Capítulo 2

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Conversamos con mi amiga sobre lo que hicimos la noche anterior.

Estuvo bueno para ella. Yo, en cambio, no recordaba nada, aunque estoy segura de que no la había pasado tan mal.

Cuando Alissa se fue, prendí mi computadora para revisar mi correo.
Uno de los mails, era la invitación para una fiesta del viernes.

Ay, estos chicos... Es la primer semana de clases y ya hacen una fiesta.

Igual a mí no me venía nada mal.

La organizaba Jade Anderson.

¿Jade Anderson? Me parecía que era una peli-roja de nuestro curso, aunque no estaba tan segura.
Todo el instituto estaba invitado.

Decidí llamar a Alissa para notificarle lo de la próxima fiesta y, de paso, ir a comprar el vestido junto a ella.

Tres veces sonó el contestador automático. Mi amiga ya no me respondería, así que decidí irme sola, en un taxi, al centro comercial.

***

Los vestidos de la tienda eran preciosos, todos tenían su toque de perfección.

No sabía si la fiesta iba a ser lo suficientemente lujosa como para vestirse así, pero es mejor lucir superior que quedarse atrás, ¿no?

Estuve, aproximadamente, una hora y media probándome vestidos y zapatos hasta encontrar el ideal: uno corto, azul de razo y ajustado al cuerpo. Los zapatos, la cartera y los accesorios eran plateados.
Todo lo que me probaba me quedaba genial, pero esto me hacía sentir aún mejor. Si quería destacar, este era el outfit perfecto.

Salí del probador con las prendas, que había seleccionado, puestas. El vendedor que me estaba atendiendo, me miraba de arriba abajo sin pudor alguno.

-Te ves sexy.- dijo casi babeando.

-No, no me veo sexy. Soy sexy.- dije guiñándole un ojo, y luego volví al probador para ponerme la ropa que estaba usando.

Pagué todo lo que llevaba y luego saludé con una mano al chico que me atendió, pero este me hizo una seña de que vaya hacia donde estaba él.

La verdad es que estaba bien bueno.
Cuando llegué a su lado, me dio un papelito con un número telefónico.
Mejor dicho, con SU número telefónico.

-Llámame, linda.- me guiñó el ojo y yo asentí guardando el papel.

Idiota, ¿Piensa que lo voy a llamar así de la nada?

Claro que no lo haré.

Al menos que necesite despejarme por una noche.

Volví a mi casa utilizando el mismo medio que para ir a la tienda: un taxi.

Me había quedado sin dinero.

Genial (nótese el sarcasmo).

Ahora ya estaba mi mamá en casa. Siempre llegaba cuando yo no estaba.

-Hola, Meg.-

-Mamucha, ¡hola!- dije abrazándola.

-¿Mamucha?- rió.- Dios mío, mi hija debe aprender a inventar mejores apodos.- dijo negando con la cabeza divertida.- ¿Qué traes ahí?-

¿Esto?- dije señalando las bolsas con lo que compré recién, y ella asintió.- El vestido para una fiesta que habrá el viernes.-

-Oh Dios. ¿Fiesta de nuevo?. Hija, solo quiero pedirte una cosa: todavía no me hagas abuela, no estoy preparada.-

Reí por su comentario. Mi mamá desde niños nos daba charlas, a Shane y a mí, sobre las relaciones sexuales para que en la juventud no tuviéranos hijos. Y luego, al entrar a la adolescencia, nos tenía horas mencionándonos los métodos anticonceptivos.

-Tranquila, mamá. No serás abuela.- dije, y ella suspiró aliviada.- Además yo tampoco estoy preparada.-

Al parecer, ella tenía un trauma, y este consistía en que debía ser abuela después de los cincuenta años.

Soy zorra y quiero cambiar (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora