Capítulo 2. Alex.

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Luna debía admitir que los siguientes días habían sido más amenos al tener a Alex al lado. Cada dos por tres le contaba algo gracioso que hacía que se riera o imitaba al profesor. Les había dado tiempo a hablar de sus gustos musicales y coincidían en todos ellos. Reconocía que le había caído bien en el fondo, aunque aún no sabía por qué era tan popular. Cuando el profesor dio permiso para salir, Alex solo pudo decirle un rápido adiós a Luna porque volvió a estar rodeado de gente nada más levantarse de la silla. Ella se rió levemente al verlo atrapado entre tantas personas y salió del aula.

Al llegar a la calle, sacó los auriculares de su bolsillo y se los puso para escuchar música en el corto trayecto hasta su piso. Iba totalmente abstraída de la realidad y aquello le encantaba, aunque segundos después algo la distrajo haciendo que se quitara uno de los cascos.

- ¡Eres un completo capullo! – Una chica rubia le pegaba guantazos en el pecho a un chico moreno, y lo insultaba sin parar.

- ¡¿Cómo iba a saber yo que era tu hermana?! – Luna supuso que trataba de justificarse, miró de reojo la disputa y pestañeó varias veces. Un chico se colocó en medio de las dos personas que gritaban, intentando detener la pelea. Se trataba de Alex.

- ¡¿Eso es lo único que vas a decir?! ¡Te tiraste a mi hermana! ¡Pedazo de imbécil! – Cuando intentó empujarle, Alex agarró a la chica por los hombros, procurando calmarla pero solo consiguió enfadarla aún más.- ¡Suéltame Alex! – Éste se limitó a negar con la cabeza, mirando a su amigo de reojo.- Ya me pedirás algo... ¿Y sabes? ¡No estaré!

- Si no estás, recurro a tu hermana.- Sonrió irónicamente y se dio la vuelta encogiéndose de hombros, como si con él no fuera la cosa. Alex farfulló por lo bajo, Luna se imaginó que ante tal contestación, la chica rubia se enfadaría aún más, pero para su sorpresa ésta soltó un grito de desesperación y se largó del lugar.

Luna decidió mirar hacia otro lado para que no lo viera, y comenzó a caminar más rápido hacia casa. Llegó en un par de minutos y tiró la mochila en la cama, aún sin creérselo. Ya entendía la fama de Alex, o al menos la de su supuesto amigo. Era un rompecorazones, o al menos así había entendido la conversación. Era uno de esos que iban de flor en flor, a ver si las chicas caían, y aún así, todas iban detrás suya. Nunca entendería eso. En fin, ella solo lo necesitaba para no estar sola en clase, aunque sonara tremendamente egoísta, era la pura verdad. Dejó de pensar en eso y se preparó algo de comer. No se le daba especialmente bien el cocinar y tampoco tenía mucha hambre así que solo se preparó un bocadillo. Sabía que desde que se había mudado, iba a adelgazar bastante con eso de no cocinar. Tras acabárselo, se tiró en la cama y se quedó profundamente dormida.

Las horas pasaron pero Luna no se despertaba hasta que un golpe en la puerta, hizo que se irguiera en la cama de pronto. Se frotó los ojos, y fue hacia la puerta, y sin tan siquiera mirar por la mirilla, abrió.

- Buenas tardes, no pretendía molestar, por casualidad ¿tiene un martillo? – Luna ni siquiera podía verle la cara al chico que la había despertado en plena siesta porque no paraba de mirar su móvil, pero Luna se agachó un poco para fijarse bien.

- ¿Alex? – Levantó la cabeza, mirándola con los ojos bien abiertos y sonrió.

- ¡Hey, Luna! Joder, el mundo es un pañuelo ¿eh? – Entró en su casa como si de la suya se tratara. - ¿Vives aquí? Mi mejor amigo se ha mudado en frente tuya. Así que ya te tengo localizada. – Le guiñó el ojo, riendo, y Luna se rió suavemente mientras se rascaba la nuca.

- Sí... Ya... - Se puso delante suya para evitar que siguiera ojeando su casa y sonrió.- Y lo siento, pero no, no tengo ningún martillo.

Colocó las manos en sus hombros, empujándolo levemente para que saliera, y él se rió, quedándose en el umbral de la puerta. Cuando Luna iba a apartar sus manos, él las agarró con delicadeza.

Arriesga y canta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora