París, Francia, enero de 1860.
Lady Sakura Haruno, que llevaba casada poco más de doce horas con lord Itachi Uchiha, se encontraba frente a una de las enormes ventanas con cortinajes verdes de su elegante habitación en el hotel de Grillon, situado en la plaza de la Concordia, contemplando cómo el sol asomaba por el horizonte e iluminaba lentamente la capa de hielo invernal que cubría la parte este del Jardín de las Tullerías.
Permanecía inmóvil mientras el aliento que escapaba de sus labios empañaba el cristal con pequeños y predecibles círculos. Notaba el cuerpo helado, ya que estaba descalza sobre el suelo de madera, pero su mente era ajena a toda sensación que no fueran la rabia y una desesperada apatía.
Su marido y ella habían llegado al hotel la noche antes para dar comienzo a su luna de miel, para empezar su nueva vida juntos, o al menos eso había creído ella. Embargada por la felicidad, Sakura se había puesto la ropa de cama para aguardar la consumación de su amor y su compromiso, pero, por extraño que pareciera, Itachi había recordado de pronto que debía encargarse de un asunto de negocios antes de partir hacia Grasse para una estancia de un mes: necesitaba más dinero para el viaje. Durante las horas que siguieron, mientras esperaba a que su esposo regresara, la excitación y los miedos típicos dé todas las vírgenes habían desaparecido para ser sustituidos primero por el fastidio que le provocaba su marcha, después por el pánico y finalmente por la desesperación, sobre todo cuando empezó a evaluar lo que había sucedido entre ellos en los tres últimos meses: el encuentro casual de dos aristócratas ingleses con mucho en común que vivían rodeados de extravagantes franceses; el vertiginoso romance en el que él se había comportado como el perfecto caballero rebosante de encanto; el cortejo calculado y el empeño en una boda rápida... Por desgracia, poco antes del alba llegó a la horrible y desgarradora conclusión de que la relación no había sido más que una farsa y que su flamante marido la había tomado por tonta.
¿Por qué, Itachi? ¿Por qué yo? ¿Qué he hecho yo?
Aún no había llorado. No le encontraba ningún sentido a hacerlo, aunque sabía que pronto sería incapaz de contener la angustia y que las lágrimas se derramarían por sus mejillas como un manantial inagotable nacido en las profundidades de su corazón.
Itachi no la había abandonado ante el altar, sino en el tálamo nupcial. Con una sonrisa y una mentira, la había dejado entre las costosas sábanas perfumadas, le había dado un tierno beso y se había marchado sin el menor rastro de inquietud o remordimiento. En su opinión, ese acto tan despreciable había sido el peor de los engaños. Después del afecto y la confianza que había depositado en él, el último adiós de Itachi había supuesto la humillación definitiva. Sospechaba que la había convencido con falsas e ingeniosas artimañas de los beneficios de una boda rápida con el único fin de poder tener acceso a sus cuentas como su marido, pero le había resultado mucho más sencillo llegar a esa conclusión después de pasarse toda la noche acompañada tan solo por sus pensamientos y la luz tenue del gélido amanecer.
En ese momento, mientras el sol despertaba la ciudad que se extendía ante ella con sus edificios grises y la luz parpadeante de los últimos faroles, comenzó a idear un plan. Era cierto que la mayor parte de la culpa era suya, ya que había permitido que se apropiaran de su herencia, pero no era tan ingenua como sin duda la creía Itachi. Poseía recursos, determinación y habilidades que él desconocía. Y sobre todo, estaba dotada de un intelecto brillante que estaba muy dispuesta a utilizar.
En ese preciso instante, ataviada aún con el maravilloso camisón tejido a mano con seda importada y encaje de la India, Sakura hizo el juramento más importante de todos cuantos había pronunciado esa semana.
Lo encontraría.
Sí, decidió mientras apretaba los puños a los costados. Daría con él, encontraría un modo de recuperar su fortuna y conseguiría la anulación de esa parodia de matrimonio. Y después lo arruinaría.
Tal vez le llevara algún tiempo, pero lo encontraría.
«Voy a por ti, Itachi, y me las vas a pagar.»
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Un Romance Escandaloso
RomanceLady Sakura Haruno, una mujer de delicadeza notoria y prospera de una empresa de perfumes; creía que su felicidad iba a ser duradera con su "maravilloso" esposo .. Cuando de pronto, en la mañana después de la noche de nupcias, su esposo desapareció...