Ryan, aquella chica de cabello rojizo, ojos ligeramente verdes y con muchas pecas, estaba sentada con las piernas en forma de moño en el pasto, con los audífonos puesto, a todo volumen.
Dan, bueno, el la observa, observaba como es que la chica se balancea al compas de la música, observa el movimiento de su cabello ocasionado por el suave viento que había.
Él no sabe por qué todos los días ella acude a ese parque.
Él no sabe por qué todos los días él va y la observa.
Él sabe que ella no lo soporta.
Él sabe que se comporta como todo un imbécil cuando esta con ella.
Dan siente algo por Ryan, si, lo hace, y comportarse como un imbécil es parte de tratar de llamar su atención.
Lo que él no sabe, es que lo único que consigue que la chica sienta hacia él, es odio.
Ella quiere que entienda que ella no quiere a alguien malo, ella quiere un chico cursi, si, cursi.
Que le mande cartas de amor en anonimato a la misma hora y el mismo lugar, pero no quiere algo tan cliché.
Ella, no esta interesada en él.
Él, tiene un gran interés en ella.
