Me encontraba caminando hacía mí casa, había sido un día muy agotador; primero el examen de la maestra Collins, como odio a esa maestra y como odio su materia: Cálculo. Definitivamente cálculo no era mí fuerte, en lo absoluto.
Después del examen el maestro Robinson de Deportes nos había puesto a dar 30 vueltas sin parar a la inmensa pista del colegio. Y más cosas que nunca acabaré de contar.Después de 20 minutos de caminata llegué a mí humilde casa.
-¡Mamá, ya llegué! -grité entrando a mí casa, se me hizo raro no recibir respuesta de mí madre, ya que siempre que llego sale corriendo de la cocina, junto con mí hermana menor Devlin.
Entré a la cocina, nada, subí las escaleras y fui directamente a su cuarto, nada. Mientras seguía buscando en la casa escuché el timbre, baje corriendo para abrir.
-Mamá, ¿dónde esta... -mí voz fue disminuyendo al ver que la persona que estaba enfrente de mí no era mí madre, sino un policía.
-Buenas tardes joven , ¿es usted hijo de la señora Palmer Irwin? -me preguntó.
-S-s-sí -tartamudie.- ¿Qué ha pasado oficial? -le pregunté ya un poco exaltado y a la vez extrañado.
-Lamento informarle que la señora Irwin junto con su hija, han fallecido en un accidente automovilístico. Los médicos han echo todo lo que pudieron, pero al parecer no fue lo suficiente.
Al escuchar esas palabras, simplemente me destroze, el oficial me miraba con pena, empeze a llorar, el oficial solo abrió sus brazos, simplemente me metí a la casa y le cerré la puerta en la cara. Al entrar descargue toda mí furia, empeze a gritar, llorar y rompí todo lo que estaba a mí paso.
Ahora sí, estaba más que solo.