Aquel ángel caído caminaba por las oscurecidas calles de París, mojándose el traje, alisando sus cabellos. Sabía que lloraban por él, y en vez de recluirse en una casa para no sentir el dolor de los que habían sido sus amigos, estaba allí, de pie en una de las plazas tras la Torre Eiffel que estaba cubierta con niebla, con el rostro hacia el cielo y los ojos cerrados. Las manos las tenía en los bolsillos, y sentía las alas rotas, oscuras, grisáceas cayendo y siendo más que un adorno para los ojos que veían, siendo un impedimento imaginario para su movimiento ahora como un humano más.
Se subió en la orilla de la fuente de piedra, y con un salto potente se dio al cielo. Una sonrisa triste se curvó en sus labios cuando nuevamente aquellos zapatos de ejecutivo tocaron la tierra y sacudieron con ligereza un charco, como si su peso en la tierra fuera nulo. Una brisa fría le sacudió los cabellos, y su pecho se sacudió en una carcajada amarga.
Si tan solo no hubiera caído...
Tomó aquel relicario que colgaba de su pecho entre sus manos; estaba gélido, congelado. Con un movimiento de su pulgar lo abrió y vio aquel dibujo realizado por Feliciano de un joven y nervioso ángel de cabellera rubia y ojos verdes, que sonreía, casi nuevo en el cielo, con un aura dorada sobre la cabeza. Lo tenía él porque se lo había regalado el mismísimo autor cuando notó en sus ojos el sentimiento de su alma, el mismo que él compartía con otro ángel de cabellos rubios. Aquello que los iba a unir, supuestamente, por tanto tiempo...
Y él ahora estaba allí, en la tierra.
-¿Por qué, amigo mío? -la voz de Feliciano se hizo presente cuando prestó más atención a aquellas gotas que chocaban contra su nariz.- Todo era tan bello en el cielo...
-¡Estás haciendo que el cielo se inunde! -ahora Gilbert, con una voz más nasal por las lágrimas, podía ser escuchado. Bajó la mirada; jamás se imaginó siendo regañado por el albino.- ¿Puedes imaginar como está Arthur?
-Yo sé como está, Gilbert, no es necesario que lo repitas... -la punta de su zapato pateó lejos una piedra, sin mucho ánimo. Sus hombros se encogieron y su mirada apenada se posó en los adoquines mojados. No lo podía escuchar... ¿Y si no estaba llorando?- Cuídalo por mí, Gilbert... buscaré una forma de volver.
-No puedes volver. -ante sí se abrió una pequeña grieta en el aire, y una luz clara llenó la plaza. La contempló, sin estremecerse, y una figura ligeramente más alta que él y musculosa apareció. Nadie que pasaba cerca notó ese cambio en el aire ni a los dos hombres rubios que se contemplaban, serios.
-¿No deberías estar abrazando a Feliciano, Arcángel Ludwig? -preguntó algo molesto, con el ceño fruncido al verle allí, con las ropas que usaba en el cielo, con las alas elevadas, completamente secas a diferencia de él.
-Feliciano aceptó a que viniera. Dios manda a decir que ya no puedes volver, Francis. Tus alas ya comienzan a tomar el color del infierno, y de a poco en tu cabeza comenzaran a crecer cuernos para que el maldito te tome como suyo entre sus garras por el pecado que cometiste. Se te quitan todos tus cargos como Ángel Instructor y, claramente, el puesto de Arcángel se te niega. -sus brazos se cruzaron en su pecho y le miró elevando una ceja. Suspiró.- ¿Por qué tuviste que hacer eso? ¿En serio la tentación fue más grande para ti que la condición de quedarte arriba, con nosotros? Ahora estás arrepentido... pero ya sabes que Él no perdona esas cosas, por más compasivo que sea...
La mirada del de alas rotas se posó en el suelo; ¿Cómo poder mirarlo tras lo que había pasado? Y Ludwig había sido quien los había visto... primero.
-Ten. -nuevamente su voz rompió el aire, y cuando lo miró, notó en su mano un libro que no pudo reconocer hasta un poco después.- Me ha dicho que te lo entregara. Es lo único que puedo hacer por ti, es lo que podemos hacer, gastar nuestro poder y bajar a verte a darte noticias de arriba.
-No permitas que Arthur venga. -tajantemente respondió, algo asustado por sus palabras, mientras tomaba el libro y lo estrujaba contra su pecho.- Por favor, Ludwig... haz todo lo que puedas para que Arthur no venga. No quiero que...
-Por lo que ocurrió con Michelle, ¿verdad? -aún sonrojado y apenado por aquella mención, asintió con la cabeza.- Mucha suerte, Francis. Lamento que todo esto haya ocurrido. Adiós.
-Adiós, Ludwig... -su mirada siguió la trayectoria de las alas del otro hasta que desapareció en el cielo. La lluvia de a poco cesaba... y solo escuchó una suave voz mientras se devolvía por las calles hacia aquel departamento que había arrendado con los pocos (muchos) fondos humanos que había ahorrado toda su vida con el viejo cargo de ángel guardián.
-Espero que vuelvas pronto.
-Por ti, mon chéri... haré todo lo que pueda. No te deprimas, ¿Vale? Sigue volando... sigue siendo feliz. Por favor. -su sonrisa quebrada se fue al aire, antes de suspirar y dirigirse al departamento. Sabía que, después de todo, no le iba a oír.
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Holiwis, Marie acá, quiero decir que siempre tuve ganas de hacer un Fruk en mi wattpad y jamás se me ocurrió como, y creo que esta es una de las mejores maneras de hacer una de mis otps realidad. Tiene algunas pinceladas de "Wish" de CLAMP, manga que había leído antes de empezar Hetalia y el que recordé cuando se me vino la idea de ángeles y demonios. Como soy poco de hacer cosas con capis, tendré que avanzar mientras publico, por ejemplo ya voy terminando el capi 3. No sé cuanto dure y no quiero prometer algo que quizá no cumpla, así que estaré actualizando leeeeeeeeeentamente, pero, ¡tengan paciencia! tengo a alguien que puede despertar el bichito de la inspiración (*////*) ¡Gracias por leer!
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[APH AU] La manera de Volver. {FrUk} [Pausada]
FanfictionFrancis fue uno de los pocos ángeles sacados del cielo, por un pecado que Él no perdonará jamás. Sus amigos lamentan su ida, mientras las calles de París se inundan por sus lágrimas, dejándoles aquel vacío en el pecho porque no pueden hacer nada par...