wedding bells❁

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Las begonias definitivamente son su color, las tradiciones dicen que se necesita una cosa prestada, algo nuevo y por ultimo un objeto azul, qué más da si es reemplazado por rojo. Sus pestañas postizas decoradas con purpurina es lo único que resalta en su rostro de porcelana.

Si determináramos lo prestado, el vestido encaja perfecto, pertenece a su madre cuya forma de sirena hace resaltar sus curvas y aun se conserva en buen estado. Lo nuevo es su velo que cae en cascada sobre sus hombros hasta la zona lumbar. Su cabello esta peinado en un moño alto que le permite apreciar su cuello y orejas, de las cuales cuelgan unos pendientes de diamante. Se miró una vez más en el espejo, si tan solo pudiéramos meternos en su cabeza para saber qué es lo piensa. ¿Estaría nerviosa? ¿Ansiosa? ¿Feliz? ¿Dichosa?

—Kate estás hermosa—suspire. Ella asintió y sonrió en agradecimiento. Sus ojos estaban brillando.

Ella no lo sabe, pero es la novia más hermosa que he visto. Una cosa que me alegra parte es que me tenga en cuenta pese a los problemas que hemos tenido en la secundaria, solo éramos unas niñas mimadas. Sonreí ante el recuerdo de las típicas peleas.

Sus amigas de toda la vida la están adulando y le dan los últimos arreglos. Unos golpes leves en la puerta nos hacen sobresaltar a todas.

— ¿Quién es? —pregunto una rubia cuyos ojos son azules.

—Soy yo— canturreo. Se trataba del padrino, más bien el hermano del novio. Su nombre es Jim.-— ¿Kate ya estas lista?

La novia se tensó, estaba nerviosa. Inhalo y exhalo un par de veces. Luego suspiro.

—Sí Jim, ya vamos.

Se levantó de la silla del tocador, seguido nosotras lo hicimos. Se limpió el vestido como si tuviera un pelusa. En tan solo un segundo las amigas se emocionaron, la castaña de ojos miel se puso a llorar mientras balbuceaba recuerdos de ella y Kate de la niñez, la rubio se acongojó y fue en su dirección a abrazarla y calmarla. La último pero no menos importante, la más bajita que apenas camina con sus tacos tomó a la novia del brazo para llevarla a la puerta, tanto la castaña como la rubia las siguen. Veo como una de ellas se detiene y me hace señas para que las siga.

La banda sonora de la marcha nupcial hace eco en la gran iglesia. Los vitrales que posee son admirables, la luz del sol las penetras creando una ilusión de colores frente al suelo del establecimiento, el diseño hace apreciar el esfuerzo de un trabajo manual.

Una novia con una sonrisa blanca se va acercando lentamente, de su brazo cuelga el de su padre. En el rostro del hombre se ve el orgullo de que su hija cumpla el tercer sacramento de dios. Las damas se encuentran en el escalón esperando a la novia ya que ellas ya hicieron su entrada. No soy parte de la corte de damas por el simple hecho de que no me lo merezco. Además me alegra que me haya considerado para estar junto a ella en su proceso de pre-boda.

Las bodas me gustan, he sido invitada a más de tres este año, y he descubierto lo hermoso que pueden ser las pequeñas cosas que la componen, no solo está el hecho de contemplar a la novia y su vestido, ya sea pomposo o no, también démosle crédito al novio que está ahí parado esperando a que el amor de su vida llegue a él para consumar el matrimonio.

El "puede besar a la novia" cierre de todas las bodas y el comienzo de una vida de pareja hasta que la muerte los separe. Ambos se miren y se besan, todos como si fuera programado se ponen de pie y aplauden. Imito la acción y sonrío.

La mayoría de mis amigos cercanos preguntan ¿y cuando te casaras? Es muy pronto para una espectadora y es donde me quedo en modo espectadora. Vivirlo sería para mí un cambio radical, además para casarse uno debe estar seguro y dispuesto, no es solo aceptar la propuesta. A parte no tengo novio, un factor importante para casarse.

Desde pequeña he aprendido que solo una vez te casas, una segunda vez no es lo mismo.

Ya pasado la entrada la música comenzó sonar y los invitados se aglomeran en la pista de baile. Busco con la mirada a mi querida ami-enemiga, se encuentra bailando con su esposo, sonrío al verla feliz. Muevo mi cabeza al compás de la música, tomo de la mesa un bocadillo y me lo llevo a la boca. De soslayo noto que me hacen señas, giro mi cabeza 90° y Kate me llama para unirme con ella en la pista, pese a que no tengo pareja me pongo de pie y avanzo hacia ella, la música retumba en mis oídos más fuerte a comparación de donde estaba, hacemos movimientos raros ella y yo, dejando su lugar porque esta es su noche de bodas. 



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Hola. Mi nombre es Mickeyla, tengo 18 años. Espero les guste esta pequeña historia, nació a partir de una idea que escribí en mi teléfono, luego la seguí pero no me animaba a subirla, gracias a una amiga me decidí a subirla. Comentarios y/o sugerencias de que les pareció sería genial. Lots of love.

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⏰ Última actualización: Feb 28, 2016 ⏰

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