Parte 2.

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El comienzo.

Escucho la alarma de mi celular, es algo perturbador tener que despertar siempre con ese tono alegre. Durante unos segundos asimilo el hecho de que tengo que levantarme a ir a la escuela.
— Seis de la mañana—. Leo en mi celular, cada día me acostumbro a este horario, que al principio era muy cansado para mí. Me pongo el uniforme del colegio (que nunca me agradó), era color negro, con rayas azules y blancas. A duras penas bajo las escaleras para llegar a la cocina, una vez ahí, me serví cereal en un plato, en realidad nunca he sido fanático del cereal, pero era lo único que vi. Mientras terminaba de desayunar, pude escuchar como mamá se levantaba, alistándose para llevarme al colegio. Papá solía hacerlo, antes de que se marchara, –papá-, esa palabra retumba en mi cabeza, hace que me estremezca, y que el apetito se me fuera por completo.
Acabé de lavarme los dientes cuando escuché a mamá.
— Freddie, baja antes de que se haga tarde—.
— ¡Voy mamá!— Grité de manera muy seca y vacía.
Subí al auto, mamá ya estaba lista para salir de la casa, ir a dejarme a la escuela, y después, comenzar su arduo trabajo; en su cara podía notar el cansancio, y todo el estrés que le causaba su trabajo. Ella era una mujer guerrera. La mejor mamá.
Se percató de que la estaba observando, por lo que me respondió con una sonrisa de oreja a oreja. Segundos después, organicé mentalmente mi día: 1)Aburrirme en la escuela, 2)Esperar a que mamá y yo regresemos a casa, 3)Hacer tarea, 4)Jugar mi juego favorito: Call of Duty, 4)Bañarme, y, finalmente, 5)Dormir.
Era una rutina que seguía frecuentemente, y debía comenzar a cambiarla, hacerla un poco más productiva. Pero eso lo pensaría después.
Me gustaba observar por la ventanilla del auto a las personas, podía imaginarme cómo era su vida, cuán felices eran, sus debilidades, era algo que me distraía mientras llegaba al colegio. Podía reconocer a algunas personas, y podía asegurar que esas personas también me conocían a mi.
— Ya llegamos, cariño—. Su voz era dulce, me hacía sentir tranquilo, me hacía sentir seguro.
— Adiós mamá—, sonreí forzosamente — te quiero mucho—.
Salí del auto, y caminé hasta la entrada principal del colegio, donde mis amigos me esperaban.

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⏰ Última actualización: Mar 06, 2016 ⏰

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