-¿Enserio vas a salir así, Maddie?
Me miré de arriba a abajo en el espejo y arqueé una ceja. ¿Qué tenía de malo mi ropa?
-Solo es una cena entre amigas...
-Ah, no seas mojigata. Ven, vamos a buscar algo en mi armario, hoy vamos a partirlo.
Miré a Lily divertida. Malo era cuando ella quería partir algo... Eso solo podía significar una cosa: caza de chicos. Y como siempre, la caza para mí sería inútil. Yo no tengo esa madera de leona como ellas.
Cinco, seis, siete, ocho... Ya había perdido la cuenta de los bares a los que habíamos entrado. Las chicas estaban bastante borrachas, pero aún así su cuerpo seguía pidiendo marcha. Me abrí paso como pude entre la gente y conseguí sentarme en un sillón mientras observaba al resto. Lily no dejaba de menear el trasero contra el culo de un chico. Qué insaciable.
No hace falta decir que me tocó conducir hasta las casas de las chicas para asegurar su integridad. Estaban como cubas. No dejaban de hablar de sus supuestas presas, y yo no podía evitar reirme: ellas no lo sabían, pero las leonas habían sido cazadas. Como siempre.
Las calles de Dublín estaban vacías, una paz así solo se podía conocer a esas horas de la madrugada. Me sobresalté al sentir un coche detrás del mío. El cabrón tenía puestas las luces largas, y me estaba deslumbrando. Intenté parar a un lado de la carretera, pero seguían mis movimientos. No sabía qué hacer, estas cosas no están hechas para miedicas como yo. Intenté tranquilizarme, aumenté la velocidad e intenté distraerles metiéndome por callejuelas, pero no funcionaba. Le tenía pegado al culo.
¡BUM!
¡JODER! Paré en seco tocándome la cabeza. El loco ese me había embestido por detrás. Salí del coche con el pánico en mis venas, me quité los tacones y sin mirar atrás empecé a correr. Maldita Lily y su manía de hacerme llevar tacones.
Era inútil. Estaba escondida detrás de unos cubos de basura, pero podía oir voces llamándome. Oh joder, no era solo uno. Me senté en el suelo pensando en un milagro, aún sabiendo que poco iba a conseguir...