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Desperté gracias a que mi mamá tocó con fuerza la puerta de mi cuarto y me dijo que iríamos a ese terrible lugar, por lo que supuse que no iría a la escuela ese día.

Subí al auto y mi mamá comenzó a conducir. Pegué mi cabeza al vidrio empañado por el frío que hacía esa mañana. Sólo logré dormir dos horas así que las ojeras eran tremendamente notables.

Después de un rato, mi mamá estacionó el auto y bajé. Ahí estaba ese espantoso lugar. El hospital.
Odiaba el olor a hospital debido a que este me mareaba.

-Vaya, ya llegaste Alonso. Por favor, toma asiento.- Me recibió el doctor de siempre con una sonrisa tan sarcástica que podía notarse a kilómetros.
-A mí también me da gusto verlo, doctor.- Sonreí de la misma manera y enseguida me puse mis audífonos haciendo poco audible la plática entre mi mamá y el doctor.
-¿Ha estado tomando sus píldoras?.
-Si, todos los días las toma pero sigue hablando solo antes de caer dormido.
-Ya veo... este podría ser un trastorno mental más que una simple dificultad para dormir, señora. Necesitaremos aumentar la dosis de píldoras y ver cómo reacciona.- Afirmó el doctor.

Rodee mis ojos. Odiaba escuchar que las personas me llamaran 'loco'. Decidí salir a tomar un poco de aire a los pasillos ya que si no, me pondría a gritar y nuevamente dejarle en claro que no estoy loco.

Al salir, escuché una voz familiar en la sala de espera del hospital.

-¡Está bien, si quieres que terminemos, pues no me importa!.- Colgó enojada.

Ahí estaba ella, la chica de la estaba enamorado pero que sabía perfectamente que nunca tendría una oportunidad. Jéssica.

Me acerqué a ella y puse mi mano sobre su hombro haciendo que ella se exaltará y diera un leve grito por el susto -¿Estás bien?- le pregunté.
-Oh, Alonso... si, lo estoy. ¿Qué haces tú aquí?.
-Bueno...
-Así déjalo, de todos modos no me interesa. No le digas a nadie lo que viste ¿de acuerdo, Villalpando?- Asentí muchas veces con mi cabeza -De acuerdo, nos vemos.- Sonrió y se paró de la sala caminando hacia fuera del hospital.
-Alonso... Villalpando...- Oí detrás de mí -Debe ser doloroso no ser correspondido ¿cierto?.- voltee confundido y me encontré con el chico misterioso de mi clase.
-T- Tú eres el chico que vi ayer.-Lo señalé con mi dedo -¿Cómo sabes mi nombre si nunca hemos hablado?.
-Claro que hemos hablado, Alonso. Si no, dime cómo es que me sé tu nombre.-Me sonrió de una manera traviesa y divertida.
-Yo no sé tu nombre... nunca te había visto hasta ayer.
-Pues me presento, soy José Canela aunque, tú puedes decirme Jos.-Sonrío ampliamente estirando su mano en forma de saludo.

No le saludé, en cambio, lo miré confundido.
El chico tomó mi celular que se encontraba en mi bolsillo y lo prendió.

-¿Qué haces? ¡devuélveme mi celular!- intenté quitárselo pero él me detenía con su mano.
-Un segundo, corazón.- Tomó ahora su celular y comenzó a teclear en este. Segundos después, me devolvió mi celular. -Listo.
-¿Qué hiciste?- tomé mi celular y comencé a revisarlo para ver si no le había hecho algún daño.
-Nada, me agregué a tus contactos y yo te agregué a los míos.-Sonrío cerrando los ojos.
-¿Qué? ¡pero ni siquiera te conozco!.
-Entonces conozcámonos- Alzó sus cejas.
-Me tengo que ir.- Dije cansado y dispuesto a irme.
-No te vayas, tenemos mucho de qué hablar si queremos conocernos.- Respondió suplicante.
-Me tengo que ir... luego nos vemos.
-Bien, lo prometiste. Nos vemos luego, Alonso.

Corrí volteando a atrás de vez en cuando para ver que no me siguiera el chico o algo así hasta el cuarto donde se encontraba el doctor y mi mamá.

-Mamá, ¿podemos irnos ya?- Pregunté apresurado mientras salía de la sala caminando rápido.

Mi madre notó que yo ya me había marchado hacia la salida del hospital.
Cuando mi mamá salió del hospital y empezó a caminar hacia el coche, voltee por última vez y lo vi parado con su vista fija en mí y saludando sonriente. Me dio escalofríos.
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"¿Cómo te fue hoy, pequeño?"
-Muy bien gracias, hoy fui al hospital de nuevo. ¿Puedes creer que el doctor dice que estoy loco?.
"No estás loco, mi vida. Es sólo que ellos no pueden escucharme y por eso deducen eso."
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-¡Alonso! -Me saludó Freddy con un choque de puños y un abrazo rápido en cuanto llegué al salón.
-Hola, Freddy ¿dormiste bien? hoy te ves muy feliz.-Le sonreí.
-Se puede decir que sí, dormí muy cómodamente en la noche ¿y tú? ¿lograste dormir?.

Me senté a su lado, como en cada clase. Luego llegaba el profesor y nos cambiaba de lugar a nosotros dos.

-Las píldoras siempre funcionan.- Le guiñé un ojo.

"Nos vemos en la azotea en 5" [Recibido 7:30 am]

Me desconcerté ya que no tenía idea de quién era peor luego vi el nombre asignado a ese contacto. "Jos".
Ese chico hasta se asignó nombre cuando registró su numero en mi celular.

Me paré de mi asiento dejando un poco confundido a Freddy.

-¿Que haces? sólo nos quedan 3 minutos antes de que empiece la clase.
-Yo... debo ir al baño, ya vuelvo no te preocupes.

Salí corriendo del salón y me dirigí a la azotea.
Al llegar, noté que el lugar estaba más vacío que nada. No se oía ni un solo paso, ni un solo ruido.

"Ahora que faltaste a clases, ¿porqué no vienes a jugar conmigo?, te espero en el patio." [Recibido 7:35 am]

Este chico está loco. ¿Me hizo perder clase solo por un jueguito?... que absurdo. Ni loco faltaría a clases nuevamente porque ya he faltado muchas veces cuando me iba con Freddy de pinta.
Cuando iba bajando las escaleras de la azotea, recibí otro mensaje.

"Una promesa es una promesa" [Recibido 7:37 am]

Demonios.

Debí quedarme viendo ese mensaje un rato porque ni cuenta me di de cuando llegué al patio. Es como si mis piernas hubieran caminado sin mí autorización.

Respiré hondo.

Veamos qué quiere este chico.

Caminé un poco por el patio y lo vi sentado en las gradas viendo su celular.

-¿Qué quieres?.- Llamé su atención.

El chico me miró con una sonrisa traviesa y bajó de las gradas con sus manos metidas en las bolsas de sus pantalones.

-Sólo quiero jugar.- Alzó ambos hombros.
-¿Ah sí? ¿Y a qué quieres jugar?.- Pregunté incrédulo pensando que todo esto era una broma de mal gusto.
-El que aguante la respiración por más tiempo, gana.- vaya, este chico sí que estaba loco y era un poco infantil para su edad.
-Y el que gana... ¿qué haga?.- pregunté.

Sonrió de lado y agachó su cabeza para después mirarme fijamente.

-Comenzamos, tres...dos....uno...- habló sin contestar mi pregunta.

Tomé una gran cantidad de aire mientras que él apenas y tomó un poco de este.
20 segundos y yo ya me estaba poniendo morado mientras que él seguía mirándome con calma y serenidad.
Un minuto... ya no aguantaba más, sentía que mis mejillas explotarían de tanto aire que estaban conteniendo, mis labios estaban fruncidos dando señal a que ya no aguantaba más y mis adentros pedían salir a gritos, pero él, él se mantenía como hace un minuto. Este me guiñó un ojo provocando que soltara todo el aire que llevaba en la boca. Inhalé y exhalé esperando recuperar mi respiración; cuando lo logré y me incorporé, su rostro ya se encontraba rozando con el mío.

-Gané- sus labios fríos comenzaron a rozar con los míos. Cuando traté de separarme su brazo me detuvo por la cintura haciendo que me pegara más a él -Un juego, solo es un juego- recalcó esas palabras despacio con esos labios rosados y delgados. Exhalaba aire caliente tan contrario a esos labios fríos que poseía los cuales seguían rozando con los míos y amenazaban con besarme.

Insomnio | Jalonso VillalnelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora