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Nunca fui una de esas personas tímidas, de hecho, siempre fui todo lo contrario. Pero aunque hablaba con todos, a nadie parecía agradarle. Siempre pensé que tenía algo mal en mi, pero luego me di cuenta de que en realidad los demás tenían algo mal. Lamentablemente, cuando me di cuenta de eso ya era muy tarde.

Cambié mi forma de vestir, me peiné, me hice unas trenzas, prácticamente me transformé por completo y salí a la calle.

Cuando llegué a la escuela noté que varios chicos me miraban. Una de las chicas populares se me acercó. Me invitó a estar con ellas y yo obviamente acepté. Por fin me sentía integrada, y, créanme, se sintió de maravilla. Tal vez lo que importa no es lo de dentro, sino lo de fuera.

Géminis [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora