ciudades de papel

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   de  el mismo autor de Bajo la misma estrella, la novela para jóvenes que ha captado la atención del público de todas las edades 

 La novela cuenta la historia de Quentin, un adolescente que vive al lado de la preciosa Margo Roth Spiegelman. Son muy amigos desde pequeños por vivir tan cerca. Por desgracia con el paso de los años, su relación se deteriora hasta el punto de convertirse en casi desconocidos cuando llegan al último curso de instituto. Cuando Margo y Quentin han perdido todo contacto, una noche Margo aparece en la ventana de Quentin, tal y como hacía cuando eran pequeños, para pedirle su coche. Al final, Quentin termina acompañando a Margo mientras ella intenta vengarse de su exnovio. A la mañana siguiente después de la aventura, Quentin va al instituto esperando encontrarse con ella, pero Margo no aparece. Al principio no le da importancia, pero al cabo de los días y tras la aparición de un detective, se da cuenta de que Margo ha desaparecido. A partir de ese momento, Quentin, junto a sus 2 amigos y la ex mejor amiga de Margo, tratan de encontrarla a toda costa siguiendo unas extrañas pistas que Margo ha ido dejando

Supongo que a cada quien le corresponde su milagro.Mi milagro fue el siguiente: de entre todas las casas de todas las urbanizaciones de toda Florida, acabé viviendo en la puerta de al lado de Margo Roth Spiegelman.Nos miramos fijamente, cada uno desde su lado del cristal. Nuestras cabezas estaban a la misma altura. No recuerdo cómo acabó la historia, si me fui a la cama o se fue ella. En mi memoria no acaba. Seguimos todavía allí, mirándonos, para siempre.A Margo siempre le gustaron los misterios. Y teniendo en cuenta todo lo que sucedió después, nunca dejaré de pensar que quizá le gustaban tanto los misterios que se convirtió en uno.El día más largo de mi vida empezó con retraso.Las reglas de las mayúsculas son muy injustas con las palabras que están en medio.No tenían tiempo para pensar en el futuro. Pero luego las expectativas de vida empezaron a aumentar y la gente empezó a tener cada vez más futuro, así que pasaba más tiempo pensando en él. En el futuro. Y ahora la vida se ha convertido en el futuro. Vives cada instante de tu vida por el futuro...—Siempre me ha parecido ridículo que la gente quiera estar con alguien solo porque es guapo. Es como elegir los cereales del desayuno por el color, no por el sabor.Desde la distancia, quiero decir. No se ve el desgaste de las cosas, ¿sabes? No se ve el óxido, las malas hierbas y la pintura cayéndose. Ves los sitios como alguien los imaginó alguna vez.
—Todo es más feo de cerca —explicó Margo.
—Tú no —le contesté sin pensármelo dos veces.—Te cuento lo que no me gusta: desde aquí no se ve el óxido, la pintura cayéndose y todo eso, pero ves lo que es realmente. Ves lo falso que es todo. Ni siquiera es duro como el plástico. Es una ciudad de papel.Era un hilo débil, por supuesto, pero era el único que me quedaba, y toda chica de papel necesita al menos un hilo, ¿no?—¿Y cuál es el placer? —le pregunté.
—Planearlo, supongo. No lo sé. Las cosas nunca son como esperamos que sean.yo boca arriba y ella de lado, pasándome un brazo por encima y con la cabeza apoyada en mi hombro, mirándome. No hacíamos nada. Simplemente estábamos tumbados juntos bajo el cielo.El placer era observar nuestros hilos cruzándose, separándose y volviéndose a juntar.—Es una metáfora de la adolescencia —intervino mi madre—. Escribir en una lengua (la edad adulta) que no entiendes y emplear un alfabeto (la interacción social madura) que no reconoces.El Chuco no funcionaba con gasolina, sino con el inagotable combustible de la esperanza.Pensé que quizá a eso se refería cuando me dijo que echaría de menos salir conmigo. Sabía que se iría a alguna parte para tomarse otro de sus breves descansos de Orlando, la ciudad de papel.Quizá era rara, o quizá los raros éramos los demás.Es el miedo que hizo que los peces salieran del agua y desarrollaran pulmones, el miedo que nos enseña a correr, el miedo que hace que enterremos a nuestros muertos.Bueno, en algún momento dejarás de mirar el cielo, o uno de estos días mirarás hacia abajo y verás que también tú has salido volando.«Seguiré el hilo. No traicionaré tu confianza. Te encontraré.»Me tumbé un rato con la manta que olía a ella y miré el techo. Por un agujero veía un trocito del cielo de la tarde, como un lienzo dentado pintado de azul. Era el sitio perfecto para dormir. Podían verse las estrellas por la noche sin mojarte si llovía.La hierba es una metáfora de la vida, y de la muerte, y de la igualdad, y de que estamos conectados, y de los niños, y de Dios, y de la esperanza.Mear es como un buen libro: cuando empiezas, es muy muy difícil parar.¿Sabes que ahora mismo eres mi mejor amigo?los seres humanos carecemos de buenos espejos. Es muy difícil para cualquiera mostrarnos cómo se nos ve, y para nosotros mostrar a cualquiera cómo nos sentimos.Era lo que más me gustaba de mis amigos, que nos bastaba con sentarnos a contar historias.Pienso en mapas, en cómo de niño observaba de vez en cuando un atlas, y el mero hecho de observarlo era como estar en otro sitio.Marcharse es muy duro... hasta que te marchas. Entonces es lo más sencillo del mundo.No sé qué aspecto tengo, pero sé cómo me siento: joven. Torpe. Infinito.Resulta sencillo olvidar lo lleno de personas que está el mundo, abarrotado, y cada una de ellas es susceptible de ser imaginada y, por lo tanto, de imaginarla mal.Podemos oír a los demás, y podemos viajar hasta ellos sin movernos, y podemos imaginarlos, y todos estamos conectados por un loco sistema de raíces, como hojas de hierba, pero el juego hace que me pregunte si en realidad podemos convertirnos totalmente en otro.Qué engañoso creer que una persona es algo más que una persona.Por jodida que sea la vida, siempre es mejor que la muerte.Podría levantarme, acercarme a ella y besarla. Podría.Para mí habías sido un chico de papel todos estos años... Dos dimensiones como personaje en el papel y otras dos dimensiones diferentes, pero también planas, como persona. Pero aquella noche resultó que eras real.Pensé que quizá aquí la silueta de papel de una chica podría empezar a convertirse en real.Ese algo más profundo y más secreto. Son como grietas dentro de ti. Como líneas defectuosas en las que las cosas no encajan bien.—¿No te preocupa el futuro?
—El futuro está formado por ahoras —me contesta.—¡Se supone que deberías hacer que me sintiera mejor, no peor! —me dice—. ¡Es tu papel!Podría girarme, y ella también podría girarse. Y podríamos besarnos. Pero ¿qué sentido tiene besarla ahora? Es algo que no irá a ninguna parte. Los dos contemplamos el cielo sin nubes.
—Las cosas nunca suceden como imaginas —me dice.
El cielo es como un cuadro monocromático contemporáneo, su ilusión de profundidad me atrae y me eleva.
—Sí, es verdad —le digo. Pero lo pienso un segundo y añado—: Pero también es verdad que si no imaginas, nunca pasa nada.imaginar que eres otra persona, o que el mundo es otra cosa, es la única manera de entrar. Es la máquina que mata fascistas.Hemos necesitado miles de kilómetros y muchos días, pero aquí estamos: su cabeza sobre mi hombro, su respiración en mi cuello y el enorme cansancio de los dos.Cuando me despierto, la mortecina luz del día hace que parezca que todo es importante, desde el cielo amarillento hasta los tallos de hierba por encima de mi cabeza, que oscilan a cámara lenta como una reina de la belleza.Lo que quiero decir es que no nos faltan las metáforas. Pero debes tener cuidado con la metáfora que eliges, porque es importante. Si eliges los hilos, estás imaginándote un mundo en el que puedes romperte irreparablemente. Si eliges la hierba, estás diciendo que todos estamos infinitamente interconectados, que podemos utilizar ese sistema de raíces no solo para entendernos unos a otros, sino para convertirnos los unos en los otros.Las metáforas implican cosas. ¿Entiendes lo que te digo?Me mira. Mis ojos, sus ojos y nada entre ellos. No voy a ganar nada besándola, pero ya no pretendo ganar nada.
—Hay algo que tengo que hacer —le digo.
Asiente ligeramente, como si supiera qué es ese algo. Y la beso.Y quizá imaginando esos futuros podemos hacerlos reales, o quizá no, pero en cualquier caso tenemos que imaginarlos.Siento sus manos en mi espalda. Y aunque está oscuro, no cierro los ojos mientras la beso, y Margo tampoco. Está tan cerca de mí que puedo verla, porque incluso ahora aparece el signo externo de la luz invisible, incluso por la noche en este aparcamiento a las afueras de Agloe. Después de besarnos nos miramos tan de cerca que nuestras frentes se tocan. Sí, la veo casi a la perfección en esta agrietada oscuridad.

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