Monte Olimpo.

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Personas se miran de un lado de la habitación, sus almas se tocan sellando su igualdad.

* * *

Apolo miraba a su hija desde los cielos, viéndola acariciar la mano de aquel mortal.

-Los dioses no permitirán esto- susurro Artemisa a un lado de su hermano.

-Esa chiquilla es una ilusa- comento Hera.

-Ella hará que Zeus mate a ese simple mortal- dijo Afrodita, -Y es una verdadera lástima- se relamió los labios, -Es bello a mi vista- sonrió.

Apolo negó con la cabeza y siguió observando a su pequeña Aspen.

* * *

En una fría noche de invierno una reluciente chica de rizos cafés caminaba por el bosque, sus pies desnudos aplastaban la hierba mojada, pero de repente sus pies chocaron con un cuerpo. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba ahí, sosteniendo al cuerpo frío entre sus brazos, dándole su calor, ella miro al bello hombre que ahora sostenía, Aspen lo llevo a su choza y vendo sus heridas. A la mañana siguiente los ojos del hombre se abrieron, dejando ver ojos tan oscuros como las sombras, sin embargo lo que ellos no sabían es que ese sería el inicio de una leyenda entre los dos.

Tiempo después...

Aspen miraba a Cristopher como si fuera el regalo más grande que le hubieran podido dar, sin saber siquiera lo que le esperaba.

-Mi corazón está en tus manos- le dijo Cristopher mientras acariciaba su mejilla.

-Y el mío solo te pertenecerá a ti, por y para siempre- respondió Aspen.

-Tu padre no permitirá eso, ninguno de los dioses- Cristopher lo sabía muy bien.

-Mi padre no nos separara- juro la chica, -¡NI LOS DOCE DIOSES DEL OLIMPO PODRÁN HACERLO!-

-¿Eso crees tú?- le dijo una voz a sus espaldas.

Ambos amantes giraron al unísono.

Una sombra salió de entre los árboles, dejando ver la figura esbelta de una mujer con largos cabellos.

-Annanke- susurro Aspen.

-¿Quién?- pregunto aturdido Cristopher.

-La madre de las moiras- la voz de la chica tembló.

-Zeus me ha enviado a por su alma- sonrió Annanke.

-¡NUNCA!- grito Aspen.

-No está en tu poder- respondió simplemente la deidad.

Aspen giro a ver a su amado.

El corazón de la chica se detuvo, Cristopher yacía en el prado inconsciente con una espada empuñada por Átropos, una de las moiras de Annanke.

Aspen miro a la deidad, en el fondo de su alma había sentido la perdida, Cristopher se había ido.

Pero ella lo había sabido desde siempre, porque las chicas como ella nacieron en una tormenta, tienen un rayo en sus almas, truenos en sus corazones y el caos en sus huesos, todo había sido su culpa, ella había llevado a Cristopher a su muerte.

Aun así sus ojos se llenaron de lágrimas y sollozo entre sus manos, -¿¡QUE HAZ HECHO!?- lloró amargamente la chica.

-Así lo ha querido Zeus- respondió Átropos, aun a los pies del cuerpo inerte de su amado.

-¿Por qué?- pidió Aspen.

-Un simple mortal como lo era el no era suficiente para una semidiosa como lo eres tu- aclaro Annanke.

Ellas se arrastraron lejos, dejándola sola con el cuerpo muerto de Cristopher, el único hombre que llego a amar en 125 años de vida.

Pasaron horas en las que Aspen se aferraba a Cristopher, pero de la nada grito, -¡PADRE!- suplico, -¡PADRE PORFAVOR!- grito de nuevo. –¡LE QUIERO!- sollozo.

-No hay nada que hacer, mi pequeña- respondió la voz de Apolo a sus espaldas, el gran dios del sol, hijo de Zeus y hermano de Artemisa.

-Has algo, ¡Te lo imploro, padre!- pidió entre llantos.

-Apolo negó.

Entonces una idea desesperada floreció en ella.

-Mi vida por la de el- su voz fue plana y decidida.

-Jamás- se negó el dios. No perdería a otro hijo.

-Ya he muerto una vez- ella lo miro, -No me importa volver a hacerlo-

-Serás un árbol otra vez- intento razonar el hombre.

-No importa, padre-

-No lo aré- el dios había tomado una decisión.

-Padre por favor- rogó, -Él era inocente- sus ojos brillaron con lágrimas. –Tu haz sentido la misma perdida, incluso convertiste a Jacinto en una flor para que Hades no se llevara su alma al inframundo, ¿¡PORQUE NO PUEDES HACER LO MISMO POR MI!?-

El corazón de Apolo se detuvo al recordar su pérdida y todas las razones para no hacer lo que su hija le pedía se fueron, él sabía lo que era amar y perder.

-Por fav...- la voz de Aspen se fue apagando, justo cuando su cabeza toco el césped del prado, un gran y majestuoso árbol con flores amarillentas y largas ramas la sustituyo.

El hombre a sus pies dio un suspiro en vida y Apolo se marchó, para así lamentarse por toda la eternidad.

* * *

Hera y Zeus reían a carcajadas desde el monte olimpo, satisfacción los llenaba, por fin se habían desecho de esa semidiosa desobediente.

-Ahora está fuera de nuestra eternidad- exclamo contento Zeus.

Apolo miraba desde lejos a su padre y a Hera, riendo por la muerte de su adorada hija. Ira recorrió al dios, sin embargo él sabía qué hacer.

Había dos personas esperando por él, los hijos semidioses de Zeus y Hera estaban punto de arder con su fuego místico.

Y esta vez fue Apolo quien rió.

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HOLA! esta es una nueva sección:') bueno, subí esta historia principalmente para que ustedes me digan..... ¿Esta bien para ser enviada a un concurso escolar?:o ¿Cual es su opinión al respecto? ¿Que le hace falta? ¡Confió en ustedes!

PD: perdón por estar taaan desaparecida!♥

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