Londres, Inglaterra, finales de marzo de 1860.
Habían pasado cuatro meses desde la última vez que había estado con una mujer, y tal vez un año desde que acariciara a una cuyo nombre recordara. Esa noche, sin embargo, tenía la intención de procurarse compañía fueran cuales fuesen las circunstancias. Necesitaba un escarceo entre las sábanas más que nunca. Por desgracia, la circunstancia a superar era que en la fiesta de presentación en sociedad de Tayuya, una prima lejana, solo había damas de buena cuna que flirteaban con disimulo, se reían por lo bajo y se pavoneaban frente a él ataviadas con ricos vestidos en todos los tonos del arco iris. Era una de esas típicas fiestas a las que se veía obligado a asistir, la primera de la temporada, y la oferta de féminas dispuestas a solucionar su problema era más bien escasa.
La ausencia absoluta de presencia femenina en su vida de un tiempo a esa parte era sin duda algo patético, en especial para él: Sasuke Uchiha, el distinguido, libertino y escandaloso cuarto duque de Sharingan. O eso le habían dicho. ¿Qué pensarían los sinvergüenzas de sus amigos si averiguaran esa reciente despreocupación por el género femenino? Tenía una reputación infame que mantener. Por supuesto, nadie lo conocía en realidad tan bien como creía. Ni siquiera sus mejores amigos. Y así debía ser.
Apoyado contra una enorme columna de mármol con volutas en bronce y oro que estaba situada en el extremo opuesto al de la escalera principal, Sam bebía con calma un whisky bastante malo mientras contemplaba la debacle de la pista de baile. Desde su aventajada posición podía apreciar la mayor parte del salón de baile y pasar más o menos desapercibido. Aborrecía las fiestas. En realidad despreciaba todo aquello que lo convirtiera en el centro de atención, y ocurría que, dado que casi siempre era el individuo con el título de mayor rango en cualquier acto social y también el más rico, solía tener a muchas personas revoloteando a su alrededor. En algunas ocasiones resultaba de lo más obvio, pero en otras no. Los caballeros querían hacerle proposiciones de negocios, las jóvenes inocentes reían como tontas mientras suplicaban su interés con la mirada y las damas casadas coqueteaban de manera sutil o le hacían descaradas invitaciones que él siempre, siempre, rechazaba. Si había algo que había aprendido bien a sus treinta y cuatro años era que nunca, en ninguna circunstancia, debía fiarse de una mujer casada. Confiar en los encantos y la experiencia de esas mujeres podía llevar a un hombre a la ruina. Algo que había estado a punto de sucederle a él.
Sasuke gruñó para sus adentros mientras se preguntaba por qué su mente volvía siempre al pasado en ocasiones como aquella, por qué rememoraba cosas que no podía cambiar y que no hacían sino desasosegarlo a muchos niveles diferentes. Y estaba claro que el desasosiego, por mínimo que fuese, no lo ayudaría a seducir a una mujer en una reunión intrascendente como aquella, y ese era su único objetivo esa noche. Necesitaba cambiar rápidamente de actitud si no quería volver a casa solo.
—Solo otra vez, ¿eh?
Ese irónico comentario tan similar a sus pensamientos procedía de Naruto Uzumaki, uno de sus mejores amigos, un rival ocasional en lo que a las mujeres se refería y el único hombre de la fiesta que lo igualaba en rango. Aparte de eso, no había dos hombres más distintos en toda Inglaterra.
—Por lo que he podido ver, no puede decirse lo mismo de ti... —replicó Sasuke con aire arrogante sin siquiera mirarlo—. Creo que has estado con todas las damas presentes esta noche.
Naruto rió entre dientes.
—Supongo que te refieres a que he estado con ellas en la pista de baile...
—Desde luego.
—Desde luego... En ese caso, sí, he bailado con casi todas las damas que han acudido a la fiesta. —Soltó un gruñido—. Me duelen los pies.
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Un Romance Escandaloso
RomanceLady Sakura Haruno, una mujer de delicadeza notoria y prospera de una empresa de perfumes; creía que su felicidad iba a ser duradera con su "maravilloso" esposo .. Cuando de pronto, en la mañana después de la noche de nupcias, su esposo desapareció...