Qué bien me hace escucharte, amor, cada respiración que das, cada movimiento que hacés se convierten en la sinfonía más bonita para mi corazón, midiendo con sincronía el bombeo de sangre que recorre cada rincón de mis venas.
Quisiera quedarme acá, por siempre con vos... y es que sos tan hermoso. Sé que te lo he dicho reiteradas veces antes y mi justificación es que sos magnífico, la creación más perfecta.
Podría mirarte con los labios toda una vida entera (recorriéndote), inhalándote con los ojos otras dos, (sintiéndote) y acariciarte con la lengua diez vidas más (saboreándote); delirando que por unos segundos el mundo se paraliza en nosotros, nada más que nosotros, como un sueño perfecto del cual no quiero despertar, porque despertar significaría tenerte lejos de mí una tarde más...
Incluso teniéndote al lado mío la vida entera, voy a seguir soñándote, anhelándote y admirándote día tras noche y sabés que nos consta eso. Las tardes en las que recuerdo todo lo que pasamos, viene de vuelta a mi cabeza, nuestras melodiosas risas, las bromas, las lágrimas, los besos...
No podría vivir sin vos. Porque vivir sin vos significaría dejar una parte de mí.
