Capitulo 13.

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Scarlet se dejó caer en una pequeña colina frente al mar, sentía su cuerpo completamente agarrotado por tantas horas en pie, al menos había conseguido escapar de Terra. Parecía a punto de anochecer, la puesta de sol era preciosa; sacó unas diminutas flores casi marchistas de su bolsa, seguramente a su madre le encantaría dicho paraje y sin más, tiró las flores al mar, un pequeño ramillete de flores silvestres y con una sonrisa triste en su cara se fue de allí, pensando que durante un largo tiempo no volvería a tener aquella paz. 

El sol se ponía dejando el cielo de tonos anaranjados y rosados, era mágico.

Se acordó de repente, años atrás, cuando contemplaba esas mismas puestas de sol junto a Oriel, lo echaba realmente de menos, un día tendría que ir a verlo. Miró hacia arriba, según sus coordenadas, no estaba lejos de ese lugar y hacía tiempo que tenía ganas de ir.

Posiblemente iría.

***

Guil miró el papel entre sus manos, en verdad, no era mala idea, el papel indicaba que no estaría de más ir a un sitio, por lo visto tenía grandes abastecimientos de víveres y materiales para la nave, además, aquel lugar fue muy querido por él y Paul. Tras horas y días de convencer a su amigo por fin podrían aterrizar en los pantanos; puede que hiciese algo de trampa, ya que cambio las coordenadas sin la supervisión de Paul y a la fuerza debían estacionarse allí o caerían en picado, a la nave le hacía falta energía, él ya sabía  no aguantaría mucho más, necesitaba una reparación sería. Así que durante algunas noches se tendrían que quedar en algún hostal de la zona, mientras que algunos intentarían reparar la nave.

—Bueno a buscar algún sitio barato.

No se sentía como en aquella ciudad, sintió una gran tristeza, aquella ciudad era la favorita de Angélica. Miró a Paul, tal vez aquello había sido un error, la cara de Paul lo demostraba, pero tenía una corazonada.

Los pantanos también era uno de los lugares favoritos de Guil.

***

Hacía tiempo que Scarlet no maldecía tanto, era imposible que ya hubiesen coincidido en dos ocasiones seguidas, de todos los lugares del mundo, tenían que detenerse allí, en los pantanos, quiso reventarle la cara a cada uno; no era justo, no podían dejarla en paz. Antes de que la viesen, desapareció en las sombras hasta donde se hospedaba; Scarlet había rentado una diminuta habitación.

Maldecía al destino, alguien en algún lado se la tenía jurada, no dejaba de encontrarse aquella banda rebelde, quiso chillar de rabia.

Podría marcharse en cuestión de segundos, pero no podía, pronto se cumpliría esa fecha y debía estar en la ciudad. Recorrió las calles, de las más lujosas pasó a las más oscuras. Si no recordaba mal la última vez que había estado allí se había alojado en el centro y en una suite de los mejores hoteles, pero eso ya era el pasado.

Bostezó y sin mas, pasó a su establecimiento temporal.

Una habitación minúscula tirada sobre una cama con montones de bultos, pero en su situación aquello era como un paraíso, hacía ya tiempo que no dormía en una cama, casi siempre dormía en el suelo sobre una manta. Volvió a bostezar, tenía sueño, no recordaba la última vez de un buen sueño reparador, pero tenía miedo, cuando cerraba los ojos solían venir las sombras, las pesadillas. Poco a poco fue cerrando los ojos, era inevitable, lucho tanto como pudo hasta caer en un profundo sueño.


Ella corría, si, corría, pero no huía, esta vez no. Por una vez en su vida corría por gusto, siendo libre de hacer lo que quisiese, podía ser una humana. Scarlet inspiro el aire fresco que hacía, cerró los ojos muy relajada.

Crónicas Elementales 1: Fuego Escarlata © [ACTUALMENTE REEDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora