capitulo 5

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Andrea cogió el tenedor, y pinchó un trozo de lechuga, antes de pinchar uno de carne para llevárselo a la boca con cuidado. Miraba a Omar comer de reojo. Debía de confesar que no lo estaba pasando del todo mal. Habían dado un paseo en coche, y Omar la había llevado a un lugar bonito, un lugar en el que podían observar la playa mientras comía, y eso le gustaba.

Habían visto el sol ocultarse juntos, y eso era algo que provocaba un extraño sentimiento en la castaña.

-¿Qué quieres hacer después de comer? –Omar interrumpió el silencio, y miró a Andrea, mientras bebía agua.
-¿Nos vamos a casa?
-Si es temprano...
-¿Y?
-Por favor, Andrea. Vale, sé que no me he comportado como el mejor de los caballeros, pero es que nuestro encuentro no ha sido normal...
-Aja... -tenía que ignorar el nudo que crecía en su estómago.
-oriannys se va a llevar algunos días fueras...
-Si...
-...y nosotros debemos de convivir bajo el mismo techo. –Ella guardó silencio.
-Lo sé. ¿A dónde quieres llegar? –preguntó con curiosidad.
-Pues... que podríamos hacer una especie de tregua.
-¿Una tregua?
-Aja... podemos comenzar por llevarnos bien, y dejar de actuar... seamos normales.
-Yo no he estado actuando –se defendió ella.
-Pero si has estado a la defensiva.
-Normal... debo tener cuidado con los tipos como tú...
-¿Con los tipos como yo? –preguntó él divertido- creo que es la segunda vez que me dices eso.
-Puede ser...
-No me has contestado.
-Tú me entiendes...
-¿De verdad? Las mujeres son complicadas, y creo que tú más.
-Puedo decir lo mismo de los hombres.
Omar rio, y ella no pudo evitar reír con él, ¿Qué más hacer? En el fondo le caía bien... y pensaba que era un buen tipo... pero muy en el fondo... Vale, ¿a quien pretendía engañar? Porque a si misma no lo conseguía; le caía bien. Le resultaba divertido, aunque a veces la irritase con aquellos comentarios, o colándose en su cuarto de baño y arrebatándole la toalla para manosearla con ternura, y precipitación.
Vale, no le caía tan bien.
Lo miró a los ojos, y sintió un nudo abrasador en su garganta, que bajó a su estómago, y comenzó a comenzarse en un calor líquido entre sus piernas. Las cuales juntó, para intentar impedirlo. En vano.
-¿Qué decías? –preguntó ella.
-La tregua... ¿la aceptas?
-¿Dejarás de decir cosas de mi, y de colarte en mi cuarto de baño?
-Lo intentaré.
-Bien... al final del día te contestaré.
Él sonrió negando con la cabeza. Era como una niña caprichosa... que le fascinaba. Con aquel rostro angelical, y aquel pelo castaño. La pasión que quería sentir con ella, para apagar el deseo de su cuerpo.
-A la playa –dijo Andrea.
-¿Qué?
-Después de comer, a la playa.

El arena entre los dedos de los pies, era una sensación, que le gustaba, enterrar los pies en el arena se estaba volviendo, fría a causa de la noche.

-¿Te gusta la playa, eh?
-Mucho –contestó Andrea, con una sonrisa de oreja a oreja- gracias por traerme aquí.
-Un placer, poder haber echo algo bien, al final.
Andrea rio.
-Hombre... no todo ha sido malo...
-¿No?
-No... habría estado mejor si no te hubieses colado en mi baño... y si te hubieras ahorrado esos comentarios.
-Eran verdad.
-¿El qué?
-Tienes un culo bonito... muy bonito.
-Omar... -su tono era de advertencia.
-Y un cuerpo precioso... -susurró él.
Ella aceleró el paso, como se parase... sólo Dios sabía que pasaría si ella se quedara quieta, podría ser que se lanzase a sus brazos, o bien que lo abofeteara, aunque estaba más segura de la primera opción.

-¡Andrea!

Ella bajó el paso, y él tomándola de la muñeca la hizo girarse.

-Om...ar...
-No te ofendas... sólo te dije la verdad...
-Quizás... quizás... quizás no quería oírla.
-¿Tartamudeas?
-Por tu culpa...

Él sonrió, como no hacerlo, hundió la mano en el espeso cabello de ella, tan suave y sedoso como una caricia, enredando los dedos entre sus rizos, se llevó uno a la nariz para olerlo.

-Yo tengo otro problema contigo... -murmuró él.
-¿Sí, cual? –preguntó Andrea, tragando saliva.
-Me vuelves loco...
-Como tú a mi –replicó ella.
-¿Te vuelvo loca?
-Aja...
-Habrá que buscar una solución, ¿no crees?
-La tregua...
-Es una opción, ¿eso significa que la aceptas?

¿Por qué le costaba tanto respirar? ¿Y por qué le daba la impresión de tenerlo cada vez más y más cerca? Podía sentir su pecho contra el suyo, sus piernas fuertes, pegadas a las suyas. Su respiración en la cara, su mano en la espalda, la caricia en su cuello de aquellos dedos fuertes, junto a su pelo.

-Por el bien de los dos... -aceptó ella- Ningún comentario más, ni intromisión en el baño.
-A menos que tú me permitas el paso...
-Omar...
-Andrea... ahora debemos hacer algo con mi locura...
-Ya hicimos... la tre... tregua.
-Mi locura es otra, cariño... me vuelves loco, pero de deseo.
-Omar...
-¿Qué te parece si sellamos la tregua? –preguntó él, pegándola más a su cuerpo, con la respiración más pesada, ella entreabrió los labios, quizás debiera quejarse, pero lo único que hizo fue responder al beso, cuando él, unió su boca a la de ella.


Una Dυcнa Dιverтιda - omar y tu terminada (+17)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora