CaSakura se paseaba por la alfombra rojo brillante del prístino salón de lady Abethnot con las manos enlazadas a la espalda, contemplando las diminutas manzanas rojas con el tallo verde del papel de las paredes mientras aguardaba con impaciencia a que llegara Itachi, tal y como le había dicho que haría en una nota que le había enviado esa misma mañana.
Habían pasado tres días desde la fiesta. Tres días en los que había tenido tiempo para reflexionar sobre la acalorada discusión que habían mantenido, el incómodo baile y aquel beso... tan poco convencional. Si de verdad podía llamarse beso. Se estremeció al recordar la calidez de los labios masculinos y la audacia que ella misma había demostrado al dárselo, si bien había sido algo del todo improvisado.
Su esposo había cambiado mucho en los últimos meses, y no solo físicamente. Era cierto que en esos momentos llevaba el cabello mucho más corto, que no estaba tan bronceado (aunque eso se debía sin duda a que había cambiado el sol de Francia por el frío de Londres), y que ahora prescindía de la colonia y de las joyas... que era lo que más la había sorprendido. Sin embargo, era algo más que eso. Actuaba de una manera diferente al Itachi que ella recordaba, y era el extraño comportamiento que había mostrado tres días atrás lo que la tenía confundida, lo que la había hecho pararse a pensar en él con detenimiento por primera vez desde que abandonara París dos meses antes.
A decir verdad, no había llegado a conocer muy bien a Itachi antes de casarse. Pero se habían encariñado enseguida, casi con imprudente abandono, y por aquel entonces había pensado que llegarían a conocerse mucho mejor cuando disfrutaran de las maravillas de la vida matrimonial. ¡Qué ingenua había sido! Itachi jamás la había amado a ella, sino a su dinero; aunque eso solo lo había descubierto al acudir al banco poco después de él les diera la espalda a ella, a su posición social y a su capacidad para dirigir un difícil negocio del que su marido podía aprovecharse mediante el robo. A pesar de su inteligencia, había quedado cegada por el aspecto de ese hombre, sus modales suaves y elegantes y sus juramentos de amor imperecedero.
Nunca más. Jamás volvería a dejarse engañar por el encanto de un hombre. Nunca volvería a permitir que un mentiroso profesional le robara el cerebro y su habilidad como empresaria. Su madre le había enseñado a utilizar muy bien el sentido común.
No había dejado de pensar en todo ello desde que la abandonara en la noche de bodas... hasta hacía tres noches, cuando encontró a su marido en aquel baile.
Desde el momento en que posó los ojos en él sintió algo más que el dolor y la humillación que se esperaba. También admitió al instante que se sentía muy atraída por él físicamente, algo que ya creía superado a esas alturas. Sabía que ya no lo amaba, pero para su desgracia era evidente que aún la atraía como hombre. Y eso era lo peor de todo.
Aun así, los cambios que se habían producido en él, si bien sutiles, eran lo que más la desconcertaban. Se había vuelto mucho más reservado, casi retraído; incluso había permanecido toda la noche al lado de la columna, observándolo todo en lugar de mezclarse con la gente. El Itachi que ella conocía habría bailado con todas y cada una de las mujeres presentes, desde el principio hasta el final, y habría dejado escuchar su hermosa risa para hechizarlas a todas... igual que había hecho con ella.
Dejó de pasearse al instante. Retiró un poco las cortinas de terciopelo para mirar a través de las ventanas salpicadas por la lluvia y contemplar la tenebrosa oscuridad de finales de la tarde. Cogió un cojín de satén del sofá que había a su derecha y comenzó a retorcerlo entre los dedos sin darse cuenta, absorta en sus cavilaciones.
No era su marido.
Menuda idiotez... Por supuesto que lo era.
Sin embargo, en algún extraño sentido... no lo era. No del todo. No era en absoluto el que ella recordaba. ¿Podía cambiar tanto una persona en cuestión de meses? Además, él jamás había mencionado que fuera duque. Por el amor de Dios, se había casado con un miembro de la alta aristocracia y él ni siquiera se lo había dicho. En su lugar, había optado por robarle la herencia.
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Un Romance Escandaloso
RomanceLady Sakura Haruno, una mujer de delicadeza notoria y prospera de una empresa de perfumes; creía que su felicidad iba a ser duradera con su "maravilloso" esposo .. Cuando de pronto, en la mañana después de la noche de nupcias, su esposo desapareció...