Era la fría madrugada de un sábado como otro cualquiera, y la capital del Reino de Caramelo se hallaba en calma mientras sus habitantes descansaban. Las luces del imponente castillo que se alzaba en el centro de la ciudad estaban apagadas, todas salvo una, la de los aposentos reales, pues Bonnibel, la joven princesa de pelo rosado, todavía seguía despierta.
La tenue luz provenía de la lamparita que había sobre el escritorio, la joven se encontraba sentada en él, leyendo un antiguo libro mientras tenía la cabeza apoyada sobre su mano izquierda. A pesar de estar en la estación de lluvias, que normalmente solía ser fría, llevaba puesto como pijama una camiseta negra de manga corta con un dibujo un tanto siniestro, y un pantalón corto con un estampado de cuadros rosados.
La lectura que estaba llevando a cabo era de lo más adictiva, y a pesar de estar agotada por el ajetreo que hubo en la corte horas antes, no podía dejar de leer, pues la curiosidad se lo impedía. Al pasar de página, se ajustó las gafas y miró el reloj que había en una de las estanterías situadas sobre el escritorio, dudando entre si seguir leyendo o no. Habían pasado unas cuantas horas desde que empezó a leer, por suerte para ella, no tenía ningún compromiso real al día siguiente, por lo que podía permitirse trasnochar de esa manera. «Solo unas páginas más...», pensó.
El libro en cuestión, era un viejo diario aparentemente escrito por una humana, que aun habiendo estado durante siglos en la antigua biblioteca regentada por la Princesa Tortuga, estaba extraordinariamente bien conservado. La cubierta estaba hecha de cuero oscuro parcialmente desgastado, que sin duda había visto días mejores, pero por suerte, el interior estaba casi intacto, ya que el paso del tiempo sólo había logrado amarillear las páginas.
Era la ocasión perfecta para aprender más sobre los humanos, dado que la especie se extinguió hace siglos a causa de la Guerra del Champiñón, una terrible guerra en la que se utilizó armamento nuclear que devastó el planeta casi por completo. Con un poco de suerte, quizá encontraría pistas del destino que corrieron, pues nunca se supo si lograron salir del planeta o encontrar un lugar que la radiación no hubiese arrasado. Al fin y al cabo, su amigo Finn era humano, y no presentaba ningún tipo de mutación en su cuerpo, algo que despertaba la curiosidad de la princesa.
Tras leer unas cien páginas, empezó a encontrar algunas en blanco. A simple vista las hojas parecían vacías, pero al pasar la mano por encima se podía notar que había una especie de relieve casi imperceptible grabado en el papel. «Me pregunto qué habría escrito, quizás se equivocó, o quizás...», reflexionaba la princesa, mientras las yemas de sus finos dedos se deslizaban por la hoja hasta acabar en el borde del libro, fue entonces cuando se percató de algo extraño, había un pequeño trozo de papel arrugado que sobresalía ligeramente de entre las últimas páginas.
Creyendo que se trataba de un marcapáginas olvidado, abrió el diario por esa página y vio que ese pedazo de papel arrugado y manchado de sangre, era lo que quedaba de una hoja que parecía haber sido arrancada violentamente, pero por suerte, todavía quedaba algo escrito que quizá esclarecería lo ocurrido."[...] ce días que Hunson fue en su busca. He visto a esos bastardos merodeando. No descansaran hasta llevarse a mi hija. Pero esto se acabó, ya me he cansado de huir. He llevado a Marcy a la caravana cercana al viejo búnker para que esté a salvo mientras yo ahuyento a esos malditos. Lamentaran el día en el que se cruzaron en el camino de Elise Abadeer..."
Bonnibel se tapó la boca con ambas manos al leer el apellido de la autora del diario, y mantuvo su mirada clavada en el manuscrito.
—Oh Blios mío, no puedo creerlo, todo este tiempo he... ¡Blios mío! —exclamó, aún no podía salir de su asombro—. Me va a matar, lo sé...
Tras unos minutos sin poder apartar la mirada del antiguo diario, seguía inmóvil y sin saber exactamente qué hacer. Todo ese tiempo había estado leyéndolo sin darse cuenta de que la autora fue la consorte de Hunson Abadeer, un demonio que reinaba en la dimensión de la Nochesfera, y al parecer, también era la madre de Marceline, la Reina de los Vampiros, alguien a quien durante años había tratado de evitar en la medida de lo posible, debido a varias desafortunadas desavenencias entre ellas. Sabía perfectamente que si alguno de ellos se enteraba de que había leído algo tan privado no se lo tomarían nada bien, sobre todo ella. Pero estaba mal guardárselo, no tenía relación alguna con el Sr. Abadeer, no obstante, sabía dónde encontrar a su hija.
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Sed de Sangre
FanfictionUn viejo diario plagado de oscuros secretos del pasado, alterará la vida de Bonnibel y Marceline, quienes decidirán emprender una aventura para tratar de descubrir la verdad. Pero... ¿a qué precio? -------------- La historia está basada tanto en la...