5. CONTAMINACIÓN

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Aún no se podía explicar por qué no estaba muerto.

En la oscuridad podía percibir el olor a sangre y cómo se deslizaba por su piel.

En el silencio se escuchaba cómo goteaba en el suelo.

«¿Por qué no me matas ya?»

La agonía sufrida era tan grande que había perdido todas las ganas de vivir.

Hubo un breve instante en el que llegó a pensar que aquello era muy surrealista.

Y después de horas de agonía, por fin creyó ver una luz en esa oscura habitación la cual se dijo a sí mismo que no existía.

- ¿Cómo te llamas? - preguntó al aire.

No hubo respuesta por parte de aquel ser que le acompañaba en su lecho de muerte.

- Dime al menos cómo te llamas - insistió.

- Mara - dijo con un tono que sonó pronunciado por varias voces.

Aquel nombre no le decía nada en absoluto, pero se lo atribuiría a la persona o al ser que torturó su mente hasta el momento de querer corromper su alma y desear pactar con el diablo a cambio de clemencia por su vida.

- Sé que no existes -le amenazó aun sabiendo que recibiría otra nueva dosis de dolor y sufrimiento -. Sólo estás en mi cabeza.

Roger comenzó a atraer los brazos hacia su cuerpo y así estirar de las cadenas con todas sus fuerzas.

- Esta habitación no existe y estas cadenas no me mantienen preso.

Mara dibujó una sonrisa en la comisura de los labios. Le divertía que aquel hombre sacara sus propias conclusiones. O tal vez había conseguido su propósito.

Roger estiraba con fuerza intentando liberarse de aquello que creía que había creado su subconsciente para él.

- Soy una persona honrada y seguiré siéndolo - su lucha por librarse de aquellas cadenas parecía surtir efecto pues las pareces comenzaron a rugir, como si hubiese adquirido la fuerza necesaria para escapar -. No haré lo que me pides. No entregaré a mi hija.

Mara se acercó complaciente a su acompañante. Parecía feliz al escuchar aquellas palabras pero sus ojos oscuros delataban la malicia que había en su sangre, rojo carmesí como la que se filtraba a través de las grietas de la pared que se fracturaba por segundos.

«Libera tu mente» creyó escuchar a la vez que los primeros rayos de luz acompañaron al color rubí del que en realidad estaban pintadas las paredes de la habitación que le había mantenido encerrado.

Aquello era el interior de su cerebro, y estaba abriendo su mente.

Mara colocó su mano en el torso de Roger, a la altura del corazón. El dolor provocado fue el más parecido a una muerte constante, pero el hombre no se dejaría vencer y siguió estirando de las cadenas hasta derribar los muros.

Lo último que supo de ella fue la sonrisa que le dedicó antes de desaparecer para siempre.

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Roger despertó sobresaltado en el sillón de su casa como si todo hubiese sido una pesadilla.

Su hija estaba tumbada en el suelo viendo unos dibujos en la televisión.

Observó sus manos sudorosas y controló la respiración acelerada al ritmo de sus latidos.

Había escapado de aquella habitación oscura quedando libre y dejando allí al demonio que había intentado corromper su mente.

Podría haberse vuelto loco de haber permanecido un minuto más allí, perdiendo la cordura para siempre.

Sus pupilas estaban completamente dilatadas, mostrando un color negro intenso que había sido testigo del horror que había vivido.

Ojos tan oscuros como los de aquella criatura.

¿Qué había sido de ella?

Lo que no sospechaba era que al abrir su mente y destruir esas cuatro paredes podría haber liberado a Mara, que en realidad la encerraban y mantenían cautivo a ese demonio.

Ahora había conseguido su libertad.

Roger había liberado su mente y ahora podía hacer lo que quisiera.

Mara [Terminada]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora