Eras Tú

928 68 17
                                    


Después de todo...

Eras tú

Un alto peli-rojo con tez tostada salía rápidamente de su auto, la lluvia caía mojándolo por completo, agradecía estar a unos pasos del edificio donde vivía con su prometida. Taiga Kagami ex miembro del equipo de Seirin ahora se encontraba con un futuro prometedor, un compromiso arreglado por su padre, al principio no era de su agrado pero conforme fue conociendo a su prometida se llegó a interesar y bueno, se podría decir que incluso se enamoró.

Ese día se suponía que llegaría tarde, después de sus clases en la universidad debía ir al trabajo en las empresas de su padre y según lo que le habían dicho ese día tendrían una junta algo larga, se sorprendió al saber que su padre lo dejo salir más temprano para ir y darle una sorpresa a su novia, quien diría que el sorprendido sería él.

— Ahh nngg Satou – gemía la chica recostada en el sofá

— Yuko eres increíble ¿te gusta aquí? – cuestionaba roncamente el hombre sobre ella mientras embestía con fuerza

— Ahh Sí, aahhh más Satou más fuerte – gemía

— ¿Por qué haces esto? – cuestiono el peli-rojo dejando caer su maletín y el ramo de flores

— Ta-taiga – sorprendida trato de cubrirse con un cojín pero el daño ya estaba hecho

— Pero querías esperar hasta después de casarnos ¿verdad? – Sonrío de manera cínica – Quiero que para mañana hayas sacado todas tus cosas de este departamento, no me importa si no tienes a donde ir, no te quiero volver a ver

— ¡No puedes! Este departamento también lo pago mi padre

— ¡No me importa! ¡Lo voy a vender! ¡Por eso saca todas tus porquerías de aquí! – ordeno furioso el peli-rojo

Se dio la vuelta nada más para ir a su habitación, tomar una maleta y meter toda la ropa que pudiera además de algunos utensilios de uso personal. Era cierto que Yuko le había dicho que no quería tener relaciones hasta casarse, él como un tonto enamorado lo acepto dejándola ser, no quería presionarla y solo quería hacerla feliz. Que idiota había sido al tenerla en un altar todo ese tiempo mientras ella lo engañaba a sus espaldas, realmente una mujer como ella era despreciable ¿ahora que podía hacer? ¿A dónde podría ir? ¿Quién lo recibiría? Claro, había una persona que lo recibiría con los brazos abiertos siempre que quisiera.

— Kuroko – susurro roncamente mientras el agua caía por su cara, los mechones rojizos caían sobre su frente pegándose

— ¡Kagami-kun! – exclamo el peli-celeste abriendo completamente la puerta, desde hace un año que vivía solo en esa casa, sus padres se habían mudado después de la muerte de su abuela

— Fui un idiota – siguió mientras entraba

El peli-celeste no dijo nada por el momento, se dedicó a llevar al peli-rojo a la ducha para que se bañara, abrió la maleta para encontrarse con toda la ropa mojada. Debajo de toda la ropa había unos shorts y una camisa, del peli-rojo, aun seca. Lo demás lo metería a la secadora luego, cuando el peli-rojo hubo terminado, se sentó en la sala para tomar el té que el peli-celeste le sirvió.

— ¿Qué pasó? – cuestionó el peli-celeste viendo a su amigo más tranquilo

— Yuko... ella me engaño – tomo con fuerza la taza entre sus manos llegando a asustar al peli-celeste puesto que la presión podría romper el recipiente

— ¿Cuándo?

— No lo sé, hoy la encontré con otro hombre en el sillón de nuestro departamento – contesto – estallé y le grite que sacará todas sus cosas porque mañana mismo vendería el apartamento

Después de todo... (KagaKuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora