Yixing, Yixing... Yixing.
Yifan apenas podía pegar ojo desde que viajaba a Pionyang. Entre algunos ataques esporádicos de algunos grupos sobrevivientes de coreanos, lo único que deseaba era llegar a la capital y constatar con sus propios ojos que Yixing seguía vivo; era lo único que quería. Verle a la cara y saber que estaba bien, que podían cumplir su promesa.
Llegando a Pionyang lo primero que vio fue la ciudad destruida y en una paz inusitada. Parecía no haber nadie. Junto a su pelotón se internaron en la ciudad, cautelosos de un posible ataque. Ellos sabían que, aunque el ejército norteamericano seguía avanzando al norte, era imposible que dejaran sin resguardar la capital de Corea del Norte, era ilógico.
—Comuníquense con Hangeng— pidió. Los soldados se precipitaron a cumplir la orden y rápidamente lograron contactar al comandante por la radio.
—Hay que ir al sur de la ciudad, hay unas pequeñas tropas surcoreanas que están tratando de tomarse la ciudad por el sur. Allá están todos.
—Vamos entonces.
Yifan tenía prácticamente el corazón en el cuello. Lo sentía latir desbocado, le temblaban las manos, no se sentía preparado para enfrentar el más negativo de los escenarios, no podría soportarlo...
No habían avanzado mucho cuando el rumor de los disparos y tanques se logró oír. Yifan preparó su arma y caminó junto a sus demás compañeros en una fila hasta un edificio abandonado y fuertemente destruido. Ordenó a algunos subir a la azotea y vigilar, él y otros quince siguieron el camino.
El murmullo de un disparo se escuchó muy cerca. El grito desgarrador de uno de sus compañeros no fue una broma. Yifan comprobó inmediatamente que uno de los suyos había sido herido gravemente en el pecho, seguramente le habían perforado el pulmón. Antes de cualquier otro ataque del soldado fantasma, los soldados que había mandado a la azotea lo aniquilaron.
Dejaron al chico a cargo de otro y siguieron en fila hasta el próximo edificio. Junto a otros cuatro subieron a la azotea y mandó a los demás a hacer lo mismo con el resto de los edificios que rodeaban el 'campo de batalla'. Subiendo la escalera debieron hacerse cargo de al menos unos diez surcoreanos, que también lograron herirle el brazo.
Desde arriba podías tener un mejor espectáculo de todo. Allá abajo se desarrollaba una violenta lucha contra los pocos surcoreanos y americanos que quedaban en la ciudad. Había pocas fuerzas y como rango general todos terminaban muriendo por las heridas más que por los ataques directos.
Desde su posición logró ver a Hangeng.
— ¡Instalen la ametralladora y busquen municiones! — gritó. Luego de la orden lo único que atinó a hacer fue bajar el edificio y vérselas con unos cuantos rubios por el camino. Una vez llegó a la pseudo trinchera, que mantenía oculto al comandante de la otra unidad, lo obligó a mirarle — ¡Dime donde está Yixing! ¿Está vivo?
Hangeng parecía moribundo cuando le zarandeó el brazo. Respiraba agitadamente y apenas se movía, el sudor y la sangre bajaban por el costado de su rostro y sus ojos perdían lentamente el brillo de la vida.
Con nerviosismo, Yifan buscó los medicamentos e intentó curarle las heridas más grandes, deteniendo las hemorragias. Hangeng presionó su brazo un segundo y le miró a los ojos largamente.
—Azotea— murmuró, los quejidos le atropellaban la voz. —Está en la azotea.
Con dificultad señaló un edificio y luego volvió a mirarlo con aquella dulce sonrisa que había cautivado a Yixing. Le pidió que se largara y lo dejara ahí, que podía valerse por sí mismo y le agradeció los medicamentos. Yifan hizo caso por mero instinto.
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•BELLIGERENT•
Fanfic...) Kim Jongin era apenas un chico recién salido de la escuela. Había sido llamado por el ejército como soldado estudiante para recibir entrenamiento. (...) -Pero tampoco quiero que te pase nada a ti- susurró, muy bajito y bañado en lágrimas. Yifan...