Único.

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Respiro hondo y retengo el aire por unos momentos antes de exhalar lentamente, sintiendo como el alma se me va con cada respiración.

Las hojas anaranjadas del viejo roble caen suavemente con la brisa del viento, meciéndolas hasta desprenderse y terminar sobre el césped. El otoño se está dejando ver.

El atardecer se refleja en la pequeña laguna a los pies de la colina, tonos naranjos y rosas mezclándose y formando la imagen ejemplar de un sueño.

Ya es hora de que llegues, Luhan.

Desvío la mirada del precioso paisaje hasta mi reloj, sonriendo cuando veo que ya son las siete en punto; tu hora de llegada cada vez que nos juntamos en este pequeño paraíso, lejos del alboroto de la ciudad.

Siento el sonido de hojas siendo aplastadas mientras caminas hacia mí, con una sonrisa plasmada en el rostro y con ambas manos escondidas en los bolsillos de tu abrigo.

Te sientas a mi lado, tus ojos abiertos de par en par admirando la obra de arte que creó la naturaleza, tu mano abandonando el calor del bolsillo para tomar la mía y darme un suave apretón.

Tu tacto siempre me hace cosquillas, ¿Sabes? Un hormigueo en cada parte que tocas, una sensación tan agradable y cálida con la que me voy a dormir cada noche. Tu mirada desborda vida, como si mis ojos te enseñaran mi alma y tú la recargaras de energía. Mi pulso se acelera cuando tomas mi rostro entre tus palmas, permitiéndonos observar cada detalle del otro, casi como si nos estuviésemos memorizando. Y todo mi cuerpo se siente liviano cuando tus labios están sobre los míos, cortando nuestro casto beso con una sonrisa, echándote hacia atrás para dejarme ver tus sonrosadas mejillas y para volver a besarme, pero esta vez con más anhelo y pasión.

El cielo comienza a oscurecerse poco a poco, intensificando esa extraña mezcla del naranjo y rosa. Más hojas caen del viejo roble, tapando el verde del pasto y convirtiéndolo en naranjo. La brisa mueve las apacibles aguas de la laguna.

—Mi abuelo —Comencé a decir, rompiendo el silencio en el lugar— decía que cuando alguien moría, su alma iba a su utopía soñada y que permanecía allí eternamente.

Tu risa llega a mis oídos, haciéndome entender que nuevamente me he puesto a divagar mientras sostengo con fuerza tu mano. Sin embargo, no dices nada, simplemente sonríes y tus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.

Me preocupo y me volteo para quedar frente a ti mientras tus lágrimas siguen cayendo, aunque tu sonrisa sigue intacta.

—¿Por qué lloras, Luhan?

Me miras y murmuras algo que soy incapaz de escuchar, pero sí de leer en tus labios.

El viento sopla con más fuerza, arrancando de las ramas una gran cantidad de hojas que vuelan en dirección a la laguna. El sol se oculta y sólo queda su tenue luz. Te desvaneces cuando el ambiente se calma, dejo se sentir tu calor y tu presencia.

El vértigo y la desesperación consumen mi corazón, mis manos comienzan a sudar pese a que hace demasiado frío como para ser otoño. Mi cabeza voltea hacia todos lados, buscándote, pero no estás.

Ya no estás.

Me levanto de la banca y de manera estrepitosa caigo de rodillas al césped, mirando la laguna mientras la imagen paulatinamente se va tornando borrosa. La primera lágrima cae y un grito desesperado desgarra mi garganta, volviendo a sentir el miedo y la soledad que dejas cuando te vas de mi lado.

No reprimo mi llano ni intento apaciguarlo, simplemente dejo que toda la frustración e impotencia salgan entre cada lágrima y cada maldición al cielo.

El cielo ya está tornándose negro, señal para dejar este lugar y esperar el autobús de vuelta a Seúl.

El paisaje sacado de ensueño de pronto se vuelve solitario y oscuro, alimentando la agonía que me aprieta el pecho.

Es hora de machar, pero no quiero dejar nuestro lugar.

Debo marchar, pero no me siento preparado para seguir sin ti en la alborotada ciudad.

Tengo que marchar, pero no quiero llegar y decirle a mi abuelo que estaba equivocado.

No quiero decirle que, a pesar de que este lugar era tu utopía soñada, no estuviste aquí por la eternidad.

Sin vida, mi cuerpo se levanta y camina, bajando la colina y llegando hasta la carretera, justo al lado de la parada de autobuses.

Las luces del bus me alumbran la cara y me importa poco, no me preocupo de limpiar el rastro de lágrimas mientras subo y le paso el dinero exacto al conductor y menos me afecta que una señora junto a una niña sean los único pasajeros además de mí.

No me importa emocionarme con el hecho de que es el último autobús que pasa por ese lugar hacia la ciudad. No, claro que no.

Mientras nuestro lugar especial en la colina desaparece conforme avanza el autobús, la melancolía me trae el recuerdo del último movimiento que hicieron tus labios esta tarde, antes de desaparecer de mi vida para siempre.

"Te amaré por siempre, Sehun."

last bus home » one-shot [hunhan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora