- Itachi -

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Parte II

Aquí estoy, sentado en lo que una vez fue la base de mi clan, recuerdo aún aquel día cuando falleciste Deidara, pasó poco tiempo para que mi destino me alcanzase al fin y mientras espero a mi hermano, recuerdo perfectamente aquel día como si hubiese sido ayer...

Mi Deidara, tan hermoso te veías aquella radiante mañana cuando, sin saber que sería la última vez, nos habíamos amado desesperadamente como siempre después de cada misión, allí en tu habitación que vigilaba celosamente, sobre aquel lecho con blancas sábanas que fue testigo de los susurros y caricias que compartíamos cuando nos entregábamos clandestinamente huyendo de los ojos de los demás, siendo felices en nuestro pequeño espacio alejado de toda la crueldad del mundo donde nos había tocado nacer y del destino que nos había tocado compartir siendo ninjas renegados y amenazados de muerte como si fuésemos simples criminales sin alma.

Una lágrima resbala por mi mejilla ahora, recordando aquel día cuando te declaré mis sentimientos. 

No había vuelto a amar desde que asesiné a Izumi, mi antigua novia junto con el clan entero donde nací, aunque a ella no le amé tanto como a ti. 

Recuerdo con una sonrisa cuando te confesé lo que mi corazón albergaba por ti y huiste lejos de estos ojos que tanto aborrecías por haberte cortado las alas de tu preciada libertad, y en la noche colocaste una de tus pequeñas bombas de arcilla en mi cama, la cual logró explotar parcialmente mi habitación, y... ¿recuerdas lo que hice luego? Sí, te acusé directamente con el líder y él te sentenció a que durmieses conmigo en tu habitación hasta que logren reconstruir la mía, y esa noche... ¡Oh, aquella noche! Nos recostamos juntos, listos para descansar y aproveché para intentar entregarte una vez más mi corazón que latía desbocado al ver tu sonrisa que encendía mi solitaria alma, me diste unos cuántos golpes para ver si no estaba sonámbulo y cuando te miré a los ojos ya no hubo marcha atrás, me habías abrazado tan fuerte que sentí que uniríamos nuestros cuerpos en uno solo para siempre.

Aunque suene extraño, me haces tanta falta incluso ahora que sé que moriré a manos de mi pequeño hermano que tanto me odia, pero...es mejor así, es mejor que él no sepa la verdad qué secretos se esconden bajo las tinieblas de los altos mandos de mi querida Konoha, sé que él encontrará la luz que su alma necesita para tomar las decisiones correctas y que decida regresar a su aldea para protegerla y luchar por ella, y que él pueda cumplir mi anhelado sueño de reconstruir el Clan Uchiha, casándose con alguna buena mujer que le ame de verdad, algo que yo quizá no tuve en la manera "correcta" como diría mucha gente ignorante que no ama, pero definitivamente lo tuve de cierto modo...te tuve a ti para amarme y con eso me basta.

Ahora siento claramente el chakra de mi hermano menor acercándose. Sé que te enfadarás porque habías dicho que ojalá tu muerte no sea en vano pero...el muy pillo de Sasuke logró realizar su invocación de Manda, la gran serpiente que antes hubo pertenecido a uno de los legendarios Sannin, y sacrificándolo a él, logró salvar su vida.

No le odies por favor, porque él será el que muy pronto me permitirá reunirme contigo donde sea que te encuentres, no importa el lugar, mientras ambos estemos juntos será como estar en el eterno paraíso.

Al fin ha llegado Deidara, y prometo pensar en ti durante la batalla entera.


— ¿Qué ves con ese Sharingan tuyo? —le cuestiono cuando al fin aparece en mi campo de visión, vaya que ha crecido mi tonto hermano menor.

— ¿Qué veo? Con estos ojos míos hay una cosa que puedo ver claramente —se detiene y me mira directamente a los ojos igual encendidos de aquel color escarlata tan característico de nuestro dojutsu —Itachi, veo tu muerte.

Sacrificio ; [イタデイ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora