Un taconeo apresurado me sacó de mis cavilaciones y me hizo levantar mi mirada para observar... a mi hada.
–Hola. –Saludo tímidamente y miró mis manos. Su expresión de alegría al divisar lo que tenía en ellas decía mucho. – ¿Es ésa mi cinta? ¿Verdad? –Preguntó con una voz aguda y feliz como el tintineo de las campanitas de navidad, sus ojos, dos zafiros refulgentes y brillantes como el cielo azul de un día perfecto.
Estaba estupefacto.
¡Era ella!
Ella sonrió con afecto. –Te vi en el metro esta mañana ¿sabes? Estabas en el mismo vagón que yo. Tengo rato observándote desde la ventana de la galería que está allí en frente –Dijo señalando un ruinoso y vistoso edificio en una esquina. –Te veías bastante perdido así que quise acercarme a ver si no necesitabas algo y entonces al ver mi cinta en tus manos me pregunté si acaso no me estabas buscando... –Ella se rió– O puede que sólo parezca una demente viniendo a ti de esta manera y que tengas esa cinta roja por casualidad.
Mi cabeza estaba aletargada... ¡Maldición! ¡Piensa, piensa, piensa!
–Yo... esto... no... –Tartamudeé y me llamé idiota en seis idiomas diferentes en mi cabeza–
Me miró con pesar. – ¿No es mi cinta verdad?
–¡No! –Exclamé. –Quiero decir... si es tu cinta es sólo... ya sabes no soy un acosador ni nada –Bonita manera de comenzar una conversación pedazo de basura... –pensé para recriminarme– Quiero decir... mierda... soy malo con las palabras en los momentos críticos. –La miré avergonzado– Usualmente no soy tan estrecho de mente es sólo que eres la cosa más adorable que he visto desde que mi cachorro murió cuando era un niño y mi cabeza es un caos ahora mismo.
Al ver su expresión de sorpresa supe que había cometido una estupidez.
¡Maldición! ¿En qué demonios estaba pensando? ¡Estúpida boca! ¿Acababa de comparar a esta dulce criatura con un cachorro? Dios... era un asno.
Ella se echó a reír y me miró con apreciación.
–¡Ay que tierno! –Me tendió su mano – Soy Nicole, encantada de conocerte y si quieres podemos ir a tomar un café... después de todo recuperaste mi cinta y tienes horas buscándome, es lo menos que puedo hacer. –Dijo sonriendo con alegría.
Asentí con la cabeza mientras una sonrisa se extendía por mi rostro, tomé su mano y caminé junto a ella... ¿Hacia el futuro?
No lo sabía.
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Lazo Rojo
Short StoryÉl había caído en la monotonía... "En algún momento de la vida te conviertes en esclavo de las responsabilidades y de lo que la sociedad espera de ti y el tiempo pasa... no se detiene para esperarte." Pero el destino le tenía una pequeña sorpres...