"Por favor, preste atención," mi malhumorada tutora de cálculo dijo, sacándome de mis pensamientos.
Quería golpear mi cabeza contra la mesa.
"Lo siento, Señora Dilla," dejé que un francés fluido salga cortésmente. Responder estaba mal visto en esta casa.
"Las lecciones terminan ahora, pero será mejor que empieces a aprender realmente durante nuestras sesiones o mis reportes a tu padre comenzarán a verse de forma negativa." Contuvo, empacando sus cosas en su costosa cartera.
La única razón por la que estás aquí es por mí, vieja mujer.
Ella se fue rabiosamente, sus tacones de cuero dejando un clic desagradable en su camino hacia la puerta.
Suspiré mientras ella abandonaba el lugar, sabía que mi padre probablemente me gritaría luego, hablando de lo muy decepcionado que está de mí por desconcentrarme.
Sería más interesante si fuera a una escuela real en lugar de que vengan día a día tutores presumidos a enseñarme a la casa.
Rodando los ojos, recogí mis materiales escolares excesivamente caros. En serio ¿por qué mi lápiz tenía que tener Italiano escrito en él?
Como esperaba; momentos más tarde mi padre llegó, una expresión de enfado evidente en su rostro.
"Harry," comenzó, haciendo un gesto para que me sentara sobre el tan costoso escritorio que mis padres me habían obsequiado por mi decimoséptimo cumpleaños, "tienes tantas ventajas, ¿por qué no las usas?"
Quería rodar los ojos, decirle que me estaba presionando demasiado.
"Lo siento, Padre," murmuré con respeto, asintiendo y asegurándome de mantener el contacto visual.
"¿Sólo intenta más? Tus notas decaerán y ni siquiera las donaciones que hacemos a la universidad te permitirán ingresar," espetó, yéndose antes de que pueda disculparme de nuevo.
Respiré profundamente al salir. La criada subirá en una hora, advirtiéndome que debería estar listo para la cena que se presentará esta noche. Siempre se trataba de mi padre, presumiendo su familia a sus empleados para hacerlos sentir inferior.
No es que fueran aburridas, pero eran agotadoras. Lo mismo cada fin de semana, todos los sábados por la noche; vestirme sólo para tener gente hablando efusivamente sobre mi nuevo traje, o para tratarme bien con la esperanza de impresionar a mi padre.
Estaba cansado de eso. Suspiré, descansando mi cuerpo sobre la tejida tela de mi edredón, sabiendo que tendría que ducharme inmediatamente.
Me ducharé, mi traje para esta noche será entregado a mí, manos peinarán mi cabello, y yo seré enviado con una palmada en mi hombro hacia el coche. La misma cosa, cada vez.
"¡Sonríe, muchacho!" prácticamente podía oír la astillosa voz de mi madre, "¡Hay montones de gente para impresionar aquí esta noche!" Sus palabras se contradecían. Nunca he visto a alguien en particular quien yo pensara que necesite una atención especial. Además de mi padre, que siempre requería lo mejor.
La única persona que he tenido que impresionar era mi padre. Mi cabello tenía que estar perfectamente, mis calcetines tenían que coincidir, mis manos tenían que estar respectivamente detrás mi espalda. Cualquier otra cosa y él no lo aprobaría. Estaría decepcionado de cualquier cosa menos de la perfección.
"Señor Styles," Audrey, la ama de casa, llamó a mi puerta educadamente. "¿Puedo entrar?"
"Por supuesto," me puse de pie para abrir la puerta. A la limpieza de la casa no se le permitía entrar a los dormitorios por cuenta propia.
Al abrir, se reveló una pequeña mujer rubia, cargando una bolsa de ropa; sus mínimas manos temblaban ligeramente mientras la saludaba.
"Hola Audrey," le hablé, haciendo un gesto cortés para que me diera la bolsa.
"Hola," ella dijo, entregándome el plástico blanco, siguiendo hablando mientras yo bajaba la cremallera sólo un poco para ver lo que me tocaba usar esta noche, "Tu padre te quiere abajo dentro de una hora," ella asintió mientras la despedía, murmuré un agradecimiento mientras se alejaba.
Una hora. Posé la bolsa sobre mi cama, dejándolo muy suavemente para que el caro material no se arrugue.
Luego de tomar algunas toallas, me dirigí al cuarto de baño adjunto a mi habitación.
Abriendo el agua, esperé pacientemente para ésta que se caliente; moviendo mi pie y apreciando mi tiempo a solas.
Siempre había una posibilidad de ser interrumpido, de que alguien llamara a mi puerta. Cuando alguien tocaba, debía responder. Es una cosa educada que debía hacer.
Quería ignorarlo. Quería decirles que se larguen.
Pero no era educado. No era aceptable.
Suspiré de nuevo, adentrándome en la cálida lluvia de la ducha; preparándome física y emocionalmente para la noche que tendría por delante.
Esta noche, podría estar en muchos lugares. Íbamos a una beneficencia organizada por mi padre.
Podría estar en la papelera de donaciones. Podría estar junto a la puerta, recibiendo a los invitados. Podría estar al lado de mi padre mientras habla con los clientes importantes. O tal vez, por alguna mínima casualidad, mi padre me dirá que no me necesita por esta noche; me dirá que podía pasear por la fiesta, sólo para ser visto– no para interactuar.
Eran pocas ocasiones en las que tenía esa oportunidad, no creo que tendré el pacer esta noche.
Salí debajo de la ducha luego de haberme limpiado adecuadamente, secándome y esperando para que los profesionales vengan a hacer mi cabello. Si fuera por mí, lo peinaría una vez y estaría hecho; pero Padre insistía que tenía que verme profesional, presentable.
Pronto, la amistosa peluquera entró en mi habitación, donde yo posaba sentado en el tocador contra la pared más alejada de mi cama, su bolsa de trabajo en mano.
Una pequeña charla amena se creó mientras ella trabajaba sobre mi cabello, cepillando piezas en su lugar, colocando fijador así quedaban allí.
Esperé a que la conversación llegara a su fin para poder ponerme mis auriculares. No quería interrumpir su habla, eso no sería educado.
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(N/A: espero que les guste ¿? es lo primero que traduzco y puede que esté un poco mierda, supongo que voy a mejorar)
gracias infinitas por leer, esta fic es muymuy linda y espero que amen a harry tanto como yo
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Polite // l.s (Español)
FanfictionSiempre me enseñaron a mantener la cabeza en alto, a verme presentable- a verme mejor; a ser mejor. Siempre me dijeron que para ganar, debo ser mejor que los demás; convertir todo en una competencia para que valga la pena ganar. Siempre me he visto...