«Pasé mucho tiempo solo. Lo sé, lo confirmo mientras pasan los días a tu lado. Voy contando cada uno de ellos, porque todos esos momentos, son imborrables recuerdos. ¿Cuánto tiempo me queda a tu lado? Por ahora, no quiero pensar en eso.»
-Tu esposo está haciendo el tonto, otra vez. -Jonathan habla desapasionado, mientras mira por la ventana de su cuarto-oficina hacia el patio.
Por comodidad, por querer darle a su querido pajarillo cantor un lugar más cálido, había comprado aquella casa de dos plantas en un suburbio, bastante acomodado.
Era una casa grande, como para una familia grande, con muchos niños. Aunque los únicos niños a esa hora, fueran Ellery y Tom en el patio.
El cantante había sido mojado de pies a cabeza con la regadera de mano, por nada más y nada menos que Tom. Se suponía que iban a regar el jardín, las hermosas orquídeas que Jonathan mandó a sembrar para su pareja. Pero, como era inevitable en aquellos dos, habían terminado discutiendo, lo cual llevó a una pelea de manos y, como no, a que se mojaran uno a otro.
-Tom olvida que Elle vive de su voz. Enfermarse no está en su agenda. -Jonathan habla como hombre de negocios, pero sé que está preocupado por el cantante. A su manera, desapasionado y práctico. Ellery debe saberlo, o no seguiría con él después de más de diez años.
Me levanto y veo junto a él por la ventana. Ellery da saltos mientras es bañado por Tom e intenta quitarle la regadera de mano. Este se ríe, sabedor de que, por su altura, Ellery difícilmente podrá alcanzar su mano.
Sin embargo, para buena o mala fortuna de Tom, Ellery ha cultivado más la astucia que la fuerza y tira de la manguera hasta zafarla. Ahora el rubio cantante lleva todas las de ganar y empapa al grandote.
Escucho a Jonathan suspirar a mi lado, luego negar.
-Hay sol, deja que se diviertan. Es como si estuvieran en la piscina. -Miro a Jon que parece indeciso entre ir a rescatar a su eterno novio o no.
-Tom quiere que adoptemos un niño -le digo, no solo como un intento de tranquilizarlo y cambiar el tema, sino porque quiero que lo sepa.
Jon se me queda mirando. Se nota sorprendido, aunque sea solo un pequeño brillo de nada en sus ojos.
-¿Y tú qué dices al respecto?
-Que quiero una niña. -Me rio, porque la repentina tensión en las preguntas es muy característico en Jon-. Creo que aún es demasiado pronto para eso.
-Seis años de matrimonio, más cuatro de noviazgo. ¿Y aún piensas que es muy pronto?
-Tiene 28 años, Jon. A esa edad, yo no pensaba en niños en un plazo corto.
-Claro que no. -Me da la razón, mientras va a servirse algún licor en su mini bar-. Solo había espacio para sexo y dinero en tu mente.
Y ya me decía yo que estaba siendo muy amable. Da un trago al ginebra que tiene, seguro para quitarse lo tenso que le queda, y continúa.
-Tú ya estas entrando a los 40. Más allá de ser un joven en sus veinte, quizá es él quién piensa más en ti de lo que crees.
Amplió mi sonrisa. -Mira quién viene a darme una cátedra de edad, el que lleva diez años de noviazgo.
Jonathan se sirve otro trago que se baja de sopetón. No era un tema delicado, ¿verdad? -Es él quién aún no quiere casarse, y no trates de desviar el tema hacia mí.
No puedo evitar carcajearme. -No puedes hablarme de algo que aún no experimentas, aunque exista la misma diferencia de edades entre Ellery y tú, que entre Tom y yo -le digo.
Jonathan asiente. Después suelta un suspiro, del tipo de expresión que debería venir acompañado de una caída natural de hombros. Pero el porte del hombre de negocios, le evita hacer eso como reflejo. Siempre mantiene la compostura. -Llevamos 8 años viviendo juntos, es casi un matrimonio.
Solo porque el ave cantora se espanta ante el sonido de papeles oficiales. -Pero Ellery aún no te dice que quiere tener niños. ¿O sí?
El silencio de Jonathan es suficiente para saber la verdad. -¿Por qué no simplemente lo complaces?
-Un niño no es algo que tengas por un capricho -le replico con severidad.
-¿Por qué no? Mucha gente lo hace, no es...
-Mucha gente irresponsable -lo interrumpo. No puede negar ese argumento.
-¿Lo piensas tanto por él? Si Tom lo sugirió, es porque debe estar listo para ser padre.
Ah, mi pensamiento hecho palabra hablada me quita el aliento. No puedo evitar sentir cómo el pecho se me aprieta.
-¿No será que tú no te sientes listo? -La sonrisa ladina de él, me pone mal.
-¿Quieres empezar una pelea, Jonathan?
Él se ríe de mi amenaza. -No seas un crío, Sly. Si amas a tu pareja, puedes vencer ese miedo. Pueden hacerlo juntos.
Suspiro. Lo sé. Desde que estoy a su lado, ya no estoy solo. Pero, ¿podemos caminar al mismo paso? Con una diferencia de 12 años, parece imposible.
-Además, no debes ser egoísta. Piensa en él un poco más desde su punto de vista. ¿Acaso no siempre dice que quiere una familia contigo? Ellery y Garin podrán ser su familia, pero los más cercanos, tras ellos y tú, serán sus hijos... o los tuyos. -Se ríe. ¿Qué significa esa risita? -. Esos niños con quienes quiere compartir el amor que le inspiras y que, llegado el momento, serán su compañía.
La forma en que hace referencia a la inevitable verdad de que soy mayor que Tom, me estruja un poco más. Es probable que sea aquello lo que me niego a aceptar. Evito mirarlo, porque me da pena aceptar que aquello me ha sacudido. Pero supongo que es inútil, Jon lo debe notar o saber.
-¿Desde cuando eres tan sensible y dulce al hablar?
Jon se ríe, mientras dice que siempre ha sido así.
-O Ellery te ha ablandado un poco más.
Jonathan da el último trago a su ginebra con una sonrisa. Se levanta del taburete y toma una servilleta. -Son estos pequeños momentos en los que me parece que Tom es más maduro que tú, pensando por los dos a futuro. -Y me pone la servilleta sobre la nariz.
Bien, porque estaba a punto de sorber. Supongo que debo tener los ojos cristalinos y las comisuras rojas, aunque no he vertido ni una lágrima.
-Ellos nos hacen recordar a cada momento que no estamos solos. ¿No piensas lo mismo? -agrega con una sonrisa amable. Sí, el carácter de Jonathan se ha endulzado en estos diez años.
Un portazo, un grito en tono agudo y una queja nos indican que "los niños" ya acabaron de jugar con el agua, tan solo para terminar peleándose en el portón. Me giro hacia la ventana y me compongo tanto como puedo el rostro, sonando la nariz de paso. No quiero que Tom arme algún tipo de jaleo con Jon por unos indicios de lágrimas.
Rio con ese pensamiento. Sí, no estoy solo a su lado.
FIN
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My Dear
RomanceNi la historia ni la ilustración son mías, pero la autora/ilustradora me pidió que la subiera en mi perfil. Gracias a la cangrejita por este maravilloso regalo. —Sloane reflexiona sobre su relación con Thomas, su joven esposo—