Capítulo 1.

271 10 2
                                    

Esa mañana me había quedado a dormir en lo de mi tía, nada raro, dado que vivía más allí que en mi propia casa.  

Me levanté a las 6:40 para poder bañarme ya que compartía baño con mis primas.
Todas las mañanas después de desayunar Mariano me pasaba a buscar e íbamos juntos a la escuela.

Una vez terminado mi desayuno, salí al porche y efectivamente ahí se encontraba él, esperándome. Luego de un corto trayecto de 13 minutos a pie llegamos al instituto.

Mariano es un año mayor que yo, por lo cual nos dividimos.
Por mi parte hacia la clase de Economía Política y por la suya a Psicología 4.
Si bien me gusta bastante esta asignatura mis esfuerzos por prestar atención a estas horas era nulo.
Recostada sobre mi banco cerré los ojos, al cabo de un tiempo alguien tocó mi hombro.

-Srita. Gilinsky- le oí a una voz masculina decir tras mi espalda. "Estoy jodida" pensé- Despierte, Gilinsky. 

-No fue mi intención. Yo..- Levanté la cabeza y limpié la baba seca de mi cara, menuda siesta me había dado. Al girar mi cabeza vi a Mariano riéndose por mi reacción. Le enseñé mi hermoso dedo del medio y me levanté del asiento.


-Entiendo que el profesor no esté tan bueno como yo, pero..¿dormirse en clase?- exclamó fingiendo indignación, rodeé mis ojos.


-Tuve una mala noche, ya callate- lo golpeé suavemente en el hombro, a lo que él contestó riendo.
Mariano tenía un carácter propio y unos ademanes peculiares, y es muy seguro de sí mismo.
Además de ser guapo, claro está. Todas las chicas del instituto babeaban por él y no me sorprendería que algún chico también lo hiciera.

El día siguió su curso, el resto de la mañana fue completamente aburrida. 

Llegué a mi casa, y un mensaje de voz que decía "Hola, cariño, soy mamá. Hoy no llego al almuerzo, lo siento. Tienes comida en el refri, besos" me esperaba, como siempre.  

Sabía que por "comida en el refri" se refería a las sobras del día anterior.

Abrí la heladera y encontré dos porciones de pizza, algo de ensalada y medio refresco dietético.. "Genial" pensé. Comí mi elaborado almuerzo y subí a mi cuarto, el cual era un completo desastre.  
Me propuse a hacer mi tarea. Este semestre la tarea de literatura consistía en escribir una historia sobre algún hecho que nos haya marcado en nuestras vidas..siempre me había gustado escribir, pero esta vez no se me ocurría absolutamente nada. Después de 2 horas, ya resignada, dejé de intentar escribir sobre algo. Me acosté en mi cama con la intención de tomarme una merecida siesta, cuando el sonido de la puerta principal siendo abierta me sobresaltó. Miré el reloj, eran las 15:23 pm , mi madre no volvía hasta la madrugada. Me levanté de la cama, tomé un paraguas y bajé las escaleras. La TV estaba encendida. La heladera había sido abierta y la luz que esta emanaba dejaba ver la sombra de una persona. Acercándome sigilosamente logré verlo. Era alto y delgado, tenía rasgos delicados y un corte bastante particular. Traía una camiseta roja y blanca, y unos jeans rasgados. Puse mis ojos en blanco y solté el paraguas. 


-Joder, Íta, no tienes nada aquí ..-dijo, escarbando en mi alacena.


-Idiota, casi muero del susto, podría haberte matado- le regañé, Mariano me miró y luego miró el paraguas.

-Es cierto, ese paraguas parece muy puntiagudo- se burló.

-Qué estás haciendo en mi casa de todas maneras?- cerré la puerta del refri que había quedado abierta. 

-Es Lunes, ya sabes que significa eso..- dijo obvio. Ante mi silencio, exclamó- ¿The Walking Dead?

-Mariano..eso no ocurre hasta dentro de 7 horas- me reí- Además, puedes verlo perfectamente en tu casa.

-Vamos, Íta , no seas así..A Billie no le gustan los zombies, se altera- dijo, poniendo a su perro de excusa. Solté una carcajada.

-Anda ya, Marian, ambos sabemos que te quieres ligar a mi prima..- él puso cara de indignación y negó con la cabeza. Mariano sabía perfectamente que mi prima Ellie venía cada Lunes por la tarde a mi casa.
  
Después de que Mariano terminara de vaciar mi alacena y mi prima llegara, los 3 nos sentamos frente al televisor. Encontramos una película de ciencia ficción lo suficientemente mala como para que Mariano se quede dormido.
Una vez que Ellie se fue, yo me dediqué a limpiar el desastre que era mi cocina.

La hora de comer se acercaba cuando Mariano se despertó.
Apareció en el umbral de la cocina, todo despeinado.

-Gilinsky, muero de hambre. Espero que tengas algo o si no..-su falsa amenaza fue interrumpida por un bostezo. 

-Podemos pedir una pizza si te parece..-dije.

-Una pizza, perfecto. Yo pago - agregó - ya sabemos que me sobra guita.

-Como digas..-le alcancé el móvil y llamó a la pizzería.
 

Comimos y una vez finalizado The Walking Dead, Mariano me miró. 

-No me vas a echar a esta hora, verdad?- dijo, mientras se acomodaba más sobre el sillón de felpa rojo, rodeé mis ojos una vez más.

-Ya sabes cual es tu habitación. Vives más aquí que yo..- le saludé, y subí a mi respectivo cuarto, preparé mi ropa y me acosté.
La noche se hizo muy larga. Últimamente el insomnio se había apoderado de mi, sin razón aparente.

Gracias a que Mariano, literalmente hablando, me lanzó un vaso de agua helada sobre la cabeza, me desperté. 
Me levanté de la cama y seguí la misma rutina de todos los días, me vestí, maquillé, peiné. Tenía unas ojeras terribles, imposibles de cubrir con maquillaje. Resignada, salí del baño y nos fuimos al colegio prácticamente corriendo porque se nos había hecho tarde.  

Llegamos a la escuela y, como era de esperar, más de una chica me asesinaba con la mirada, ya que tenía a mi lado a Mariano.

Fui a mi salón y me senté atrás de todo. Luchaba por quedarme despierta, pero era imposible. El reloj parecía no avanzar más, hasta que para mi suerte sonó el timbre.
Fuí al baño y me mojé la cara para poder terminar de despertarme. Dispuesta a buscar mis libros para la próxima clase, me dirigí a mi casillero. Ahí se encontraba un grupo de chicas murmurando en voz alta, y en el centro de ellas..el chico nuevo, quien al verme, descaradamente, me guiñó un ojo y se acercó a mi.

-¿Qué pasa si te digo que quiero un beso tuyo? - soltó una vez enfrente mio - Gonzalo Goette, me presento- estiró su mano hacia mi.

"Idiota" pensé,
Rodeé mis ojos, incrédula.
-Qué queres? - él bajó su brazo que aún seguía tendido hacia mi e hizo un gesto de indignación. 

-Vamos, Ita. Pensé que después de tanto tiempo me extrañarías- dijo, y agregó - Yo te he extrañado- se acercó a mi y me acomodó un mechón de pelo que traía suelto.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Gonzalo rió y puso una distancia, a mi parecer, demasiado grande entre los dos.
-Demonios, Ita, casi me haces creer que de verdad ya no sientes nada por mi. .- las comisura de sus labios se elevaron dejando ver, una vez más, su egocéntrica sonrisa.
Nerviosa y sonrojada, solté una carcajada.

-Han pasado años, Goette, ya superame- le dí una palmada en el hombro- Ahora, si no te molesta, me voy- él tomó mi mano y la besó
-Estaré pensando en tí, Gi- se dió media vuelta y se perdió entre el resto de los estudiantes.
Sabe como fastidiarme, igual que cuando eramos chicos. No ha cambiado nada en él. Idiota, idiota, idiota. Me saca de quicio. Saqué mis libros de mi casillero y fuí hacia el salón.  

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 20, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

No será fácil [Gonzalo Goette y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora