Capitulo 3

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  Aquella noche tuve un sueño extraño: Era yo un títere de madera con varios hilos que salían de mis pies,manos y cabeza. En el otro extremo, diferentes personas tomaban turnos para moverme; vi a mis padres, auno que otro maestro, al padre de la iglesia y a una ex-novia.Todos reían haciéndome brincar y bailar, me ponían en posiciones ridículas y me obligaban a gesticular comoun mico.En mi sueño, yo sabía que podía romper fácilmente los hilos pero prefería dejarlos que me manipularan.Supongo que era más fácil dejar a otros elegir por mí, que hacerme responsable de mí mismo.Cuando todos se cansaron de jugar conmigo, me dejaron tirado en el suelo, el suelo se convirtió en cama ypuede ver después la lámpara del cuarto, había despertado.Dormir con los ojos completamente abiertos era de lo más extraño; me era difícil conciliar el sueño todas lasnoches y en las mañanas me costaba algo de trabajo saber cuando acababan los sueños y empezaba larealidad.Algunas veces me daba cuenta de que estaba soñando porque podía moverme o porque no estaba en esehorrible cuarto de hospital. Entonces, corría para alejarme lo más posible y deseaba no despertar jamás. Sinembargo, día tras día, me encontraba viendo la lámpara, el techo, el fuelle negro subiendo y bajando y elaparato que me mantenía en esta interminable pesadilla.Se abrió la puerta y vi entrar a Esperanza, llevaba en la mano un recipiente de plástico con agua. 

- Buenos días –dijo. 

- Buenos días -siempre le contestaba en mi mente. 

- Hoy te toca baño. 

- No por favor, ¡qué pena!Me quitó de encima la sabana y después me despojó de la bata blanca que cubría mi cuerpo desnudo. Mellené de impotencia y vergüenza. En realidad, era yo el títere de mi sueño y los demás hacían de mí lo que seles antojaba.Algo en su mirada me tranquilizó, supongo que no veía en mí a un hombre desnudo sino, a un paciente comomuchos otros que ella atendía.Metió una esponja en el recipiente y empezó a limpiar mi rostro... 

- Mírate, eres tan joven.¿Por qué me hablaba? ¿Acaso sabía que podía escucharla?... 

- Además no eres feo -sonrió tímidamente y se sonrojo un poco. Espero que no estés consciente,pobrecito. 

- ¡¡¡Estoy consciente!!!- Ojalá te hayas ido ya, y que lo único que quede aquí sea tu cuerpo. 

- ¡¡¡No, maldición!!! ¡Estoy aquí y puedo escucharte y verte! 

- Si estás ahí adentro, me imagino que te sentirás muy sólo. Se quedó pensativa por unos momentos yuna lágrima rodó por su mejilla. 

- Yo también estoy muy sola, sabes, mi esposo murió hace unos años -continuó, mientras secaba laslágrimas con la manga de su bata blanca-, desde entonces, me siento como paralizada, llena de miedosy de inseguridades -seguía su monólogo, mientras limpiaba mi cuerpo con la esponja-. Supongo que,de alguna forma, a todos nos paralizan nuestros miedos, nuestros resentimientos, la preocupación onuestros traumas...- No me hables de traumas que eso es lo que me trajo aquí -pensé.- Me gustaría ser más valiente y atreverme a hacer tantas cosas. No sé, tal vez seguir mis estudios obuscar otra pareja, en fin tantas cosas. Pero no puedo.Terminó de limpiar mi cuerpo y mientras volvía a ponerme la bata, me di cuenta que, de todo lo que habíaperdido, el contacto humano era lo que más extrañaba. Quisiera decirle que no se fuera, que siguierahablándome un poco más. 

- Debo seguir trabajando pero te veré otra vez cuando venga a cambiar el suero. 

- No te vayas por favor, quédate un ratito más.Acarició mi pelo una vez más y me miró unos segundos con gran compasión. 

- Seguro tus familiares te andan buscando y no tardarán en venir a visitarte. Llegaste aquí sin ningunaidentificación y ni siquiera sabemos cómo te llamas. Salió de la habitación y yo me quedé solo otra vez,como todos los días. Tenía razón, me siento muy solo aquí adentro y... ahora puedo entender que todoes culpa mía. 

El esclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora