Capítulo 8: Primer partido.

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En la oscuridad de su habitación, Sasuke se maldecía mentalmente una y un millón de veces por haber aceptado la descabellada idea de entrenar a aquel equipo. No sólo era que esos chicos le odiaban, sino también la cantidad de problemas que iba a suponerle algo tan simple como haber dicho un "de acuerdo, les entrenaré".

Debió decir un "no, nunca" o quizá algo más formal como un "tengo un contrato con otro equipo y no puedo traicionar las condiciones", pero tuvo que decir aquel "de acuerdo". Ahora le perseguían sus palabras y la preocupación que traían consigo. Era cierto que había firmado un contrato con Gakuen, no podía entrenar a otro equipo y eso incluía que daba igual la liga en la que estuvieran. Quizá ahora no había opción a que jugasen contra su equipo, pero estaban a dos victorias de poder subir a primera división y jugar contra los suyos. Eso crearía un conflicto de intereses. ¿Con quién debería ir entonces? ¿Con el equipo que le pagaba o con el equipo de su padre moribundo? Se había metido en un buen lío y lo sabía.

Para colmo, debía ir a disculparse con aquellos chicos, o al menos con Naruto. Toda su vida le habían dicho que un Uchiha jamás se disculpaba y ahora su padre le mandaba aprender a hacerlo. Ni siquiera sabía cómo empezar algo así.

Mikoto supo enseguida que su hijo estaba preocupado al ver cómo removía las judías verdes y las setas en el plato con los palillos sin llegar a coger nada. Su madre sonrió y es que se daba cuenta de que toda su vida se estaba desviando de lo que él siempre pensó que sería. Su padre había cambiado mucho en esos últimos años. Sasuke estaba confuso, no sabía a qué atenerse y la enfermedad le había caído como un balde de agua frío. No se le pasaba por la cabeza poder llegar a defraudarle.

- Sasuke... no tienes por qué hacerlo – le dijo su madre al verle preocupado.

- ¿A qué te refieres? – preguntó Sasuke confuso dejando los palillos en un lateral junto al plato.

- A entrenar a esos chicos. Te vas a meter en un problema si lo haces, ¿verdad?

- Sólo si me pillan – trató de sonreír Sasuke.

- ¿Compensa tirar toda tu carrera por la borda por un pequeño equipo de un pueblo?

- No lo hago por ellos – dijo Sasuke.

- Lo sé, cielo, pero tú jamás defraudarás a tu padre. Él está orgulloso de ti, de todo lo que has conseguido, del hombre en quien te convertiste. No hace falta que le digas a todo que sí porque esté enfermo.

- No lo hago por su enfermedad – comentó Sasuke apartando de sí el plato de judías – lo hago por mí y quizá por él. Sé perfectamente cómo acabará todo esto, es cuestión de tiempo que papá no esté con nosotros, quiero saber qué vio en ese equipo, quiero descubrir por qué volvió a entrenar, quiero conseguir entenderle y pasar tiempo con él. Si entrenar ese equipo me va a ofrecer la opción de estar a su lado todo el tiempo que le queda, entonces tengo que hacerlo.

Mikoto sonrió. Sabía que su hijo pequeño era terco, un cabezota y sobre todo... era muy orgulloso pero también era un gran chico con un enorme corazón bajo el pecho. Era la luz de sus ojos, sus dos hijos lo eran, siempre habían sido valientes y decididos, eran todo el orgullo que una madre podía tener.

- Entonces deberías empezar por un "lo siento" – dijo Mikoto sonriendo dándole la respuesta a su hijo.

Sasuke sonrió aunque no pudo esconder bajo aquella sonrisa el nerviosismo que le consumía por dentro. Nunca se había disculpado ante nadie, no le había hecho falta y ahora no sabía cómo lo iba a hacer. Sólo pensar en aquellas palabras hacía que se le atragantasen en la garganta impidiéndole hablar.

El último partido (Naruto, Sasu-Naru) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora