Capitulo 13

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Capítulo 13
__(tn) salió corriendo rápidamente por delante de Riker hacia el dormitorio. Él la siguió un momento después con una botella de aceite de oliva extra virgen en una mano, y una botella de aceite para bebés en la otra. Ella se murió de risa por el brillo malvado en sus ojos.
— Ni se me ocurre preguntar el motivo por el cual un hombre viril como tú trae una botella de aceitepara bebés. — Incluso logró decirlo sin burlarse.
— Solo piensa en lo dulce que olerá tu culo, — bromeó él.

Arrojó a un lado el aceite de oliva y entonces dejó caer el aceite para bebés sobre la cama. Ella se acercó a él y pasó un dedo bajando por el medio de su pecho, bajando más hasta que delineó su polla semi-erecta hasta la punta.
— ¿El secreto para lograr que una mujer te ofrezca su culo? Vuélvela loca de deseo, excítala tanto como para que esté dispuesta a hacer cualquier cosa para correrse. Mientras más me enciendo, más traviesa me pongo — dijo ella con un guiño.
— En ese caso. — Envolvió los brazos alrededor de ella y la hizo caer sobre la cama, su cuerpo sobre ella. Le sujetó los brazos por encima de su cabeza y comenzó a atormentarla con esa pecaminosa boca suya.

La lamió. La mordió. La chupó. La besó.
Rodó los picos erectos de los pechos entre sus dientes y lavó con la lengua sobre los pezones. Todo el tiempo murmurándole con lujo de detalles exactamente lo que iba a hacer cuando la volteara y la montara. Cómo iba a deslizarse tan profundamente como pudiera y a montarle el culo largo y duro.
Sus exhalaciones estaban volviéndose tan agitadas que ella se sintió mareada. Dios, quería darse la vuelta y dejarlo montarla ahora. Ella quería eso. Lo necesitaba. Pero él parecía perfectamente feliz al torturarla con palabras y acciones.
Encendió un sensual rastro bajando por su estómago donde serpenteó la lengua alrededor de la superficial depresión de su ombligo. Jugó allí un rato mientras avanzaba entre sus muslos para separarlos con un hombro.

Los dedos acariciaron a través de los suaves vellos entre sus piernas, ahondando dentro de los suaves pliegues, abriendo y exponiendo el tierno brote por encima de la apertura de su coño.
Caliente y suave, su aliento sopló sobre la carne sensible. La carne de gallina corrió por sus piernas, por su cuerpo, instando a sus pezones a fruncirse en pequeñas protuberancias.
Él lamió ligeramente. La escofina de su cateo se extendió sobre la tierna piel enviando escalofríos de placer a su coño. La saboreó como una golosina, chupando, lamiendo, como si no pudiera conseguir lo suficiente de su dulzura.
Cuando ella estuvo segura de que no era posible que pudiera tomar más, él le abrió las piernas con un repentino movimiento y arremetió en contra de su cuerpo. Su polla se deslizó dentro de su ansioso coño, quitándole el aliento con una enérgica sacudida.

— ¡Riker !
— Dime lo que quieres — le exigió mientras se alzaba sobre ella, enterrado profundamente dentro de su cuerpo. Colocó las manos a cada lado de su cabeza e hizo rodar las caderas, meciéndolas hacia adelante y entonces retrocediendo otra vez.
— Quiero que me folles el culo — ella jadeó —. Por favor. Eso es lo que deseo. Tómame, Riker . Hazme tuya.
Se retiró de ella y la volteó. Le aferró las caderas y la empujó sobre sus rodillas. Ella escuchó el sonido cuando estrujó y vertió el aceite para bebés, y entonces la mano encontró la hendidura de su culo.
Deslizó un dedo bien lubricado hacia adentro. Sin preliminares. __(tn) gimió de placer cuando su cuerpo se retorció y protestó por la invasión. Dios, no era nada comparado a lo que sentiría cuándo metiera a su polla dentro de ella.
— Tócate, dulzura — le dijo con voz áspera —. Prepárate. No puedo contenerme mucho más tiempo.
Ella apoyó la mejilla sobre la cama, arqueando a su culo más alto, dándole mejor acceso. Se sostuvo con la mano derecha y deslizó la izquierda entre su cuerpo y la cama, estirándose para acariciarse el clítoris.
Él deslizó otro dedo dentro del apretado agujero, y ella se acarició el clítoris más duro, gimiendo de placer. Sus dedos la abandonaron, y luego las manos le agarraron las caderas mientras se levantaba sobre sus rodillas detrás de ella.
— Lo quiero duro — le dijo —. No te contengas, Riker .
Él vaciló.
— No quiero lastimarte, cariño.
— El dolor es parte del placer. Lo quiero. Sabes que deseo que empujes dentro de mi culo. No me hagas esperar.
Ella cerró los ojos y suavemente trabajó con el dedo sobre su clítoris mientras su cuerpo se tensaba por la anticipación. Sintió la ancha punta de la polla acomodarse entre las mejillas de su culo, y entonces la abrió hasta lo imposible. Contuvo el aliento justo cuando él empujó con fuerza hacia adelante.
Sus ojos se abrieron repentinamente por la sorpresa, y su cuerpo se tensó como una cuerda. Tembló y se contrajo, corcoveó en contra de él, su primer instinto para repeler sus avances. Él gruñó y la empujó bruscamente hacia atrás, en su contra, y oh Dios, ella amó ese sonido. Ese grito posesivo. Mía.
Movió su dedo más duro, buscando hacer que el ardor se apaciguase y el placer penetrara su cuerpo. Riker gruñó por encima de ella y le exigió que lo tomara por completo.
Ella cerró los ojos otra vez y levantó el culo sumisamente más alto. Las manos masculinas extendidas sobre sus nalgas cuando empujó otra vez. Su cuerpo rindiéndose, sometiéndose a él, mientras las bolas golpeaban en contra de su coño.
— Dios querido, eres tan apretada. Tan jodidamente increíble.
Ella era incapaz de hablar. Podía sentir cada borde, cada vena, cada pulgada de su enorme polla mientras él se movía sin parar a través de los apretados pequeños músculos que resguardaban la entrada de su culo.
Se estiró para acomodarlo y apretó cuando él intentó retirarse. Los dedos se clavaron en sus caderas, las manos se apretaron alrededor de su cuerpo, demostrando su reclamo, su marca. Por esta noche él la poseía y ella se vanagloriaba de ello.
Su liberación levitaba, tan cerca, tan tentadora, pero todavía no estaba lista. Aminoró la caricia de sus dedos y por un momento simplemente disfrutó de los constantes golpes del estomago masculino en contra de sus nalgas.
Él se retiró con un largo y lento empuje. La cabeza salió provocando un suave sonido, y ella gimió de protesta. Los pulgares acariciaron sobre su culo, separándole las mejillas mientras su abertura lentamente se cerraba. Entonces lo sintió posicionarse otra vez. Esperó un momento y luego se zambulló a través de su abertura con un largo empujón.
Estuvo a punto de correrse entonces. Luchó por el control mientras un crudo e histérico deseo recorría sus venas.
— No vas a dármelo — le dijo él —. Yo voy a tomarlo.
Se estiró hacia abajo para apartarle su mano con fuerza. La empujó alrededor de su espalda y la sujetó con una mano mientras la montaba implacablemente.
Su orgasmo creció. El fuego enfureciéndose, pero sabía que no sucumbiría hasta que él la tocara. Hasta que hiciera lo que le estaba impidiendo hacer por sí misma. Estaba bajo su poder, indefensa para recibir solo el placer que él estaba dispuesto a darle, y se lo dio todo.
— Dime que quieres correrte — pronunció en un rudo susurro —. Pídeme que te toque, __(tn). Dime cómo hacerte gritar.
— Oh Dios. Tócame, Riker . Mi clítoris. Por favor. Necesito correrme. Pero contigo. Solo contigo.
— Entonces prepárate, cariño, porque voy a correrme completamente dentro de tu culo.
Deslizó su otra mano por debajo de ella, hacia su clítoris. Cuando el dedo cepilló ligeramente el hinchado brote, las primeras olas de su orgasmo se desataron. Y todavía, él la tomó más alto.
Profundo, estaba tan profundo que la estaba obligando a acomodarlo, para tomarlo por completo.
Aplicó más presión sobre su clítoris, girando sobre éste, y ella gritó cuando su cuerpo estalló. Un éxtasis automático la sacudió. Perdió completamente el sentido del tiempo y el lugar. Sintió el primer chorro caliente de la liberación masculina dentro de sus entrañas, y empujó hacia atrás, en contra de él, queriendo más.
Él se inclinó hacia atrás. Le guió su propia mano hacia abajo y otra vez le dijo que se tocara a sí misma. Entonces le aferró las nalgas con sus palmas y la abrió mientras se retiraba.
Lo sintió agarrarse la polla y sacudirla, y luego sintió la caliente salpicadura en contra de su abertura. Se deslizó hacia adentro, un poco penetrando en su interior mientras más seguía bajando por la hendidura de su culo.
Mientras movía el dedo sobre su clítoris, sintió el afilado borde de otro orgasmo golpearla y explotando en cuestión de segundos a medida que el caliente rastro de su semilla corría por el interior de los muslos y la parte posterior de sus piernas.
A continuación se deslizó dentro de ella otra vez, más fácil ahora. Más lentamente, más suave al moverse continuamente. Se mecía contra ella mientras su polla se tranquilizaba, y vaciaba los restos de semen dentro de su cuerpo.
Ella dejó caer la mano, su coño demasiado sensible para soportar más estimulación.
Yació allí, contenta de dejarlo acabar con tiernos empujes hasta que finalmente su cuerpo lo liberó con un suave suspiro.
Él se inclinó y presionó un beso entre sus hombros.
— Voy y vengo — susurró.
Un momento después, sintió un paño caliente limpiando suavemente sobre su piel.
— Dejé preparada la ducha para nosotros.
Ella intentó voltearse, pero sus músculos se habían vuelto de gelatina. Lánguida y saciada, no podría haberse movido ni si quisiera.
Él se agachó, tomándola en sus brazos, y la levantó para llevarla al cuarto de baño. La colocó en la ducha debajo del agua caliente, y ella se apoyó en su contra, demasiado débil para permanecer de pie por sí misma.
Envolvió los brazos alrededor de ella y la sostuvo con fuerza. La mayor parte del tiempo permanecieron parados allí, debajo del agua caliente, sin ningún movimiento.
— El sexo fue alucinante — dijo él finalmente —. Pero hubo más. Maldita sea, hubo más, y ni siquiera puedo entenderlo. ¿Qué pasó, __(tn)? Porque estoy puñeteramente seguro que no puedo explicarlo. Solo debería haber sido un sexo caliente y retorcido, pero nunca he sentido nada como esto antes.

Ella no tenía una respuesta para darle, porque conocía exactamente contra lo que él estaba luchando. La de ellos era más que una conexión física, más que dos cuerpos deseándose, sudando, follando.
Se aferró a él mientras los lavaba. Salieron de la ducha, y él envolvió una toalla alrededor de ella, todavía manteniéndola cerca como si no pudiera soportar la separación.
Cuando estuvieron secos, ella se apoyó débilmente contra él.
— ¿Alguna otra cosa en tu lista? — ella chasqueó.
Le besó la parte superior de la cabeza y enlazó los dedos a través de su cabello todavía húmedo.
— Todo lo que quiero es llevarte otra vez a la cama y abrazarte. Y más tarde quiero hacer el amor contigo. Una y otra vez.
__(tn) suspiró porque era exactamente lo mismo que ella quería. Ser abrazada y mimada por este hombre.
La meció dentro de sus brazos y la llevó nuevamente a la cama. Bajó la mirada a las sábanas haciendo una mueca de disgusto y entonces la acomodó en una posición erguida.
Moviéndose rápidamente, quitó la sábana superior y la arrojó hacia el rincón.
— No te muevas. Regreso enseguida.
El ruido de sus pasos se alejó, y en un momento, regresó con otra sábana que rápidamente acomodó en la cama. Recogió el edredón que estaba en el piso y lo acondicionó dejando la apariencia de una cama ordenada.
Ella gateó debajo del cobertor y se volvió para enfrentarlo cuando él se ubicó a su lado.
— Ven aquí — dijo él con voz ronca y abrió sus brazos.
Se acurrucó estrechamente contra él, dejando que el calor de su cuerpo la envolviera.
Él tiró las cubiertas sobre ellos y la encerró dentro de sus brazos, moldeándola en contra de su cuerpo, y __(tn) se maravilló de lo perfectamente bien que encajaban. Su blandura en contra de la dureza de él, sus curvas alineándose a los planos músculos de la forma masculina.
Acomodó la cabeza debajo de su barbilla, y entrelazó las piernas con las de él hasta que no quedó ni una pulgada de espacio separándolos.
Así, ella pensó... esto era perfecto.

Golden Eyes - Riker Lynch (Adaptada) HOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora