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#Tangerine
Cerrado—Aburrido.
Hay pocos lugares que uno puede llamar como propios, pocos que uno puede realmente sentir propios.
A pesar de ser las tres de la tarde, el espacio no distinguía la noche del día, pues las cortinas de la pequeña habitación , apenas concedían paso a los rayos.
Rodeada de cobijas y sábanas desordenadas, Dea permanecía con la vista en el techo. Las horas pasaron desde la noche anterior, y ella simplemente había conservado esa posición. Sin hablar. Sin reír. Sin pronunciar aquellos monólogos en los tantos idiomas que amaba.¿Qué cosas pasaban por su mente? Era complicado saberlo, incluso si ella en voz alta lo dijese.
Dieron las cuatro, las cinco, las seis... y por fin estaba lista para salir de su aposento.
¿De dónde sacaba tanta energía? Sus ojos mostraban los visibles rasgos del desvelo, pero su amplia sonrisa y alegre caminar, hacían creer lo contrario.
En la concurrida ciudad —donde la tecnología abundaba y la necesidad de aparentar una vida perfecta, era cada vez más creciente—, cualquiera podía pasar desapercibido, incluso una chica con una vistosa cabellera toronja.
Conforme la noche llegaba y ella avanzaba, las calles empequeñecían conforme la muchedumbre aumentaba. Dea detestaba relacionarse con la gente, pero más aún detestaba el contacto físico, es por eso que su andar se parecía al de una grácil danza, pues en cada esquivo daba un giro, que de vez en cuando un niño señalaba preguntando el por qué.
—No le hagas mucho caso, está loca —respondía algún mayor.
Desde las alturas, todo se miraba diferente. Ahora nuestra chica se encontraba sobre un puente con los brazos recargados en los barandales.
—Aburrido —comentó sin apartar la mirada de los transeúntes que vagaban entre puestos comerciales.
A sus ojos, las personas parecían moverse como los videojuegos, de esos donde los monos simplemente están para llenar un espacio vacío, sin cumplir una función más que decorativa o proporcionar datos irrelevantes.
Un sonoro resoplido se hizo presente para expresar su fastidio. La chica optó por ignorar el paisaje, y tomó asiento en el suelo, dando la espalda a su anterior apreciación.
—Aish, ¿por qué todos hacen lo mismo? Incluso los Sims parecen más divertidos —nuevamente resopló y hundió su rostro entre sus rodillas que se encontraban contraídas a su pecho— ¿Será porque ni siquiera has intentado acercarte? —se cuestionó con cierto matiz de sarcasmo y se puso de pie para caminar de un lado a otro— Escucha, lo que tú haces no es más interesante. ¿Desvelarte soñando con conocer otras ciudades?, ¿pasar el día encerrada, sin ordenar tu cuarto siquiera, y al final salir durante unas horas solo para observar a la gente? No —negó moviendo la cabeza—, no eres tan diferente a ellos.
Dea esbozó una infantil mueca de desagrado, inflando las mejillas, y después de entrecerrar la mirada, prosiguió con tono de protesta.
—¡Yah! Al menos estoy intentando no seguir lo que ellos hacen... —la chica alzó una ceja como desaprobación a sí misma, como si esperara algo que pudiera justificar su patética respuesta— Ah, tú sabes, me refiero al hecho de hacer algo por costumbre, no porque en serio deseen hacerlo —suspiró con pesar—. Vale, sé que yo también lo hago por costumbre, pero... pero...¡Agh! —despeinó ligeramente sus cabellos en señal de rendimiento— ¿Cómo es posible que ni siquiera pueda convencerme a mí misma?
Posiblemente, cualquier individuo que escuchara —y viera sus monólogos— pensaría que Dea estaba falta de un tornillo, y puede que no estuviera del todo equivocado cuando se le comparaba con el resto de la gente.
Dea es el tipo de persona que vive dentro de su mundo y piensa poco en lo que la gente pueda pensar o decir de ella; prefiere ser espectadora a ser un personaje principal en la gran obra de teatro que implica la vida, ella vive entre sueños que terminan en eso, sin una meta sincera ni algo que los vuelvan tangibles, y por esa misma razón, sus ideas y acciones suelen ser contradictorias.
Deseosa de experimentar algo nuevo, ansiosa de borrar cualquier rastro de monotonía que pudiera existir en su vida, Dea pasa sus días planeando el futuro que termina por nunca llegar, pues antes de hacer lo que se propone, ha caído la noche y es hora de entregarse a Morfeo... y entre más continúa esa rutina, más frustración crece dentro de ella al buscar algo diferente en el resto de personas similares a ella.
—Corre... —las palabra escapó de sus labios sin haberlo pensado, y en ese afán de acabar de una vez por todas, lo hizo.
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Tangerine
Novela JuvenilTodos queremos predecir el futuro, como si eso pudiera evitar o suavizar el impacto. Lamentablemente, hacerlo es imposible, así que tenemos dos opciones: aterrarnos, permanecer en nuestra zona y resistirse al cambio... o seguir adelante, con la idea...