Mi desaliñado pelo pelirrojo y yo entramos cabizbajos al hospital, sin ganas de nada. Me toca turno de noche y es sábado, lo que significa Urgencias lleno de borrachos, gente herida y ojos morados, muchos ojos morados. En cuanto me pongo la cantosa bata verde, las voces de las enfermeras me sacan de mi ensimismamiento para comenzar a trabajar: curas, limpiezas, papeles, cafés, vueltas y más vueltas... Las enfermeras se aprovechan de las auxiliares como yo, y por ganas le clavaría a alguna un bisturí, porque nos tratan como perros.
Por fin a la una de la mañana consigo sentarme en la cafetería para comer algo, pero mi tranquilidad no dura mucho cuando veo a una de las enfermeras jefe correr hacia mi.
-Mad, te necesito. Han llegado cinco chicos con heridas graves y no tenemos enfermeras suficientes, estamos hasta arriba.
Dando un último bocado a mi sandwich me levanto y la sigo hacia los boxes, maldiciendo para mí misma los malditos sábados y sus peleas. La enfermera me indica que atienda los boxes 12 y 13. El chico del box 12 tenía algunas heridas profundas en las piernas, por lo que únicamente solo tuve que curarlas, ya que no se me permitía realizar ningún tipo de cosido. El del box 13 fue diferente, realmente diferente, tanto que ni me lo podía imaginar.
Bueno yo voy subiendo, espero que alguien lo lea, le guste y comente!