Capítulo 2: Parecen sanos, no lo son.

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Jason se encontraba algo acomplejado con respecto a su empleo. A él siempre le apasionó la mente humana, cómo funcionaba, cómo se sale de sus casillas, pero ya no aguantaba tener que tolerar tanta mierda. Ha sido mucho tiempo. No le resultaba agradable cada día tratar a gente fallada del mate.

Que por cada paciente, debe leerse el historial completo para no olvidarse de nada, si es nuevo en su consulta, preguntar un montón de antecedentes familiares y otros datos importantes para crear un reporte. Si obtiene los resultados de un examen, debe analizarlos y explicárselo en palabras simples algo tan complejo. Si debe tomar un examen, se debe preparar él también y buscar el que sea adecuado para la edad del paciente, después analizar los resultados y formar un reporte que luego se lo debe explicar al paciente también o entregárselo a otro especialista de la salud -algunos exámenes sólo Jason los ofrecía y otros funcionarios redirigían sus pacientes hacia él para dar x examen- para que le explique el acontecer.

Era un trabajo demasiado duro. ¿Ya se mencionó que debe tolerar manías, delirios y alucinaciones tanto como la agresividad de algunos pacientes? Si él hubiera sabido que se enfrentaba a todo eso, mejor ni se molestaba en tomar esa especialidad en la carrera, no, ni se hubiera molestado en elegir esa carrera en primer lugar.

Hoy tenía que atender a tres personas.

Primero a un matrimonio, que por más que Newsted insistiera que él no se preocupaba de crisis matrimoniales y que eso lo ven los psicólogos, fue obligado a hablar con la pareja un buen rato para crear un informe, charló, soportó problemas, gritos entre ellos dos y que se negaran a hablar.

Finalmente, les recomendó que se redirigieran a un psicólogo de la misma facultad y que él le llevaría el reporte con todos los datos de los dos, que no se hicieran la ley del hielo ni se negaran a hablar, que si ocurre algo malo, debían discutirlo de manera civilizada. Fue la hora y media más aburrida de su vida.

Más tarde, llegó una nueva paciente que se trataba de una niña que fue redirigida desde su psicóloga para analizar un supuesto testimonio de ella; que alucinaba, se la enviaron a Jason para analizar si el testimonio es real o sólo mentía.

No le tardó más de diez minutos en saber que era una mentira de mal gusto para querer dar pena, eso le frustró mucho porque ya era el segundo caso en el día que no valía la pena, pudo haberse quedado en casa descansando y se quedaba en la consulta descansando también hasta que llegara el tercer paciente, incluso pensó en que varios pacientes importantes más pudieron asistir ese día y tuvieron que esperar a otro para poder ser atendidos.

La adolescente no paraba, no paraba de mentir, eso estresaba al psiquiatra, porque le daban ganas de soltarle un guantazo o gritarle que deje de aparentar porque ya ha escuchado demasiado. Tras dolorosa media hora, llamó a la madre para conversarle el asunto de su primogénita.

Por ende, se armó una gran discusión que lo ponía más ansioso, más aún porque estaba obligado a mantener la calma, soportar los berrinches que la mentirosa hacía...

Así que, la transfirió con su psicóloga original y que él le entregaría el reporte de la sesión de ese día.

El tercer paciente no llegaría hasta una hora y media más tarde, así que, el especialista, hallándose a si mismo muy mal, poco capacitado, salió del edificio un momento para tomar aire. Comenzó a fumar un cigarrillo, luego dos, y tres. Demasiado tenso se sentía.

El tercer paciente era un adulto que padecía un extremo caso de trastorno bipolar, que estuvo experimentando alucinaciones en el último tiempo. Era una psicoterapia la que tocaba.

Charlar con él era como charlar con James, le recordaba tanto a él. Terco, agresivo, muy confiado en sus palabras, si le contradices se enfurece... Una parte del psiquiatra se ablandó bastante, causándole un gran dolor; porque ayudaba todos los días a diferentes personas, sin embargo, no podía ayudar a su pareja por falta de tiempo y porque éste no quería escucharle.

Al finalizar la larga consulta, fumó un cigarrillo más. Ya había terminado la hora, así que se retiró del trabajo y tomó el tren que lo dejaría cerca de casa, caminó agotadísimo para preparar la cena, de ahí descansar hasta que James regresara.

Despertó por los gritos reprochables de su novio, se refregó los ojos y fue a ver qué ocurría. Nada. A la nada James le gritaba.

- Cariño, veo que ya llegaste -forzó una sonrisa.

- Dios, que bueno que estás en casa, creí que te habían secuestrado, ¡me lo dijeron y me asusté mucho!

- No, no, estoy bien... Estoy bien -mintió para no alarmarlo, le dio un abrazo-. Tranquilo, cariño, eso es mentira, no creas nada de lo que ellos te digan...

- Es que sin ti, Jason, juro que me muero... tú tienes que estar bien, si no lo estás, yo no lo estoy.

Si ya estaba mal, cómo se pondría al enterarse que su novio estaba fatal.

- Por favor, tranquilízate, tómate un descanso de tu trabajo, quiero pasar más tiempo contigo.

- No, no... ¡No! -bufó, alejándolo- ¡No puedo! ¡Necesito tenerte a mi lado pero mi empleo para proteger tu vida es lo primero! ¡Si no fuera porque... porque...!

No dijo nada, sus ojos parecían seguir el recorrido de un objeto inexistente en el ambiente.

- ¿Amor...?

- ¡Ugh! ¡Vete, hijo de puta!

- James, por favor.

- ¡Bastardo, quiero hablar con Jason! ¡Déjanos a solas un maldito momento!

- James, en serio, detente -rogó, molestándose un poco más-. Vamos a cenar, ¿sí? Ya estamos en la hora.

- Vale... ¿la comida la haz preparado tú? ¿Qué hiciste? ¿Cuánto te demorast...?

- Cariño, la he hecho yo con mucho amor. No pasa nada, si la hubiera comprado ya preparada tampoco habría veneno -cogió su mano.

Gruñó, para nada convencido de eso.

Se dirigieron al comedor y allí procedieron a cenar, angustiados los dos por dentro. James se sabía que no era normal, se notaba a kilómetros de distancia. Mientras que Jason lo aparentaba pero no lo era.

Y, en otro lugar...

Kirk, aunque pareciera ser el alma más libre del universo, se sentía miserable; limpiar aquí y allá, lavar la ropa, cocinar, no charlar con nadie en todo el día hasta que llegue su pareja. Mantenerse solitario, preocupándose horas y horas en trabajo hogareño si su novio se sentía bien, si durmió lo suficiente, si está haciendo un buen trabajo en la empresa... Era duro para él, sobretodo porque ahora Lars comenzaba a obsesionarse con el tema de las conspiraciones.

También se pasaba algunos rollos de que alguien en el trabajo podría coquetearle a su pareja, no lo asumía, sin embargo, bien en el fondo, tenía unos celos horribles, nada sanos, hacia James porque siempre le hablaba de él como si fuera el ser más inteligente del universo. Deseaba que le hablara de él, que él es el más inteligente porque es su pareja, no sobre su mejor amigo.

Se lo quería quitar de encima al tal James que siempre oía, porque eso lo mantenía ansioso varias horas del día, sufriéndolas en silencio, sin decir nada de nada por miedo, por vergüenza.

- Lars, mi cielo, quiero hablar contigo de algo -murmuró cuando ya estaban en cama, viendo la televisión.

- ¿Qué quieres? -contestó de forma poco amigable.

- ¿No te parece que tengamos una cita doble con James y su novio? 

- ¿Um?  ¿Hablas en serio?

- Claro... hace mucho que no pasamos por un momento romántico, además que quiero conocer a tu mejor amigo -se acurrucó en su hombro, hizo un puchero muy adorable-. Vamos, yo sé que tu quieres, un fin de semana podríamos salir...

- Um, vale, le preguntaré a James acerca de eso -murmuró, incomodado.

Sweating Bullets (Metallica, KLARS/JAMESON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora