La luz era trémula en la estancia de aquella vieja mansión, el alba se acercaba pero nadie respetaba la demandada paz de la hora. Los pasillos normalmente silenciados por la noche ahora escuchaban el entendido murmullo del desacuerdo, atormentados por el sufrimiento de su señora y consolados por la misma voz que la consolaba a ella, sufrían por su señora, por las desventuras que había vivido y por la añoranza de una muerte que jamás les llegaría, aquellos pasillos lo conocían todo.
Y la oirían gritar para siempre, aun cuando su garganta no lograra formar un gruñido, aunque el viento derrumbara sus cimientos, aun cuando su señora los considerara muertos.
-Kalos- dijo ella, lo llamaba de aquella manera de desde tiempos inmemoriales, "lo que es bello" significaba y cada vez que lo decía parecía como lo más natural del mundo, como si todo su ser se concentrara en aquella palabra tan hermosa por sí misma.- No, no la traigas. Sabes bien que no soportaría quererla, no otra vez- sus ojos le suplicaban, eran verdes como hojas del tallo de una rosa, pero perfectamente se podía observar los miles de escenarios en los que era herida en lo más profundo de lo que le quedaba de alma.
-Sólo hago lo que puedo con lo que tengo. Trato de hacer lo que me pides, pero no puedo, no puedo.- ella vio algo que jamás había estado en el ser de Kalos: Desesperación.
- Me acostumbré a ti, me acostumbré a no perderte, me acostumbré a amarte-le confesó a ella- cuatro mil años amando a alguien a quien estaba destinado a odiar, a querer que fuera feliz y resulta que no soy suficiente para que ella quiera quedarse a mi lado- rio de dolor e ironía, cuando lograba hallar algún amor que no lo hiriera, lo hería de una manera incurable.
Ella rió con él, se le quedó mirando con diversión, pero Kalos sabía que su ira era lo que venía.
-¿Crees que es fácil para mi pedirte que asesines?- gritó con voz profunda, tratando de ocultar que era un animal herido- No es fácil mirarte y ver que eres bueno, luego verme en el espejo y descubrir que existen millones de personas en este mudo que pueden darte lo que hemos intentado durante todo nuestro tiempo juntos. Sólo trato de salir de tu camino para que seas feliz como yo no puedo hacerte. - se interrumpió, ya que estaba llorando.
-Algún día encontraras a alguien que sea más bonita, mejor persona, más calmada, más talentosa, que sea buena como tú, alguien que no grite por la noche, alguien que sea libre...-
Kalos quería decirle que él deseaba compartir su eternidad con la de ella, pero eso no fue lo que dijo:
-Entonces por qué no te vas, simplemente olvida todo, ruega a Leto para que te haga olvidar, Imber-
-Porque muerta es la única manera de mantenerme alejada sin amarte desde lejos- respondió suavemente, pensó en irse pero había pasado tanto tiempo tratando de evitar a Kalos que su alma le pedía abrazarlo, pues aunque hacia lo que ella le había pedido, lo sentía más lejos que cuando se odiaban. El problema era recordar que lo amaba, si recordaba cómo se sentía tocarlo, si recordaba....no podría morir para él.
Imber llamó a las sombras en total calma, la casa se oscureció puesto que cada sombra se alargó hasta llegar a ella sin necesidad de más luz. Cada cuadro en la pared, cada cama, silla, cada pedazo de materia que en ese momento proyectara sombra, la prestó a su señora, todas juntas como una marea negra se arremolinaron ante ella. Imber se cubrió con ellas, como una cúpula de oscuridad.
Kalos trató de mirar dentro, como cientos de veces en las que Imber había huido y al igual que todas solo había una densa nada negra, como si el mudo acabara en ese preciso punto.
-Imber, ¿Quién diría que olvidaste que me amabas?, te volviste igual que los demonios que guardas en tu interior- lo dijo con una furia controlada, su cabello estalló en llamas, no de fuego, el cual era el color natural de su cabello, sino en llamas de luz.
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El Lado Claro de la Oscuridad
Science Fiction¿Cómo se sentiría ser una cárcel? Imaginar que alguien tenga demonios dentro no es nada difícil, pero saber si quedan vestigios de conciencia dentro de tal es lo más inquietante. No saber si siente miedo, angustia, dolor, odio, amor, dolor o si tan...