De amor, clichés e ironías

321 14 27
                                    

—Karla ¿me estás escuchando? —preguntó por tercera vez la pequeña pelinegra, que se encontraba sentada en la banca.

—¿Eh? Sí, yo... claro que escuché. —respondió con nerviosismo la de pelo rizado.

—Ah, ¿si? ¿Qué fue lo que dije?

—Pues... pues, tú.... tú dijiste que... que... Marina ayúdame. —susurró a la otra chica que las acompañaba.

—Lo siento Karla, pero esta vez Sam tiene razón, nos estabas ignorando bien feo. —apoyó a la más pequeña.

—Esto es conspiración par de guarras. —las miró con ojos acusadores.

—Nop, el problema es que no puedes dejar ni por un segundo tu celular. —le recriminó la de pelo marrón.

—Apoyo a Marina, prácticamente víves leyendo en wattpad.

—¡Pff! ¡Claro que no!

—¡Claro que sí! —gritaron Sam y Marina al mismo tiempo.

—Está bien, lo admito, pero es que éstas historias son geniales y... y.... y no puedo evitarlo. —finalizó.

—Yo también puedo inventar una de esas historias, todas son igual de predecibles, no hay muchas variantes, es más, hasta la puedo hacer más interesante, con un final inesperado. —alardeó la pequeña pelinegra.

—Ah, ¿si? Inténtalo. —le retó Karla.

—Ok. —aceptó, preparándose para contar la historia —Bueno, nuestra historia cliché no tan cliché comienza así...

—Chicas, ¿y si dejamos esto para la hora de salida?, ya debemos entrar a clases. —interrumpió Marina.

—De acuerdo. —asintieron al unísono.

Se dirigieron a su salón y siguieron con sus clases normales, al terminar la última materia fueron a la cafetería de la preparatoria donde se sentaron para escuchar la tan esperada historia.

*****

"Querido Gian:

Sé que, probablemente, no sepas quién soy, lo más seguro es que ni siquiera hayas notado mi existencia, pero no quiero perder mi oportunidad de decirte todo lo que siento por ti, de decirte lo que nunca dije, aunque sea por cartas, aunque sea sólo una anónima.

Atte:
Anónima"

*****

—¿Qué? ¿Tu historia no cliché es una de esas típicas historias cortas sobre cartas de admiradores secretos? —le interrumpió Karla.

—Apenas es el comienzo, debes esperar a oír lo demás —aclaró, para después continuar.

*****

La pequeña castaña guardó la carta en un sobre blanco para después dirigirse a donde se encontraba una mochila roja.

—¿Qué haces? —preguntó un curioso pelirrojo.

—N-nada. —contestó con nerviosismo.

—Sofi.... no mientas, es obvio que haces algo.

—Sólo estiraba las piernas y veía el paisaje. —explicó rápidamente la pequeña chica.

—Claaaro... por eso esculcas la mochila de Gian. —señaló a la mochila que se encontraba entre sus manos— A menos que ahí adentro se encuentre Narnia no creo que haya algún paisaje que admirar.

De amor, clichés e ironíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora