Capítulo VI Atracción

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Cabalgaron durante horas antes de detener la marcha. La noche comenzaba a cubrir el lugar de oscuridad y lo más prudente era buscar un lugar para acampar.

Sakura, en su anterior paso por ese camino había descubierto una cabaña abandonada, que si bien estaba bastante derruida, les ofrecería un buen refugio. En un principio había equivocado la orientación, pero después de desandar unos metros encontró el sendero oculto entre la maleza y siguiéndolo, con dirección hacia el este, llegaron hasta la precaria vivienda.

Desmontó y después dejó que Sasuke se apeara solo, que aferrado a las riendas no le resultó difícil. Sakura llevó a su caballo al resguardo de una estructura que en algún momento parecía haber sido un cobertizo, lo aprovisionó de agua fresca y después volvió junto a su prisionero.

Él la aguardaba de pie cerca de la puerta, dónde ella lo había dejado minutos antes, amarrado a un tronco. Desató la cuerda, pero no le liberó las manos ni los ojos y lo condujo al interior de la casucha. Prendió fuego en un viejo caldero. Se sentía nerviosa. Por momentos toda la determinación que había tenido al emprender ese loco plan la abandonaba y se encontraba preguntándose una y otra vez ¿Qué estoy haciendo?

Sasuke continuaba de pie. Ella podía verlo iluminado por las débiles llamas de la hoguera. Su cabello parecía más negro aún, si es que algo así era posible.

—Puedes sentarte aquí —le dijo ella, tomándolo del brazo para aproximarlo a una silla desvencijada.

—Sakura , estoy aguardando una explicación —el tono de su voz no admitía refutaciones y a ella le resultó irónica la idea. Él era el prisionero y ella se suponía que tenía el poder sobre él y sin embargo, su tono de voz y su presencia eran una absoluta demanda de autoridad.

El pechó de Sakura palpitó desmesurado y sintió como un temblor le recorría el cuerpo.

—Eh... Siéntate, Sasuke —insistió ella.

Él refunfuñó entre dientes. ¡Era lógico! Él le estaba pidiendo una explicación para esa extraña situación en la que había sido arrastrado, que para ser justos, había que decir que bastante dócil se había comportado. ¿Y que obtenía? Tan sólo un cambio radical de tema... ¡Un lugar para sentarse! ¡Sasuke deseaba patear esa maldita silla hasta convertirla en astillas! Quería una explicación, por más descabellada que esta fuera.

—¡Sentarme y un cuerno! Estoy perdiendo la poca paciencia que me queda, mujer —sentenció y se cernió sobre ella de manera amenazante. Sasuke no veía nada, pero podía saber el lugar exacto en el que la muchacha se encontraba porque su respiración agitada la delataba y su penetrante olor a flores la descubría entre el olor mohoso de la estancia.

—Yo... Sasuke, yo... —¡Deja de balbucear y comienza a hablar claro! —la tomó del brazo con fuerzas. Las ligaduras no eran un impedimento para él. —¡Suéltame! Me estás haciendo daño y... —buscó su puñal—, y no quiero que me obligues a amenazarte con un arma, Sasuke. Él lanzó una carcajada burlona. —¿Muchacha, en verdad te has creído por un solo instante que pueden asustarme tú y tu tonto cuchillito?Ella sabía que no. ¿Cómo intimidarlo con algo tan insignificante cuándo ella lo había visto batirse con hombres fornidos y con espadas impresionantes? Sasuke no estaba allí por miedo al peligro, ni tampoco por unas cuerdas alrededor de sus muñecas. ¿Por qué permanecía todavía a su lado? Ella no podía responder a eso, pero sí podía darle las respuestas que él requería.

Sakura dejó que su daga cayera al piso, resonando con un golpe seco al rebotar contra la tierra.

Sasuke inmediatamente aflojó su agarre, pero sin soltarla. Supo que ella irremediablemente se rendía a sus demandas. La sentía temblar, él la había acercado a su cuerpo y podía percibir cada uno de sus estremecimientos. El enojo de instantes antes se esfumó por completo y volvieron a invadirlo los locos deseos de besarla.

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2016 ⏰

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