El pequeño Severus, salió de su casa como de costumbre, harto de escuchar los gritos de su padre.
Eileen, su querida mamá, parecía no darse cuenta del monstruo que tenía por esposo. Siempre tomando bebidas alcohólicas muggles, faltando a trabajar, llegando a altas horas de la noche, mientras ella lloraba en silencio. Y cuando estaba en la casa, amenazándola con abandonarla, criticándole los alimentos que preparaba, repitiéndole una y otra vez que la detestaba, que maldecía la hora en que se había casado con ella y que estaba allí, solo por el hijo de ambos. Y que un día de esos se buscaría otra mujer.
El pequeño niño, con solo ocho años, no entendía por qué soportaba todo ese maltrato en silencio.
¿Por qué, si era una bruja, no le lanzaba una maldición y se deshacía de él?, ¿Por qué, a pesar de todo, lo esperaba cada día con una sonrisa, con la cena preparada , la ropa limpia y la casa siempre ordenada, esperando algún gesto amable de su parte alguna vez?
La única razón por la que su madre soportaba todo eso, seguía dándole buen trato y aún dormía con él, era simplemente, porque lo amaba.
Esa mañana, las dos niñitas que siempre estaban en el patio de juegos del barrio donde vivían. Y cuyo parecido denotaba que eran hermanas, estaban discutiendo.
La que parecía ser la mayor, increpaba a la otra, diciéndole que era un fenómeno, mientras que esta, lloraba de tristeza a causa de las palabras hirientes de su malvada hermana.
Severus sentía deseos de lanzarle un hechizo.
Él había deseado muchas veces tener un hermano. Y así tener con quien compartir su habitación y sus pocos juguetes. Y no entendía por qué aquella niña, trataba con tanto desprecio a su hermanita menor. La cual desde lejos se veía que era una chiquilla agradable.
Tomó la decisión de acercarse y decirle que ella no era ningún fenómeno, porque se había dado cuenta de que esa pequeña, al igual que él, tenía poderes mágicos.
Pero decidió esperar al día siguiente, ya que las niñitas se marchaban en ese momento, seguramente para asistir a su escuela muggle, a la cual él no iba porque, como buen hijo de hechicera, estudiaba en su casa instruido por su mamá.
Sin embargo, al regresar a su hogar, lo esperaba una sorpresa.
Su padre, un hombre muggle a quién él no se parecía en nada, a excepción de algunos rasgos, se encontraba sentado en su sillón, totalmente sobrio. Limpio, vestido decentemente y con un gesto de amabilidad en su cara, que él no le había visto jamás.
-Hijo, tenemos algo que decirte- le dijo su mamá, a quién veía sonreír como hacía mucho tiempo que no hacía.
Su padre entonces, le extendió una de sus manos para que acercara. Y luego de abrazarlo y llenarlo de besos, cosa que era nueva para el pequeño niño, le pidió perdón por todas las veces que lo había golpeado e insultado, por gritarle y romperle los juguetes y sobre todo, por obligarlo a presenciar la forma tan injusta como había tratado a su madre todo ese tiempo.
-He tomado una decisión muy importante y que nos hará bien a todos- notificó el hombre-Tu mamá ya lo sabe y ahora es tu turno de que lo sepas.
Comenzaré un tratamiento para dejar de beber.
Ante tamaña noticia, Severus se quedó petrificado.
No sabía que tan cierto era lo que su padre decía, o si tan solo se trataba de un truco para después volver a su comportamiento de siempre y nuevamente a hacer sufrir a su mamá.
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¿Y si Severus tuviera una hermanita?
Fanfiction¿Como habría sido de la vida del amargado y rencoroso profesor de Pociones, si las cosas para él, hubieran sido distintas desde el comienzo? Esta es la historia del mago más valiente de todos los tiempos, cómo debió ser en realidad.