Capítulo 4: "Vamos a salir"

92 6 2
                                    

   Al ver su cara no puedo contener una carcajada y su rostro se relaja.

   Cuando puedo regularizar mi respiración lo miro y le sonrío. 

   —Te perdono. Pero antes de hacer algo así otra vez pensá que vos no sos así y fijate si lo que decís es verdad.

    El sonríe y empieza a caminar pero para, se da media vuelta y me mira.

   —Te veo en la cabaña—dice y luego me guiña un ojo. 

    Aunque eso no tiene mucho sentido porque tenemos todas las clases juntos pero ta, lo dejo ser.



     Luego de almorzar me dirijo a mis clases. 

   Llego a la clase y veo que Alex está sentado solo. Medito por unos segundos si debería sentarme con él, ya lo perdoné pero no sé si él me perdonó a mi todavía. Se que está este estúpido odio que nos tenemos debido a algo que pasó hace años, pero no es odio verdadero. Quién sabe, tal vez él ya está listo para perdonarme. 

   —¿Puedo sentarme?

   Levanta la cabeza y me dedica una leve sonrisa que luego desvanece para volver su cara hacia sus piernas. Me siento al lado de él.

   —¿Está todo bien?—le pregunto.

   —Creo que ya notaste que ya no estoy con mis amigos, ¿no?

   —Si. ¿Es por eso? 

   —Mas o menos. Digo, me dí cuenta que eran unos idiotas pero eran mis amigos y los extraño. 

   Al fin

   —Te entiendo.—le digo pero no puedo evitar preguntarme por qué cambia de opinión ahora cuando estuvo años con esas personas. 

   —Lo peor es que me siento solo, porque yo me alejé de ellos.

   —¿Por qué lo hiciste?

   Me mira y se queda así por unos segundos hasta que sonríe y vuelve su cabeza a sus piernas. 

   —No te sientas obligada a escuchar mis problemas.

   —Gracias a Dios, no podría haber aguantado escucharte un segundo más— digo en broma. 

    El ríe suavemente y yo sonrío porque por lo menos lo hice reír un poco.

   La clase empieza y se termina rápido. Así como las otras que tenemos. Y en todas me senté con Alex. 

(---)

   Era Sábado y no se porque Alex tiene un maldito despertador a las 8 am. Estoy muy de mal humor.

   —¿Qué mierda?— digo enojada y siento una risa —¿De que te reís?

   —De vos.

  —¿¡POR QUÉ TENÉS UN DESPERTADOR A LAS 8 AM UN SÁBADO?!—Grito.

   Como dije, de mal humor y enojada. 

   —Porque vamos a salir a la ciudad.— supongo que después de ayer, volvimos a ser amigos. Creo.

   —¿Para qué?

   —Para no quedarnos acá adentro un sábado. 

   —Pero podríamos ir más tarde.

   —No, tenemos que aprovechar el día. 

   —¿Qué pasó con el Alex que no quería ayudar a los más chicos porque era de mañana?

   —Dejó a sus estúpidos amigos que decían que no debía levantarse temprano por unos niños. 

   Esa respuesta me dejo sin palabras. 

   Me levanto, elijo ropa y voy al baño. Cuando salgo ya está arreglado y listo para irnos. Agarro una cartera y meto las llaves, el celular, plata y el papel que dice que puedo salir los fin de semana y salimos.

   Cuando llegamos a la puerta el guardia de seguridad nos pide los papeles de salida, se lo damos, los devuelve luego de examinarlos y salimos caminando. 

   —¿A donde vamos? —le pregunto.

   —¿Te acordás de La Cueva?

   —Como olvidarla.

   —Vamos a ir a verla. 

   La Cueva es un lugar de nuestra antigua primaria al que nadie iba, ni siquiera se si sabían de su existencia. Siempre íbamos y podíamos pasar todo el día ahí hablando y no nos cansábamos nunca. Juramos no contarle a nadie que ibamos a ese lugar aunque nos hayamos peleado porque era especial para nosotros, y si la gente se daba cuenta que era un lugar hermoso y nada aterrador iban a empezar a usarla. 

   Está en un lugar en el patio entre todos los arbustos donde no hay nada. Cuando teníamos 11 años estábamos huyendo de una niña medio rara y nos metimos en los arbustos (algo muy raro y extremo, ya lo se) y entre los arbustos empezamos a caminar y encontramos un lugar que no tenía ni arbustos ni pasto, solo tierra. Entonces empezamos a ir al lugar ese en los recreos y nos sentábamos a comer o hablar. 

   No es que nosotros dijimos "¡Hagamos este lugar un lugar secreto y que sea significativo!" no. Nosotros solo decíamos "Vamos al lugar de los arbustos" y, como era muy largo decir "el lugar de los arbustos", la llamamos "La Cueva".

   Hace 4 años que no voy a La Cueva. 

   Llegamos y vamos a la parte de atrás del enorme terreno porque no nos van a dejar pasar. Trepamos las rejas y caemos en el patio. Corremos hasta los arbustos por las dudas de que haya alguien y nos pueda ver. Entramos en los arbustos, empezamos a caminar para adentro y llegamos. 

   Parece mucho más chico que la última vez, obviamente porque crecimos. Nos sentamos en el piso y nos miramos. 

   —Sabes, con mis amigos no podía hacer este tipo de cosas, estar en un lugar solos y sentarse a hablar o incluso sin hablar. Ellos no estaban para esto. Les gustaba más ir a una cafetería o a la casa de Marcos que tiene vista a la playa.

   —Yo pensé que eso te gustaba, que ya no te gustaban el tipo de cosas que nosotros hacíamos.

   —Aunque las dejé de hacer me siguen gustando, por eso te traje acá, porque quiero hacer esas cosas que no pude cuando era amigo de ellos. 

   —¿En serio?—asintió —Entonces, ¿qué estamos esperando?—digo parándome y agarrándole el brazo para levantarnos y salir de ahí. Lo voy a llevar a hacer todas las cosas que antes hacíamos. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 08, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Campamento de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora