo que no debería ni haberme llamado.

-Entonces, ¿si suspendes matemáticas y no te gustan, también te quitas de esa asignatura?

Las matemáticas son ciencia. CIENCIA. Las matemáticas son una cosa imprescindible para la vida cotidiana. Para poder vivir bien, todo el mundo debería saber sumar, restar y esas cosas, e incluso, sirve para trabajar. Si me gustase la religión, lo único para lo que me serviría sería para meterme a monja en un futuro y paso de que me calienten la cabeza con mentiras. Primero que me demuestren que Dios existe. ¿por qué hay tantas guerras? ¿y tantas personas sin casa? ¿y tantas muriendo de hambre? Yo pienso que si Dios existiese de verdad, él haría algo para acabar con todas las cosas malas que pasan en el mundo.

—No sé. —de nuevo, es lo único que consigo decir.

Y se va. Y sigo todas mis clases hasta las 14:45 p.m. De nuevo veo a este chico de ojos color caramelo, y se sienta dónde antes, al otro lado de Elena también se sienta uno de mi clase, lo conocía de antes porque vive cerca pero nunca he hablado con él. Y a los extremos se sientan dos niñas de mi clase, una de ellas es Camila. Que por cierto, creo que a esta chica le he caído un poco mal. Y al otro lado una que no sé ni su nombre. Hablan entre ellos pero yo no presto atención a lo que dicen. Solamente me pierdo en la maravillosa voz de este chico que aún no me sé el nombre.

Llego a casa. Claudia llorando, Javi parado sin hacer nada, y mis padres discutiendo. No sé que ha pasado, pero no me voy a meter en otros asuntos. Cojo mi laptop y me meto a Facebook. Julia no está conectada, pero sí está mi amiga Raquel. Raquel es una chica de Valencia que no conozco físicamente, pero nos contamos nuestras cosas y nos ayudamos mismo estando lejos. Le resumo el día de hoy, le cuento que me gusta un chico y me dice que no pierda el tiempo y vaya a por él. Ella me cuenta una pelea con su novio, le aconsejo y apago el laptop. Ahora voy a hablar con Javi

—Buenas tardes Javi. —digo un poco desganada después de ver el ambiente en casa.

—Noe, ¿qué tal tu segundo día de clase?

—Bien, me siento un poco desintegrada pero bien.

—¿Qué te ha pasado? —se preocupa.

—La verdad es que nada, solo que me han separado de mis amigas y no sé si le caigo bien a mis nuevos compañeros. —parezco un poco triste

—No te preocupes...

—Además, creo que hay un chico que me gusta, tiene los ojos muy bonitos y una voz muy dulce. — me pongo tan tímida que creo que me he puesto roja como un tomate.

—No, no. Fuera chicos, a tu edad sólo trae problemas.

Y tiene toda la razón, soy demasiado joven para tener un novio. Nunca he tenido novio. Pero espera, ¿la palabra novio significa tener un buen amigo que te pida salir, le dices que sí, que te coja de la mano y te parezca guapo pero no le das ningún beso? Si es así, ya tuve uno. Después de eso, ya no sé que decirle a Javi.

—Bueno, no haré nada— en verdad, no lo sé. Y me voy a mi cuarto.

A la hora de dormir, consulto con la almohada... ¿A quién le hago caso? ¿A Raquel o a Javi? ¿Voy a por él o no? No lo conozco casi nada, ha sido un amor a primera vista. Pero.. ¿sabéis que?

Quién no arriesga, no gana.

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⏰ Última actualización: Feb 29, 2016 ⏰

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Perdida en la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora