Capítulo 2.

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Iba en el coche de mis padres camino su casa; escuchaba en mi iPod canciones de género alternativo y una que otra de Indie. Sostenía en mis manos mi viejo cuaderno y una pluma manchada de tinta que se encontraba entre las hojas de la libreta.

No quería irme de casa de mi nana, me sentía más tranquila con ella a mi lado. Mi abuela siempre quería sacarme una sonrisa, me invitaba a hacer postres y salir al parque. Los primeros días que llegue no quería ni salir de mi cuarto, me podía pasar una semana hay metida llorando. Si no hubiera sido por ella, estaría más triste eso seguro.

Pero por ahora no es tiempo de des optimismo para mí, debería pensar que es lo que voy hacer ahora que vuelva a mi antigua casa otra vez ¿alguien se acordara de mí? ¿Aun estarán las cosas de Chase en su cuarto? No sé y yo no debería averiguarlo porque sé que no es algo bueno para mí.

Sentí el auto pararse así que supuse que ya habíamos llegado y me levante del asiento en donde estaba acostada para poder ver la casa de mis padres. Era de dos pisos blanca sucio con algunos arbustos alrededor.

Mire hacia arriba y pude ver la ventana de mi alcoba. Al parecer cambiaron las cortinas.

─Chelsie llegamos, baja tus cosas del auto.─ Dijo mi madre. Su frialdad al decir la frase me dio indiferencia pero no pude dejar desapercibida la poca importancia que expresaba de mí.

─Ya voy.─ Conteste. Solo había traído dos maletas una con mi ropa y otra con mis pertenencias materiales. Durante estos dos años me he descuidado mucho y por lo tanto no tengo mucha ropa, no es algo que me importa ya.

Entre a la casa y no pude evitar sentir nostalgia al ver todo a mi alrededor. Me invadieron recuerdos de cuando él estaba aquí y pronto trate de alejarlos.

Subí por las escaleras lentamente examinando cada detalle de la casa para saber qué era lo que había cambiado. Se veía diferente a como la recordaba excepto las fotos de la sala. Esas siguen intactas.

Al llegar al segundo piso, pude ver que pusieron una maceta con una plata.

Genial, más oxígeno para la casa.

Y como era de esperarse la puerta de Chase seguía hay, no es como si fuera a irse la verdad.

Las letras de su nombre seguían colgadas y a lado estaba mi puerta que tenía las mismas letras salvo que esas decían mi nombre. Gire la perilla de la puerta con toda la fuerza del mundo y todo era oscuridad. Las cortinas eran oscuras y estaban cerradas.

Encendí la luz. Todas sus cosas estaban igual que como la última vez que entre a su habitación. ¿Que acaso mis padres no movieron las cosas al ático que le recordaban a su hijo para no sentirse mal? Eso es otra de las veces en las que creo que soy la única a la que aún le afecta su ausencia y que a los demás les importa un carajo.

Divise la sudadera que tanto le gustaba usar para estar en casa y viejos recuerdos amenazaron con salir pero los evite. La saque del armario y salí de su habitación apagando la luz. Cerré su puerta y me fui a mi alcoba.

Abrí la puerta de mi habitación, puse la sudadera extendida sobre mi cama, salí por mis maletas que estaban afuera de la puerta pues las traía en las manos cuando subía y las aventé en el suelo. Cerre la puerta y me quede parada sin hacer nada. Observe detenidamente como estaba ahora el lugar. La cortina morada de flores que mis padres habían cambiado que estaba en mi ventana al lado del escritorio blanco de madera estaba cerrada por lo tanto no entraba mucha luz. Avance hacia ella para abrirla y pude notar que en los muebles blancos de la habitación había una fina capa de polvo que me decía que nadie había entrado a mi habitación. Deje mi viejo cuaderno de forro color vino sobre el escritorio y avance hacia la cama.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2016 ⏰

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