¿Alguna vez has oído hablar sobre un chico que soporta un mundo detestable para él? No se basa en los clichés e intenta sonreír siempre que puede, aunque esas muecas que hace "feliz" a la gente se desvanezcan al llegar a su casa.
Este chico se tira en la cama, pero no coge el móvil, no. En vez de eso, se pone a pensar, bonita palabra ¿verdad?
Muy poca gente lo hace hoy en día, y los que si, están fijados, en la mayoría, a no sentirse identificados con nada, porque nada es cierto relativamente.
El chico del que os hablo piensa demasiad, hasta llegar al punto de apagar las luces de su habitación tras intentar entretenerse con algo, encender una luz tenue, coger papel, bolígrafo, y algo en lo que apoyar sobre sus piernas, y ponerse a escribir. Todo mientras mira por su pequeña ventana al mundo, y así recordar la realidad en la que vive. La que no le gusta.
Al chico le gusta oír los grillos en silencio, es una pena que los coches y motos tapen ese sonido. A la gente le molesta, a él le relaja oírlo. Le hace sentir cómodo. Le gusta pensar que algo intenta hablarle, aunque no sabe qué ni quién, ni si quiera se es cierto o no.
Puede que este chico se algo idiota al pensar demasiado, porque la ignorancia hace la felicidad, ¿verdad?
