Verso.

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El vibrar de mi voz al saber que hice algo mal, el unísono crujido de hueso cuando tiemblo, mi piel erizada me avisan y detonan en mi cabeza pensamientos que llenan hasta el más recóndito lugar de mi cuerpo.


No seamos martires de nuestras culpas y pecados, cada quién carga en si sus culpas, algunos con sus actos al tener una situación al parecer maldíta, otros en el cuerpo como las líneas con las que llenaba mis brazos, otros sentimentalmente sufren, agonizan, pareciendo que van a naufragar en la sangre y en los versos que ya derramaron.

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