13. Bases

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Al final tuvo que reconocer que Scarlett tenía razón, por lo que se levantó antes del amanecer, besó la mejilla de su rostro todavía dormido y abandonó el apartamento de la joven escritora. Tampoco era la primera vez que se planteaba dejarlo todo, estaba cansado del acoso de los paparazzi, de las fans y del trato que la discográfica les daba cada vez que tenían ocasión; aun así accedió a meditarlo con la mente fría, por lo que condujo con precaución hasta los edificios donde vivían los músicos y demás empleados de la discográfica. Cuando abrió la puerta principal, escuchó pasos y murmullos procedentes de la cocina.

— ¡Nero!

Antes de poder poner un pie en el umbral de la cocina, Heaven salió a su encuentro y lo estrechó efusivamente entre sus brazos, con la preocupación tatuada en el semblante.

— Nos tenías preocupados, canijo — Lux, con el pelo suelto y aquellos horribles pantalones de pijama algo más bajos de lo normal, se apresuró a coger un cuenco limpio y servir leche caliente en él. Aquel tío con aspecto de macarra se comportaba como una madre con todos ellos —. ¿Has desayunado? Tienes que comer.

— Eh... — Se dejó conducir por el pelirrojo hasta una silla vacía frente a la mesa. Los dos chicos se sentaron flanqueándolo, y lo observaron mientras el humo que salía de la leche le hacía pestañear. No pudo evitarlo y frunció el ceño mientras paseaba la mirada de uno a otro, incrédulo, tratando de entender qué estaba pasando — Chicos, ¿se puede saber a qué viene esto?

Heaven y Lux se miraron, suspirando, y fue el mayor quien decidió responder.

— Anoche Zero nos lo contó todo. Lo de su chico, lo del paparazzi, lo de la idea del manager, lo tuyo y lo de tu chica. Todo.

Nero chasqueó la lengua, fastidiado, y la cajetilla de tabaco empezó a picarle en el pantalón. Sin embargo, quería escuchar aquello, prefería sufrirlo todo de golpe y porrazo en lugar de ir a cuentagotas, por lo que alargó el brazo y alcanzó un paquete de galletas para ahogarlas en la leche.

— Ella no es mi chica. Sólo...

— Sí, ya, sólo os estáis conociendo — Se mofó Heaven, esbozando una sonrisa que por primera vez no fue burlesca —. La cuestión es que... estamos contigo, Nero.

— ¿Mmm? — Alzó una ceja, incrédulo, con la primera galleta en la boca.

— Sabes que siempre te advertimos sobre lo de ser discreto con tus relaciones y tener cuidado con las personas que se te acercan, pero no vamos a permitir que la discográfica se entrometa en tu vida. Vamos a boicotearlo desde dentro, tío. Vamos a acabar con esta mierda.

Nero observó a sus compañeros con verdadero interés, pero le estaba costando entender el plan. Él, que estaba harto de todo y metido en aquello hasta el cuello, había comprendido que perdería mucho con aquello si se enfrentaba a la discográfica como un toro bravo; entonces ¿por qué se iban a arriesgar ellos?

— Chicos, en serio, os agradezco que me apoyéis — Sus ojos se oscurecieron a pesar de las ventanas abiertas, de la luz de la cocina, de la sinceridad de aquellos chicos que se habían convertido en hermanos para él —, pero vosotros no tenéis por qué mojaros con todo esto. Hablaré con nuestro manager y que sea lo que tenga que ser, en el fondo no le compensa perderme.

— No se trata de ti, Nero, sino de todos — Lux se rascó el cogote y se acomodó en su silla, con el rostro ensombrecido por el ángulo de sus rasgos marcados —. Zero lo ha mandado todo al infierno simplemente por tener que esconder su sexualidad y su vida privada. Tú tienes que ocultarte detrás de pseudónimos y pantallas de ordenador, y todos nosotros hemos tenido que lidiar con periodistas, escándalos falsos, fans obsesionadas... Es hora de marcar un punto de inflexión.

En silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora