Los habían despertado en medio de la noche porque sus centinelas habían visto un grupo de soldados norcoreanos que se acercaban al colegio. Temerosos, todos los estudiantes tomaron sus armas y ataviados con sus cinturones de municiones se acercaron a las contenciones y esperaron allí por si había que enfrentar un posible allanamiento.
Cerca de veinte soldados norcoreanos pasaron vigilando la zona. Algunos se detenían a mirar el instituto abandonado y les parecía algo sospechoso que no hubiera nadie por el lugar. Otros, más crédulos, le quitaban importancia y seguían su camino conversando de cualquier cosa.
Bajo las órdenes de los soldados los estudiantes sabía que tenían que asesinarlos a todos. Algunos tomaban el arma torpemente y habían comenzado a llorar de pánico, otros más confiados se preparaban para apuntarles a la cabeza. Sehun miraba a la nada sin poder reaccionar. Apenas sabía tomar el arma sin que se le cayera y menos podía apuntar pues sus nervios no le permitían mantener quieto el artefacto. Su único 'amigo' estaba dentro del instituto apuntando desde alguna de las ventanas del segundo piso por si llegaban a sobrepasarlos. Estaba nervioso.
El 'comandante' dio la orden y todos se levantaron para comenzar a disparar tras la contención. De primera cinco soldados cayeron muertos y los demás, percatándose de la emboscada, comenzaron el ataque. Rápidamente y bajo los cientos de disparos los soldados colapsaron en la tierra. Sehun estaba llorando para cuando los cuerpos dejaron de moverse en el piso. Algunos más nerviosos seguían disparándole a los cadáveres mientras gritaban improperios y lloraban. Sehun pudo ver a un par de chicos que sostenían sus brazos o el costado tratando de detener las hemorragias por los disparos que los habían alcanzado.
Tres chicos fueron a comprobar que todos estuvieran muertos. Mientras que los demás llevaban en parejas a los heridos que no podían moverse al interior del colegio para curar sus heridas. Sehun corrió de vuelta a la sala donde estaba durmiendo, aterrado. Chanyeol apareció minutos después, e intentó tranquilizarlo. Con un fuerte abrazo le susurró que todo estaría bien y que en dos días podrían volver a casa, que vería nuevamente a su madre y que solamente debía aguantar un poco más. Le comentó que el no creía que el ejército norcoreano llegara antes que los soldados y que podía estar tranquilo. Sehun le sonrió agradecido, con el rostro lleno de lágrimas y volvió a abrazarle hasta que se quedó dormido.
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—Nos van a asesinar a todos y el país quedará bajo la escoria comunista— comentó uno de los soldados que comía de la lata que les habían dado de almuerzo. Su cara estaba llena de marcas y tajos, sucia y ensangrentada. Kyungsoo lo miraba de reojo, sonriendo apenas, más de nervios que de gracia. Jongin tocó su rodilla dándole apoyo, su sonrisa deslumbró al mayor y, algo incómodo, le devolvió la sonrisa.
—No seas así con los chicos. Pronto llegan los americanos y podremos ganar la guerra. Solo hay que aguantar un poco más— dijo otro, con una sonrisa más amable y tranquilizadora. Tenía vendado el brazo, pero la tela seguía mojándose con la sangre— Tengo una muy mala cicatrización, si no me mata una bala me va a matar mi propia sangre escapándose de mi cuerpo.
— ¿Por qué es eso?
—Ah, tengo una enfermedad... se llama hemofilia, no sé si la conoces— comentó, la sonrisa suave apareció en su rostro y cuchareó la comida. Jongin miró a Kyungsoo como buscando respuestas y el mayor sólo se encogió de hombros. El hombre rio — Es solamente eso, no puedo cicatrizar bien, mi sangre se demora más en coagular que las demás personas.
—Ah, que mal— logró comentar el más bajito. En eso llega Baekhyun con su comida. Jongin le miró intensamente mientras el chico se sentaba junto a Kyungsoo y le daba de comer. Ambos chicos lograron desplazar a Jongin del grupo, quien se sintió incómodo con la complicidad de los otros dos.
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•BELLIGERENT•
Fiksi Penggemar...) Kim Jongin era apenas un chico recién salido de la escuela. Había sido llamado por el ejército como soldado estudiante para recibir entrenamiento. (...) -Pero tampoco quiero que te pase nada a ti- susurró, muy bajito y bañado en lágrimas. Yifan...