Prussia.

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ALEMANIA:

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ALEMANIA:

Era una bonita tarde de primavera, como muchas otras, supongo. Yo me había quedado embobado mirando la cruz de hierro de "esa" persona. La cruz estaba todavía bañada en sangre, de su última vez como militar. Su sangre. La sangre de mi hermano. Del gran Gilbert Beilschmidt. 

Mi hermano, la persona que mejor me ha tratado y me ha cuidado jamás, la persona que me crío y que me enseñó absolutamente todo lo que ahora sé, tanto lo bueno como lo malo,  que me acompañó en cada una de las desastrosas etapas de mi vida, incluso las que no tengo en mi mente ahora mismo. 

Él.

Su sangre.

Su sangre la cual yo no he limpiado, como último recuerdo. 

¿Estúpido, verdad?

Las lágrimas comienzan a derramarse, mojando mi uniforme, bañando mis mejillas y enrojeciéndolas, al igual que mis ojos.

Le echaba de menos.

Le echo de menos. 

Él me lo había dado todo...

Recuerdo como bien él se describía, esa palabra que tanto le gustaba:

"Awesome".

Tras su muerte eso se ha convertido en una estaca que cada vez que sonaba se clavaba en mi pecho y me mataba un poco más por dentro. Y dolía. Dolía mucho.

Me puse de pie y agarré la foto que estaba al lado de la cruz, en la que estábamos los dos, riendo, con jarras de cerveza en ambas manos. Juraría que era el Oktoberfest de hace cinco años...Una experiencia inolvidable.

Desde su muerte no he sido capaz de volver a visitar ningún bar ni nada parecido. Me recuerdan demasiado a él, me hacen sentir terriblemente mal.

Sostuve la foto un rato más, pero tan embobado estaba que la dejé caer.

Las lágrimas volvieron a poblar mis ojos, volvía a llorar...

Me agaché y recogí la fotografía, sosteniéndola de nuevo con ambas manos. Toda ella se mojó con mis lágrimas, no quería estropear esta foto, no esta.

La dejé en su sitio, un pequeño estante que tenía ahí dedicado a mi hermano y busqué unos pañuelos para secar mis lágrimas de una vez.

Me senté en el sofá, más bien me dejé cae en él, sin poder parar de pensar en mi hermano.

Tras un rato meditando opté por llamar al italiano, él era la única persona que me alegraba en estos momentos, y siempre conseguía arrancarme una sonrisa, por muy difíciles que fueran los momentos por los que pasaba, él lo conseguía. 

Si algún día yo tuviera que escoger a un sustituto de Gilbert, sin duda sería Feliciano.

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